Por SAMUEL ESCOBAR
"Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad", nos dice el Apóstol (2 Co.3:17). ¿Es ésta la experiencia de la iglesia hoy? Me temo que la respuesta es negativa. El temor a los excesos del movimiento carismático, el conservadorismo de formas mAs que de esencias, y el desconocimiento de la riqueza de la Palabra de Dios, explican que cuando se menciona el tema del "Espíritu Santo" una cierta inquietud recorra mentes y corazones.
La gente se pone en guardia, como para ver si aparece la temida herejía, y si el que habla se sale de la línea. Se tiene la sensación que cunde cierto miedo a la libertad del Espíritu. Y esto puede ser trágico, porque si el Espíritu no tiene libertad de acción, no hay iglesia ni hay misión.
Efectivamente, es imposible leer la historia apasionante del avance de la Iglesia en Hechos sin darse cuenta que allí la iniciativa de la estrategia evangelizadora, de la acción misionera, del impulso motivador, de la comunión fraterna, de la organización de la comunidad; la iniciativa total, esta en manos del Espíritu de Dios.
Pero de allí podemos pasar a otro principio general de la Escritura a otra verdad central de la revelación bíblica: el hombre de Dios ha percibido que el Espíritu de Dios está en acción en el mundo, moviéndose en la creación (Gn.1:2), constantemente activo en los procesos de esta creación, día tras día (Sal.104:30), a tal punto que es imposible escapar de su presencia (Sal.139:7).
El hombre bíblico ve la propia historia del Espíritu de Dios actuando en los hombres que la hacen (Gn.41:38; Nm.11:16-17; Nm.27:18; 1 Sam.16:13). Esta noción de una acción constante de Dios en el mundo y la historia, es el marco dentro del cual tenemos que entender la conciencia de la acción de Dios en el cumplimiento de la misión de evangelizar el mundo.
Quizás el movimiento carismático nos ha hecho caer en la trampa de adjudicar al Espíritu de Dios sólo aquellas acciones, aquellos dones o aquellas experiencias que nos parecen extraordinarias. Para el autor bíblico es lo más natural poner junto al don de sanar enfermos, el de administrar la vida congregaciónal. Y ello es posible en el Nuevo Testamento porque que ya era posible en el Antiguo.
En Éxodo 31:1-5 se nos presenta a un artista llamado Bezaleel cuyo talento servirá en la construcción del tabernáculo. La capacidad del artista, su conocimiento de los materiales y de la técnica, pero más aún, la creatividad para la labor, se dan en Bezaleel porque lo ha llenado el Espíritu de Dios. Es el manejo artístico de los materiales donde se verá al Espíritu de Dios en acción a través de las manos de Bezaleel.
Toda una delicada estructura que elevará la imaginación y el espíritu de los israelitas para que entiendan algo más de la majestad y hermosura de Jehová, será la obra de arte de este hombre lleno del Espíritu.
¡Qué falta que nos hacen hombres así, y qué falta que nos hacen iglesias que entiendan que tras la creación de la belleza que eleva y comunica verdad está también el Espíritu de Dios en acción! Los arquitectos de nuestros locales de reunión, los diseñadores de las cubiertas de nuestros libros, los compositores de letra y música de nuestros himnos tienen que llegar a ser de la estirpe de Bezaleel.
Y no puedo dejar de pensar también en Sansón, ese héroe trágico de uno de los más interesantes momentos de Israel. Tras los pequeños o grandes detalles de su vida, el autor bíblico ve cómo se manifiesta el Espíritu de Jehová (Jue.13:25; 14:6; 15:14). Yo no alcanzo a entender todo su drama y su tragedia ni cómo exactamente Dios actúa en la historia por medio de los hombres. Pero allí esta la Palabra que lo dice.
Y se me ocurre que hoy también en medio del fragor de la vida cotidiana, en las luchas diarias de muchos en su taller, en su oficina, en su escuela, en el negocio, en el servicio al prójimo, en la política, en la cátedra, el Espíritu de Dios está tomando a los hombres y haciendo con ellos historia, a su manera.
No caigamos en la trampa de limitar al Espíritu de Dios a lo que creemos espiritual, religioso; o a lo que alcanzamos a entender porque lo hemos programado según nuestras propias y pobres posibilidades humanas. Pidámosle al Señor que nos abra los ojos y nos haga sensibles. Y sobre todo que nos dé la libertad de verlo en acción y dejarlo actuar entre nosotros.
Yo creo que es muy cierto lo que dice las iglesias al no darle importacia al Espiritu Santo, ya que es El que tiene poder para hacer todo lo que el hombre no puede Yo le agradezco por enviarme esta reflexiom ya que de esta saco mi material para poder impartir en nuestra congregacion y hacerle ver al cristiano lo importante que es El Espiritu Santo. muchas gracias que Dios los bendiga y sigan adelante y espero que me manden por favor mas reflesiones. gracias, hasta pronto su hermana y amiga en Cristo Sonia.
el espiritu santo es nuestro amigo el que nos guia el que nos habla para hacer las cosas bien el que nos refresca el alma siempre estar pegadito ha nosotros sin el nos sentiriamos sin rumbo.
Gracias Espíritu Santo por levantarnos cada vez que nos caemos , gracias por hacernos vvir el mayor gozo que jamás nadie podría darnos , todo lo llenas , no hay explicación , solo se siente tu amor , tu constante amor.Santo, santo y santo eres tú, aleluya a mi Rey de reyes!!