por HENRY DRUMMOND
Henry Drummond (1851-1897). predicador escocés, estudió ciencias en la Universidad de Edimburgo donde inició una brillante carrera, y se preparó para el ministerio de la Iglesia Libre de Escocia, en el New College de la misma ciudad. En 1873 visitó Gran Bretaña el evangelista Moody, quien «descubrió» a Drummond y lo incorporó inmediatamente a su equipo.
Llegó a ser un gran orador; «sabía aprovechar el momento crítico, y su modestia, su refinamiento, le ganaban discípulos en todos los lugares que visitaba». Los estudiantes colmaban el Oddfellows’ Hall, en Edimburgo, para escuchar sus conferencias dominicales, la más popular de las cuales es la que transcribimos, de la cual se habían impreso ya 350.000 ejemplares, en forma de folleto, a la muerte de su autor, en 1897.
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. (1 Corintios 13.1-2).
EL AMOR no era el punto fuerte de Pablo. El observador puede notar una hermosa ternura que crece y madura en su carácter a medida que el apóstol envejece; pero la mano que escribió «el mayor de ellos es el amor», estaba manchada de sangre.
Esta carta a los corintios no es la única que exalta el amor. Pedro dice: «Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor (1 P 4.8). Ante todo. Juan va más lejos: «Dios es amor» (1 Jn 4.8,16). Y recordaréis la profunda observación que Pablo hace en otra parte: «El amor es el cumplimiento de la ley» (Ro 13.10).
¿Habéis pensado alguna vez lo que quiso decir con esto? En aquellos días los hombres se empeñaban en llegar al cielo guardando los diez Mandamientos y los 110 otros mandamientos que habían fabricado con ellos. Pablo dijo: yo os mostraré un camino más sencillo. Si hacéis una cosa, haréis las otras 110 sin pensar siquiera en ellas. Si amáis, cumpliréis inconscientemente toda la ley.
Fácilmente podéis ver por vosotros mismos el porqué de esto. Tomad cualquiera de los mandamientos. El amor es la regla para cumplir todas las reglas, el nuevo mandamiento para guardar todos los mandamientos antiguos, el secreto de Cristo para la vida cristiana.
En su carta, Pablo empieza poniendo en contraste el amor con otras cosas que los hombres en aquellos días apreciaban mucho. Lo contrasta con la elocuencia. Lo contrasta con la profecía. Lo contrasta con los misterios. Lo contrasta con la fe. Lo contrasta con la caridad.
¿Por qué es el amor mayor que la fe? Porque el fin es mayor que el medio. ¿Y por qué es mayor que la caridad? Porque el todo es mayor que la parte. El amor es más grande que la fe, porque el fin es mayor que el medio. ¿Para qué sirve tener fe? Para conectar el alma con Dios. ¿Y qué objeto tiene conectar el alma con Dios? Que llegue a ser semejante a Dios.
Después de poner estas cosas en contraste con el amor, Pablo, en tres versículos muy breves, nos da un sorprendente análisis de lo que es esa cosa suprema. Es una cosa compuesta, nos dice. Es como la luz. Así como habéis visto a un hombre de ciencia tomar un rayo de luz y hacerlo pasar a través de un prisma, y lo habéis visto salir del otro lado descompuesto en sus colores componentes, así Pablo hace pasar esta cosa, el amor, a través del magnífico prisma de su intelecto inspirado, y sale del otro lado descompuesto en sus elementos. Y en estas pocas palabras tenemos lo que podríamos llamar el espectro del amor: Paciencia, bondad, generosidad, humildad, decoro, abnegación, buen temperamento, sencillez, sinceridad estas cosas componen el don supremo.
Amor es paciencia. Esta es la actitud normal del amor; amor pasivo, amor que espera para comenzar; no apresuradamente; calmo; listo para hacer su obra cuando llega el llamado, pero llevando mientras tanto el ornamento de un espíritu tranquilo y manso. El amor aguanta; todo lo soporta; todo lo cree; todo lo espera. Porque el amor comprende, y por consiguiente tiene paciencia para aguardar.
Bondad. Amor activo. ¿Habéis notado alguna vez cuánto de su vida pasó Cristo haciendo actos bondadosos meramente haciendo actos bondadosos? En el mundo hay una sola cosa más grande que la felicidad, y es la santidad; y ésta no está en nuestra posesión. «Lo más grande que uno puede hacer por su Padre celestial», ha dicho alguien, «es ser bondadoso con alguno de sus otros hijos».
Donde hay amor, allí está Dios. El que vive en amor, vive en Dios. Dios es amor. Por tanto, amad sin distinción, sin cálculo, sin demora, amad. Derramad amor sobre los pobres, donde es muy fácil; especialmente sobre los ricos, que a menudo lo necesitan más; sobre todo, sobre nuestros iguales, donde es muy difícil, para quienes tal vez cada uno de nosotros hace menos que todo.
