por ALBERTO ROLDAN
Pocos han de poner en tela de duda la afirmación de que Enrique Santos Discépolo ha sido el más grande de los poetas populares de Buenos Aires.
Sus descripciones correspondientes a las décadas del 30 y 40 en una sociedad argentina infame y decadente, hicieron de él un pintor de la realidad social, cruda y desgarrante. Un profeta secular.
Acaso, como «botón de muestra», ¿quién puede negar hoy que el «siglo Veinte es un despliegue de maldad insolente» y que «vivimos revolcados en un merengue y en un mismo lodo, todos manoseaos»?
Mi interés por la poesía de los tangos de Discépolo viene de mis años de adolescente. Nacido en Buenos Aires me crié en Lanús, al sur de la gran ciudad, y allí me iba identificando, espontáneamente, con letras de «Discepolín». Más de una vez me sentí el personaje de «Uno busca lleno de esperanzas/ el camino que los sueños/ prometieron a sus ansias./ Sabe que la lucha es cruel y es mucha/ pero lucha y se desangra/ por la fe que lo empecina». Pero no es la letra de «Uno» ni de «Cambalache», citado antes, lo que más me impactó. Lo que realmente llegó a conmoverme, a sacudirme, fue el grito desesperado, el alegato de Discépolo en su poema «Tormenta».
Su contenido ofrece material rico y desafiante para el análisis teológico.
Aullando entre relámpagos
perdido en la tormenta
de mi noche interminable,
Dios, busco tu nombre.
No quiero que tu rayo
me enceguezca
entre el horror
porque preciso luz para seguir.
Lo que aprendí de tu mano.
no sirve para vivir.
Yo siento que mi fe se tambalea,
que la gente mala vive, Dios,
mejor que yo.
Si la vida es el infierno
y el honrado vive entre lágrimas
¿cuál es el bien
del que vive en nombre tuyo,
limpio, puro? ¿para qué?
Si hoy la infamia da el sendero
y el amor mata en tu nombre Dios
lo que has besao.
El seguirte es dar ventaja
y el amarte sucumbir al mal.
SITUACION DEL PROTAGONISTA
La poesía comienza con una descripción de la situación del autor y de su condición desesperante. La primera palabra del poema, «aullando», pinta en colores oscuros, tétricos, su situación. En rigor, las personas no aullan.
Son los lobos («los lobos aullan de hambre»), son los perros los que aullan, emitiendo un sonido prolongado y quejumbroso. La persona, sin embargo, puede llegar a sentirse como un animal que en su desesperación, su miedo, su soledad, su queja, llega a emitir sonidos a la manera de aullidos.
Pero lo más importante de las primeras cuatro líneas del poema, no radica tanto en esa expresión comentada, por fuerte e impactante que sea. Más bien, me parece, radica en el hecho de que el autor señala que está en la búsqueda de Dios. «Dios, busco tu nombre» dice al final. Un final del que dependen los otros términos que describen la forma de esa búsqueda. «Dios, busco tu nombre» ¿cómo? ¿desde qué situación? ¿por qué? y responde: «aullando entre relámpagos», «perdido en la tormenta de mi noche interminable.»
Uno se pregunta ¿cómo interpretar los «relámpagos»? ¿de qué «tormenta» nos habla el autor? La respuesta no es difícil. En realidad la clave interpretativa la ofrece el autor cuando dice: «No quiero que tu rayo me enceguezca entre el horror.» Las palabras reflejan temor, pánico de caer fulminado por el juicio divino.
La tormenta entonces, parece ser la que vive el protagonista, pero que, de algún modo, tiene a Dios como artífice. La imagen es la de un Dios cruel y vengativo que sume en el horror a la criatura desesperada y solitaria. Y otra vez, como en el «busco tu nombre» ahora agrega: «preciso luz para seguir».
DIOS, YO TE REPROCHO…
La parte central del poema constituye el reproche que Discépolo lanza al Creador. Básicamente se trata de dos acusaciones: a) «lo que aprendí de tu mano, no sirve para vivir.» Es decir, «tu propuesta de vida no me sirve, no es práctica, no funciona ni responde a la realidad.» b) «la gente mala vive Dios, mejor que yo.» En otros términos: «a los malos les va fenómeno, o por lo menos les va mejor que a mí que (por implicación) soy bueno.»
