Samuel Escobar
El ser humano es un fugitivo tratando de escaparse de Dios y el Evangelio es la palabra divina que lo llama a volver. El escenario moderno de este drama puede ser esa supercarretera por la que tantos corren cada vez más veloces sin saber a dónde van, o ese crucero de turistas que va de puerto en puerto sin poder llenar su tremendo vacío interior. En el libro de Génesis, al principio de la existencia humana, el escenario por el cual Adán huye es el jardín donde antes caminaba con Dios. El mar es el escenario de la huída de Jonás, el profeta rebelde; Jonás tratando de escapar de su destino, y Dios moviendo cielo y agua para llamarlo a que lo cumpla.
El mar
Frente al mar, en horas de reflexión tranquila la poesía ha exaltado la inmensidad y el misterio de esa colosal masa de agua ante la cual se siente la insignificancia humana. Pero en el mar, en medio de una tempestad, la inmensidad se torna una fiera desatada e incontrolable, y en el corazón humano la admiración cede el paso al terror. En la literatura bíblica, por ejemplo, el salmista describe a esos comerciantes que surcan las aguas con sus barcos y en alta mar admiran la creación. Pero luego el poema cambia de tono:
A la voz del Señor desató una
tormenta que levantaba
grandes olas; eran lanzados
hasta el cielo y hundidos hasta
el fondo del mar; ¡perdieron el
valor ante el peligro!
Se tambaleaban como
borrachos ¡de nada les servía su
pericia! (Salmos 107:25 27, VP)
Llamado y rebeldía
La historia de Jonás empieza el día que le llega la Palabra de Dios: “El Señor se dirigió a Jonás”, y con sus palabras le trazó un destino, le mostró una vocación. Cuando llega ese día en el cual percibimos la palabra de Dios para nosotros, llega también la hora de la decisión.
Obedecer al llamado es aceptar el propósito que el Creador le da a nuestra existencia. Desobedecerlo es entrar en un combate en el cual sólo podemos ser perdedores. Eso es lo que aprendió dramáticamente Jonás. Dios lo mandó a anunciar un mensaje de juicio a Nínive. ¡Qué tarea difícil para un israelita! Nada menos que ir a la capital de la nación enemiga y ponerse a anunciar el juicio divino que se cernía sobre ella. Se entiende que haya querido fugarse.
El texto bíblico, en su sobriedad, recalca esa intención de escape: “Pero Jonás en lugar de obedecer trató de huir del Señor y se fue al puerto de Jope donde encontró un barco que estaba a punto de salir para Tarsis. Entonces compró pasaje y se embarcó para ir allá”. Dios dijo al este y Jonás se fue al oeste, lo más lejos posible de su destino. Huída premeditada, consciente, que rechazaba el llamado divino.
El clamor y la entrega
Las empresas a las que Dios llama suelen ser difíciles. Cristo decía que el camino recto es estrecho y tiene espinas. Pero cuando se responde positivamente a Dios, uno se está entregando en los brazos del Padre, de la mano del cual es posible cruzar cualquier valle. Eso es lanzarse a la aventura de la obediencia, dar el paso de la fe. Y aquí tenemos la paradoja del relato de Jonás.
El viaje de escape por el mar se volvió una pesadilla: “El Señor hizo que soplara un viento muy fuerte y se levantó en alta mar una tempestad tan violenta que parecía que el barco iba a hacerse pedazos”. En medio de esta situación angustiosa, aun aquéllos que no conocen al verdadero Dios vuelven los ojos hacia Él.
La desesperación de los marineros terminó obligando a Jonás a identificarse, a hablar de Dios, a dar testimonio y reconocer su culpa. Y pidió que lo lanzaran al mar. Jonás dijo la verdad y dando testimonio de su fe, al ser arrojado a las aguas enfurecidas en realidad cayó en los brazos del Dios “creador del mar y de la tierra”, que había preparado un camino de salvación. Como Jacob, como Pablo; el combate terminó en la entrega.
Jonás oró. En el seno del pez inmenso en cuyo vientre Dios lo ha salvado, la oración de Jonás refleja el drama de esa entrega, con sus riesgos y su salida final:
Las aguas me rodeaban por
completo; me cubría el mar
profundo; las algas se
enredaban en mi cabeza. Me
hundí hasta el fondo del
abismo; ¡ya me sentía su eterno
prisionero! Pero tú, Señor, mi
Dios, me salvaste de la muerte.