Generosidad. «El amor no tiene envidia». Este es el amor en competencia con otros. Cuando quiera que intentéis hacer un buen trabajo encontraréis que otros están haciendo la misma clase de trabajo, y probablemente haciéndolo mejor. No les envidiés. La envidia es un sentimiento de mala voluntad hacia aquellos que están en la misma línea que nosotros, un espíritu de codicia y detracción.
Y luego, después de haber aprendido todo esto, tenemos que aprender una cosa más, la humildad sellar nuestros labios y olvidar lo que hemos hecho. Después de haber sido bondadosos, después que el amor se ha infiltrado en el mundo y ha hecho su obra hermosa, vuelve de nuevo a la sombra y no digas nada de ello. El amor se oculta aun de sí mismo. El amor rehusa aun la satisfacción propia. «El amor no se jacta, no es hinchado».
Decoro. Este es el amor en sociedad. El amor en relación con la etiqueta. «El amor no se comporta indecorosamente». La cortesía ha sido definida como el amor en las fruslerías. Se dice que es el amor en las cosas pequeñas. Y el secreto de la cortesía es amor.
El amor no puede comportarse indecorosamente. Podéis poner a las personas menos pulidas en la más alta sociedad, y si tienen un depósito de amor en sus corazones, no se comportarán indecorosamente. Simplemente no pueden hacerlo.
Abnegación. «El amor no busca lo que es suyo». Observad: No busca ni siquiera lo que es suyo. El inglés es un hombre consagrado, y con razón, a sus derechos. Pero llegan momentos en la vida de todo hombre en que debe ejercer el derecho superior de renunciar a sus derechos.
Pero Pablo no nos llama a renunciar a nuestros derechos. El amor golpea mucho más hondo. Nos insta a no buscarlos siquiera, a ignorarlos, a eliminar totalmente el elemento personal de nuestros cálculos. No es difícil renunciar a nuestros derechos. A menudo son solamente externos. Lo difícil es negarnos a nosotros mismos. Y más difícil todavía es no buscar nada para nosotros mismos.
«¿Buscas para ti grandezas?», dijo el profeta. «No las busques» (Jr 45.5). ¿Por qué? Porque no hay grandeza en las cosas. Las cosas no pueden ser grandes. La única grandeza es la del amor abnegado.
El que entre vosotros quiera ser grande, dijo Jesús, que sea siervo. El que quiera ser dichoso, recuerde que hay un solo camino más bienaventurado, más dichoso, es dar que recibir.
El siguiente ingrediente es muy notable: Buen temperamento. «El amor no se irrita».
La peculiaridad del mal temperamento es que es la voz de los virtuosos. A menudo es la única mancha en un carácter noble en todo lo demás. Conocéis hombres y mujeres que serían casi perfectos si no fuera porque tienen una disposición fácilmente irritable o quisquillosa. Esta incompatibilidad del mal genio con el elevado carácter moral es uno de los problemas más extraños y tristes de la ética.
La verdad es que hay dos grandes clases de pecados: pecados del cuerpo y pecados de la disposición. Ninguna forma de vicio, o mundanalidad, o ambición de oro, ni la misma embriaguez, hacen más para descristianizar la sociedad que el mal genio. En cuanto a amargar la vida, destruir comunidades, romper las más sagradas relaciones, devastar hogares, agostar a los hombres y mujeres, quitar a la niñez su frescura; en breve, como poder productor de gratuita miseria, esta influencia es única.
Veréis, pues, por qué el temperamento tiene importancia. No por lo que es en sí, sino por lo que revela. Es una prueba del amor, un síntoma, una revelación de una naturaleza en el fondo desprovista de amor.
Es la fiebre intermitente que revela una enfermedad interna no intermitente, la burbuja ocasional que ha escapado hacia la superficie traiciona alguna corrupción en el fondo; una muestra de los más recónditos productos del alma, volcada involuntariamente cuando uno no está en guardia; en una palabra, la forma fulgurante de cien horrendos y anticristianos pecados. Porque la falta de paciencia, la falta de bondad, la falta de generosidad, la falta de cortesía, la falta de abnegación, todas están simbolizadas instantáneamente en un arranque de mal genio.
La sencillez, la gracia para las personas suspicaces. Y su posesión es el gran secreto de la influencia personal.
Notaréis, si pensáis por un momento, que las personas que influyen en vosotros son personas que creen en vosotros. En una atmósfera de suspicacias los hombres se encogen; pero en una atmósfera de confianza se expanden y hallan estímulo y comunión educativa. Porque la restauración del respeto propio, cuando se ha perdido, empieza por el respeto a otros; nuestro ideal de lo que él es se convierte para ese hombre en la esperanza y el patrón de lo que puede llegar a ser.
«El amor no se goza de la injusticia, mas se goza en la verdad». He llamado a esto sinceridad debido a las palabras de nuestra versión: «se goza de la verdad». Y por cierto, si esta es la traducción real, nada podría ser más justo. Porque el que ama amará a la verdad no menos que a los hombres. Aceptará sólo lo que es real; se esforzará por conocer los hechos; buscará la verdad con mente humilde y sin prejuicios, y apreciará lo que pueda hallar a costa de cualquier sacrificio.
