El siglo veinte, después de Cristo, tal vez se recuerde en la historia del mundo como el “siglo psicológico”. En ningún otro período de la historia tantas personas fueron ayudadas por una misma ciencia. Con sólo considerar el número de psicólogos y la variedad de corrientes de psicología alcanzamos a vislumbrar que el impacto que ha tenido sobre la mente popular, ha sido extraordinario.
Para muchos, en Europa y América, la psicología ha reemplazado la religión actuando como el “médico de las almas”. Tanto la psicología como la religión han tenido sus momentos de auge, de gran aceptación, cada uno con sus fieles seguidores. ¿Se contradicen la una con la otra? Pensamos que no necesariamente.
La psicología nos ha ayudado mucho a comprender el comportamiento humano, su desarrollo y relaciones interpersonales y ha proyectado muchas teorías sobre la personalidad. Esto ha contribuido al avance del conocimiento sobre cómo los hombres conviven en la tierra. Si ha llegado a ser “el médico de las almas” como lo describe Jung, ¿cuál es la razón por la que hoy muchos intelectuales, bien educados, sufren de un sentimiento de futilidad, falta de propósito y hastío?
Jung, psiquiatra y discípulo de Sigmund Freud, escribió en su libro “Modern Man in Search of a Soul” (El hombre moderno en la búsqueda de un alma) que, cientos de personas brillantes provenientes de todas las culturas avanzadas del mundo han llegado a su clínica en Suiza. Descubrió que en la mayoría no pudo encontrar ninguna neurosis que se pudiera definir “clínicamente”. Sencillamente sufrían por sentirse vacías y por carecer de propósitos claros. Llegó a la conclusión que no se curaba, verdaderamente, quien no encontraba un sentido religioso a su vida.
Dostoievsky, en su libro “Crimen y Castigo” reflexionó sobre la agonía de sus muchos compatriotas rusos en su afán por atenuar el sentido de pecado y culpa. En “Los Hermanos Karamazov” sus personajes principales están atrapados en la lucha feroz por encontrar algo, cualquier cosa, en la cual creer.
El Dr. Gordon Alport, psicólogo y profesor de la Universidad de Harvard, hizo la observación que el esfuerzo del hombre por comprenderse a sí mismo y el propósito básico de la vida era obstaculizado por el sentimiento de “sentirse atado a la tierra”.
Los antiguos griegos concebían al hombre en búsqueda del pensamiento, en contraposición con los hebreos que percibían a Dios en busca del hombre, un hombre para que lo adorara. Heschel, pensador judío, estando en la Universidad de Stanford dijo que “es un hecho reconocido que la Biblia dio al hombre un concepto nuevo de Dios. Lo que no está reconocido es que la Biblia le dio al mundo un nuevo concepto del hombre. La Biblia no es un libro sobre Dios sino sobre el hombre».
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento Dios se ha expresado con claridad y más específicamente a través de Jesucristo. Toynbee, filósofo de historia británico, dijo “La historia de este mundo carecería de sentido si no fuera por la entrada de Dios en la historia de su propio mundo, en la persona de Jesucristo”. Esto únicamente, le dio sentido a toda la historia del mundo. Jesús el único hombre divino enseñó que todas las personas están lejos de la gloria de Dios y que cada uno se fue por su camino.
La Biblia no pretende ser un libro de psicología sin embargo sostiene muchos principios que reflejan una adecuada psicología. Indica que los problemas de fondo del hombre no son de orden intelectual. Mas bien, yacen en las necesidades personales y en los aspectos emocionales de las relaciones interpersonales. Toynbee sostenía que las cosas más importantes de la vida no son los “hechos y números” que todos debemos aprender sino nuestras relaciones con los demás. Es aquí donde se encuentra la cuestión moral del bien y del mal.
El Nuevo Testamento llama al “mal” pecado. El mensaje impactante del N.T. es que Jesucristo habiendo vivido una vida perfecta de amor hacia su prójimo pagó el precio supremo permitiéndose ser crucificado un hombre justo por los injustos . Como consecuencia, cada individuo puede ser libre del sentimiento de culpa de hacer el mal. A esta experiencia de perdón la psicología sólo puede aproximarse.
Otra manera en que el cristianismo puede colaborar en el proceso psicológico es brindándole un profundo sentido de propósito, darle sentido a la vida. Henry Guntrip, psicólogo, dice que cada uno tiene un problema fundamental que es la formación del carácter. Él lo describe como la lucha por madurar a partir de la “dependencia absoluta de la infancia” (caracterizado por el necesitar, la urgencia de tener, absorber e incorporar) para llegar a la dependencia cooperativa madura del adulto bien desarrollado, con capacidad de dar. Es la transición de necesitar ser amado a la capacidad de dar amor». Eric Fromm estaría plenamente de acuerdo con este principio.
Éste es precisamente el mandato bíblico de “amar a Dios con toda tu mente, corazón y alma y de amar a tu prójimo como a ti mismo”. La psicología y el cristianismo PUEDEN informarse y ayudarse el uno al otro tanto por medios humanos como divinos para beneficio de los hombres y mujeres que lo necesiten.
Es bien importante que fundamentalmente la Biblia es el libro de texto de todas las ciencias habidas y por haber. Dios es el Científico de científicos que busca al hombre con todo lo que es él y lo lleva a reencontrarse tal y como lo creó desde el principio. Los científicos humanos solo llegan a explicar superficialmente todo lo que describe la Biblia y a lo cual se le llama \milagro\. Los seres humanos no tienen la solución a los conflictos humanos, es Dios quien viene personalmente a sanar el interior para que se vea en el exterior del hombre lo que sucede en su interior. Bendiciones.
No cabe duda que para el que no ha experimentado el nuevo nacimiento como lo señala Jesús mismo en el encuentro con Nicodemo, se tendrá que apoyar 100% en las ciencias modernas, pues no existe una dependencia total de nuestro Señor y por eso muchos necesitan de un psicologo para curar tambien sus males espirituales, gracias por su comentario está excelente, bendiciones.