TOYOHIKO KAGAWA
Nota biográfica por BAEZ CAMARGO
Toyohiko Kagawa nació en Kobe, Japón, en 1888. Su padre era un alto funcionario, gobernador de una provincia y más tarde secretario del Consejo Privado del Emperador. De costumbres libertinas, abandonó a su esposa y mantenía numerosas concubinas. De una de éstas, una geisha, nació Toyohiko. Apenas había cumplido cuatro años cuando quedó huérfano de padre y madre. Enviado a casa de la esposa abandonada, el pobre niño conoció toda clase de maltratos. Fue la suya una vida carente de amor, solitaria, dolorosa.
Estando ya en la Escuela Secundaria, el adolescente Kagawa concurría a una clase de inglés que daba un misionero presbiteriano. Pronto, maestro y discípulo intimaron. Y en la amistad y las palabras del misionero, Toyohiko descubrió una secreta fuente de Amor. Así llegó a Cristo y desde un principio se sintió arder en amor hacia El. Su oración de convertido fue: «Oh Dios, hazme semejante a Cristo».
Algún tiempo después la tuberculosis hizo presa en él y tuvo que abandonar sus estudios superiores para ir en busca de salud. Se instaló a la orilla del mar, en una pequeña aldea de pescadores. Allí, viviendo entre ellos, se dió cuenta de sus problemas, sus necesidades, sus dolores, sus luchas, su miseria. Comenzó a relampaguear en las honduras de su corazón el destello de una gran vocación.
Parcialmente curado, volvió al colegio. Pero ya ardía en sus entrañas un fuego irresistible que lo constreñía a entregarse a una tarea de sacrificio y abnegación. Un día sorprendió a sus compañeros de colegio sacando sus escasas pertenencias y yendo a instalarse nada menos que al barrio mísero, inmundo y pervertido de Shinkawa, donde unos veinte mil proscritos de la sociedad, pordioseros, criminales, viciosos, prostitutas y degenerados, se hacinaban como bestias en cuchitriles llenos de inmundicia, de insectos y de enfermedad. El joven estudiante, que disfrutaba apenas de una insignificante pensión de colegial, se instaló en un cuartucho de dos metros cuadrados, sin muebles de ninguna clase.
Decidido a practicar, en grado heroico, los mandamientos de Cristo de amar y servir y ayudar sin restricciones, Kagawa abrió su minúscula habitación a la hospitalidad. Recibía enfermos, los alimentaba, los cuidaba, lavaba con sus propias manos sus infectas ropas, y al mismo tiempo los llamaba al arrepentimiento y los exhortaba a seguir a Cristo. Una noche, compartiendo su lecho con un pordiosero enfermo con tracoma, Kagawa contrajo la terrible enfermedad de los ojos. Pero nada podía detenerlo en su abnegado trabajo de salvamento humano. Más de una vez corrió peligro de ser apuñaleado por algún borracho o por algún villano. Siendo estudiante todavía, rescató a una pequeñita de pecho, que iba a ser muerta, y con maternal solicitud la crió y la protegió. Se convirtió en el defensor decidido de las niñas maltratadas y entregadas a la mendicidad y la prostitución por sus propios padres. Se hizo el maestro de los analfabetos y el consejero de los afligidos.
Kagawa aparece así como una extraordinaria combinación de sensibilidad mística y de energía activa. Un místico batallador. En él se unen la tradición japonesa de los samurais y la tradición cristiana de los Francisco de Asís. Se abraza de su Dios y se une con El, no para disfrutar del deleite subjetivo de la unión mística, sino para colaborar con El y marchar a su lado al fragor de la batalla.
gran testimonio
Dios le Bendiga
son testimonios de bendicion para cada uno de los que desidimos obedecer al señor, nos ayudan a depender cada dia mas del señor que nos a llamado a su servicio
Cuántos deberíamos aprender de este hombre.Gracias Jesús por esta vida digna de imitar.Bendiciones
cuantas veces habremos pensado en podernos dedicar a solo ayudar a los demas? seguramente las misma que no lo hemos hecho y ahi nos identificamos con pablo.
«con mi mente sirvo a dios y con mi cuerpo al pecado» romanos 7:22 y 23.
Gracias Dios Jesus por haber iluminado a este hombre , para que pasara tu mensaje a travez de su sacrifio y amor al projimo
Dios nos ayude a tener ese amor por las almas. Dios nos dé las fuerzas que necesitamos en estos tiempos tan difíciles para estar firmes y hacer su voluntad. Dios les bendiga.