Más estrictamente, tal vez incluya el auto refrenamiento por el cual uno se niega a aprovecharse de las faltas de los otros; la caridad que no se deleita en exponer las debilidades de otros, sino que «cubre todas las cosas»; la sinceridad de propósito que trata de ver las cosas como son, y se goza en hallarlas mejor de lo que la suspicacia temía o la calumnia las denunciaba.
¿No está llena la vida de oportunidades para aprender el amor? Cada hombre y cada mujer tiene mil oportunidades cada día. El mundo no es un campo de juegos; es un aula de escuela. La vida no es una vacación, sino una educación.
¿Qué hacía Cristo en el taller de carpintero? Practicaba. Aunque perfecto, leemos que aprendió obediencia. Crecía en sabiduría y favor para con Dios y los hombres. No disputéis, pues, con vuestra suerte en la vida. No os quejéis de sus incesantes cuidados, sus pequeñeces, las ofensas que tenéis que soportar, las almas pequeñas y sórdidas con las que tenéis que convivir y trabajar.
Sobre todo, no os enfadéis por la tentación; no os sintáis perplejos porque parezca encerraros más y más y no cesar ni con esfuerzos, ni con agonía, ni con oración. Esa es la práctica que Dios os ha asignado. Por consiguiente, manteneos en medio de la vida. No os aisléis. Estad entre los hombres y entre las cosas y entre las pruebas y dificultades y obstáculos. Recordad las palabras de Goethe: «El talento se desarrolla en la soledad; el carácter en la corriente de la vida».
Para facilitar las cosas, he mencionado algunos de los elementos del amor. Pero son sólo elementos. El amor en sí no puede ser definido. La luz es algo más que la suma de sus ingredientes un éter brillante, resplandeciente, trémulo. Y el amor es algo más que todos sus ingredientes una cosa palpitante, temblorosa. sensible, viva. Mediante la síntesis de todos los colores los hombres pueden hacer el blanco; no pueden hacer luz. Mediante la síntesis de todas las virtudes los hombres pueden hacer la virtud; no pueden hacer el amor.
El amor es un efecto. Y sólo en la medida en que llenamos las condiciones requeridas podemos lograr el efecto. Si buscáis en la primera epístola de Juan, hallaréis estas palabras: «Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero» (1 Juan 4.19). Contemplad el amor de Cristo, y amaréis.
No hay otra manera. No se puede amar por encargo. La única forma es contemplar el objeto amable y enamorarse de él, y crecer a semejanza suya. Y mirar así a ese Carácter perfecto, a esa Vida perfecta. Mirar al gran Sacrificio a medida que se da a sí mismo, durante toda su vida, y en la cruz del Calvario; y amarle. Y amándole, uno debe llegar a asemejársele.
«El amor dice Pablo, nunca deja de ser». Luego pasa revista a las cosas que los hombres creían que durarían, y muestra que todas son pasajeras. Muchas cosas, ni las menciona. Todo lo que dice de ellas es que no son duraderas. Eran cosas grandes, pero no supremas. El alma inmortal debe entregarse a algo que sea inmortal. Y las únicas cosas inmortales son éstas: «Ahora permanecen la fe, la esperanza, el amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el amor».
Queremos vivir eternamente por la razón de que queremos vivir mañana. ¿Por qué quieres tú vivir mañana? Porque hay alguien que te ama, y a quien quieres ver mañana, y estar con él y amarlo. No hay otra razón para que sigamos viviendo, más que la de que amamos y somos amados. Cuando alguien se suicida es porque no tiene nadie que le ame. Mientras tenga amigos, alguien que le ame y a quien amar, seguirá viviendo; porque vivir es amar.
El amor nunca deja de ser, y la vida nunca deja de ser mientras hay amor. Esta es la filosofía de lo que Pablo nos está mostrando; la razón por qué, en la naturaleza de las cosas, el amor debe ser la cosa suprema porque va a perdurar; porque en la naturaleza de las cosas es una vida eterna.
HI!!exelente me encanta leer estas reflecciones, son muy edificadoras y uno aprende mucho. Felizidades….. jente
hola!!!! me encanta el tema del amor es mas lo tome para predicarles a unos jovenes en una compañia don de comparto con ellos la palabra de dios ke dios me los bendiga de granmanera ke sobre abunden las bendiciones,.,.,.
HOLA que bendicion es el ke podamos encontrar una reflexion cada dia gracias bendiciones….
buen mensaje
Buena reflexión
tremendo,me gusto mucho y me abrio el entendimiento y ademas me dio paz.gracias por lo que hacen
muy bueno!!! por medio de estas reflexiones Cristo me ha liberado de algo inesplicable que estaba en mi corazón desde hace 2 meses la gloria al señor amen!!!
Hermano en verdad es maravillosa la forma en que describe lo que es el verdadero amor de Dios, doy gracias a Dios por que esto te lo revela El por medio de su Espíritu Santo, para que todo aquel que lo lea pueda comprender lo que es el verdadero AMOR