Al sentir que la vida se me iba,
me acordé de ti, Señor…
¡Sólo tú, Señor, puedes salvar!
(Jonás 2:5 7, 9, VP)
La misión
Después de esta experiencia Jonás estuvo listo para obedecer. Y cuando por segunda vez Dios lo llamó para ir a Nínive, se puso en marcha, fue a cumplir con su misión. Pero todavía tenía mucho que aprender. Dios es como el alfarero que va moldeando vidas, paso a paso, vuelta a vuelta. Cuando ante su prédica de juicio Nínive se arrepintió, Jonás no pudo comprender el perdón y la gracia de Dios para esos enemigos.
Él, que había reconocido la intención salvadora del amor del Creador, tenía que aprender todavía que ese amor se ofrecía a todos los seres humanos, no sólo a los hebreos. Jonás tenía que superar ese nacionalismo israelita que se complacía sólo con la propia salvación y supervivencia. Dios había llamado a Israel para que fuese bendición a todas las naciones, y cuando Dios se manifestó en Jesús, Israel no aprovechó su oportunidad máxima de cumplir con esa vocación. En cierto modo la historia de Jonás es un paradigma de lo que iba a ser la historia de la nación. La historia quedó inconclusa y en sus últimas líneas sólo se afirma la compasión del Creador, inmensa como el mar.
¿Escaparse de Dios? ¿Lanzarse a correr en dirección opuesta? ¿Intentar perderse en el mar? Mejor detenernos y escuchar la voz que nos llama a cumplir nuestro destino de criaturas, llamados a ser útiles en la manos del Creador y Padre. Como cristianos y como pueblo suyo, es mejor abrir los ojos al desafío de un mundo que con sus gemidos nos llama a cumplir con la misión de alumbrar y anunciar.
En el mar agitado de estos últimos años del siglo veinte, es mejor estar en la barca de Jesús, que ninguna ola puede echar a pique, que estar en la de Jonás intentando escaparnos de nuestro destino.
precioso tema DIOS les bendiga grandemente por este talento ta hermoso me agrado tanto que lo compartire con otras personas,
DIOS me les bendiga y los siga usando cada dia mas con estas enseñanzas tan llegadoras muchas gracias
bendiciones adelante que nosotros estamos aprendiendo de las maravillas que Dios tiene para cada uno de nosotro
soy el pastor Bayardo cely, y esas enseñanzas son perlas para nuestra vida pastoral, gracias
la verdad es que me siento un poco como jonas y esta reflexion me ha llegado muy ondo
LA VERDAD ES QUE A VECES ME SIENTO UN POCO COMO JONAS Y ESTA REFLEXIÓN ME HA LLEGADO MUY PROFUNDO,ESTA CLARO QUE IR EN CONTRA DE LA VOLUNTAD DE DIOS NO ES NADA BUENO,Y SINO QUE ME LO DIGAN A MI,GRACIAS.
agradezco el poder recibir estas meditaciones, soy lider en mi iglesia, por tanto son una base biblica excelente para enseñar a otros, me bendicen mucho.
varon de guerra Dios Bendiga grande mente su Ministerio que es una ayuda muy grande para los Nuestros y para el Pueblo de Dios y aquellos que necesitan de la Palabra de Dios BENDICIONES
Esta historia de jonas es importante recarcar que el poder Dios se manifestara como el quiere y para que la quiere ; alli tambien se convirtieron cantidad de personas ar dar entender que Dios no tiene execcion de personas ;al quien el quiere el salva porque hay muchos jonases que son egoistas y piensan que muchos no deben salvarce que hermoso y misericordioso es nuestro señor jonas lo contrario de saqueo
A VECES MUCHOS TENEMOS A UN DIOS PEQUEÑO Y A UN DIOS GRANDE, Y EN ESTE CASO DE JONAS PENSO EN UN DIOS PEQUEÑO QUE LE DAJARIA PASAR POR ALTO SU REVELIÒN Y DESOBEDIENCIA, PERO SI EL HUEBIERA PENSADO EN UN DIOS GRANDE Y TEMIBLE EL AL INSTANTE HUBIERA ENCAMINADO SUS PASOS A NINIVE A CUMPLIR CON LA ORDEN PARA EL Y DESEO DE DIOS DE SALVACION PARA ESA NACIÒN, PENSAMOS EN COMVICCIÒ, COMPROMISO Y CARACTER….. LO QUE YO HE CREIDO, COMPROMETERME Y TERMINARLO