Se trata del milenario problema de por qué los malos progresan y a los buenos pareciera que nada les sale bien: «No pegan una».
Explicitando lo anterior, Discépolo dice luego que toda esta descripción, no se pueda afirmar. La realidad que lo circunda y que él mismo vive, desmienten trágicamente lo que la Biblia y la iglesia parecen haberle enseñado («lo que aprendí de tu mano»).
Y añade en un condicional que por el contexto debe ser interpretado como afirmación: «si la vida es el infierno/ y el honrado vive entre lágrimas/ ¿cuál es el bien…?» Decimos que el condicional es afirmación porque la vida es el infierno y se constata que el honrado vive llorando su dolor. Para Discépolo el infierno ya está aquí, en la vivencia propia que también es de otros.
La realidad, para el autor, desmiente que valga la pena vivir para Dios, en una vida pura, limpia. Lo dice explícitamente aunque a modo de pregunta: «¿cuál es el bien del que vive en nombre tuyo, limpio, puro? ¿para qué?» No tiene ningún sentido vivir conforme a la voluntad de Dios, de acuerdo a sus preceptos, en limpieza de motivaciones y de conducta.
En la parte final de la poesía, Discépolo utiliza otro condicional-afirmativo: «Si hoy la infamia da el sendero/y el amor mata en tu nombre…». Acaso son las frases más enigmáticas. No tanto la primera que parece indicar que la infamia es la que hoy marca el paso, indica el camino, es la que reina cruel y desafiante. Sino más bien la segunda frase de un amor que «mata en tu nombre, Dios, lo que has besao». Uno se pregunta ¿en qué sentido? y ¿a qué se da muerte?
Cualquiera fuese la interpretación una cosa es cierta para el autor: el mal es el que hoy triunfa y lo que Dios ha hecho y aprobado («besado») resulta fracaso, termina en muerte, aún en nombre de Dios. Es una contradicción fatal. Por todo ello, concluye: «el seguirte es dar ventaja,/ y el amarte sucumbir al mal.» En síntesis, «no voy a seguirte ni voy a amarte porque ya sé el final: el mal terminará por vencerme».
EL SALMO 73: RESPUESTA DIFERENTE PARA EL MISMO PROBLEMA
Uno se sorprende cuando constata que el problema planteado por Discépolo en realidad no es descubrimiento exclusivo de él. Acaso la exclusividad pudiera relacionarse con el escenario que describe: la sociedad de Buenos Aires. Pero sólo en eso. Porque el mismo problema que plantea en «Tormenta» es exactamente el mismo que refleja el salmo 73. Un poema mucho más extenso que el comentado, ciertamente, pero que en esencia señala la misma situación, aunque con una diferencia sustancial: su respuesta final. Corresponde que lo citemos in extenso:
¡Qué bueno es Dios con Israel!
con los de limpio corazón!
Un poco más, y yo hubiera caído;
mis pies casi resbalaron.
Pues tuve envidia
al ver cómo prosperan
los orgullosos y malvados.
A ellos no les preocupa la muerte,
pues están llenos de salud;
no han sufrido las penas humanas
ni han estado en apuros
como los demás.
Por eso el orgullo es su collar
y la violencia su vestido;
están tan gordos
que los ojos se les saltan,
y son demasiadas
sus malas intenciones.
Con burla, orgullo y descaro,
amenazan hacer maldad y violencia;
atacan al cielo con sus labios
y recorren la tierra con su lengua.
Por eso la gente los alaba
y no encuentra ninguna falta en ellos.
Preguntan: ¿Acaso Dios va a saberlo?
¿Acaso se dará cuenta el Altísimo?
¡Miren a estos malvados!
Con toda tranquilidad
aumentan sus riquezas.
¡De nada me sirve tener limpio
el corazón
y limpiarme las manos de toda maldad!
Pues a todas horas recibo golpes,
y soy castigado todas las mañanas.
Si yo hubiera pensado como ellos,
habría traicionado a tus hijos,
Traté de comprender esto,
pero me fue muy difícil.
