por DAVID ANELLO
«Pero sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la va a quitar.» Lucas 10:42
Señor, gracias por venir a nuestro hogar esta mañana.
Cuando escuché el timbre, pensé en la oferta de algún proveedor pero ¡no! eras tú que llegabas cansado de andar.
Te hice pasar y accediste a mi invitación. Cuando te sentaste, ví a Susana que se postró a tus pies, contemplándote. Una santa «envidia» sintió mi corazón. Al pretender hacer lo mismo que ella, sonó el teléfono. Como me encontraba cerca tuve que atenderlo. Al terminar, intenté postrarme pero el timbre de casa me volvió a interrumpir. Era el pequeño que todas las mañanas viene a ofrecer variadas golosinas. Después de atenderlo, entré para atenderte a vos, Señor. Todavía ni un mísero mate te había podido dar. Pretendí que Sussy me ayudara, poniendo a calentar el agua, pero tú, Señor, me observaste diciéndome: «Sussy eligió lo mejor».
¡Señor, perdón! Te ofrezco mi corazón. Soy tuyo, quiero amarte, seguirte y servirte.