Sólo cuando entré
en el santuario de Dios
comprendí a dónde van ellos a parar:
los has puesto en lugar resbaladizo
y los empujas a la ruina.
¡En un momento quedarán destruídos!
¡El miedo acabará con ellos!
Cuando tú, Señor, te levantes,
como cuando uno despierta
de un sueño,
despreciarás su falsa apariencia.
Yo estuve lleno de amargura
y en mi corazón sentía dolor,
porque era un necio que no entendía;
¡era ante tí igual que una bestia!
Sin embargo,
siempre he estado contigo.
Me has tomado de la mano derecha,
me has dirigido con tus consejos
y la final me recibirás con honores.
¿A quién tengo en el cielo?
¡Sólo a tí!
Estando contigo
nada quiero en la tierra.
Todo mi ser se consume,
pero Dios es mi herencia eterna
y el que sostiene mi corazón.
Los que se alejen de ti, morirán;
destruirás al que no te sea fiel.
Pero yo me acercaré a Dios,
pues para mí eso es lo mejor.
Tú, Señor y Dios, eres mi refugio,
y he de proclamar todo lo que has hecho.
(Versión «Dios Habla Hoy»)
EL MISMO PROBLEMA
Que se trata del mismo problema planteado por Discépolo «no hay quien lo niegue» o que pudiera negarlo. En efecto, Asaf, el autor de este salmo, describe a los que él denomina «orgullosos y malvados» y reconoce haber tenido envidia «al ver cómo prosperan». Que a ellos parece que todo les fuera bien, es claro para Asaf, toda vez que indica que «no les preocupa la muerte, pues están llenos de salud», «no han sufrido las penas humanas ni han estado en apuros como los demás».
Sus riquezas aumentan y la gente los alaba. Constatado esto, Asaf reflexiona en una especie de soliloquio: «¡De nada me sirve tener limpio el corazón y limpiarme las manos de toda maldad!» Discépolo dice:»¿Cuál es el bien del que vive en nombre tuyo limpio, puro? ¿para qué? Y el paralelismo se hace notable cuando observamos que tanto para Discépolo como para el salmista, la realidad social que les golpeaba en sus días les resultó un enigma de muy difícil solución. Para el primero, en rigor, no hubo solución. Esa realidad descarnada y cruel, siguió como una contradicción existencial sin solución lógica y creíble. Asaf dice «traté de comprender esto, pero me fue muy difícil.»
UNA RESPUESTA DIFERENTE
Pero el paralelismo se rompe en el versículo 17. Allí, en un punto de viraje el salmista dice: «Sólo cuando entré en el santuario de Dios comprendí a dónde van ellos a parar».
Aquí esta la clave que para Asaf fue el comienzo de la solución al enigma existencial de por qué los malos progresan y a los buenos y piadosos pareciera que nada les saliera bien. Es la presencia de Dios, su «santuario» el que nos puede dar la respuesta a esta inquietante problemática de la vida.
En especie de «video tape prospectivo» Dios le muestra el fin de los malvados y orgullosos. Están en lugar resbaladizo, marchan hacia la ruina, quedarán destruídos. Cuando el Señor se levante en juicio contra ellos (para Asaf el juicio es algo del futuro, no del presente) «despreciarás su falsa apariencia.»
Asaf nos enseña, como fruto de su propia experiencia con Dios, que lo que tenemos que juzgar no es el presente a secas sino el presente pero a luz del futuro eterno que es, en resumidas cuentas, el que da la clave para el problema de la existencia hoy. Que mucho de lo que constituye el súmmum bónum del hombre no es otra cosa que apariencia falsa porque el presente debe juzgarse a la luz de la eternidad. De otro modo, no tiene sentido.
El salmista confiesa su amargura, su dolor. Se sentía como una bestia irreflexiva (¿»aullando entre relámpagos»?).
Pese a ello, reconoce y agradece por haber sentido la presencia de Dios muy cerca de él y haber sido tomado de la mano derecha por el Creador. Un Creador que lo ha dirigido con sus consejos y que, con seguridad, lo recibirá un día en la gloria.
Por lo tanto, mientras en el cielo la realidad es sólo Dios, aquí en la tierra no quiere otra cosa que no sea El. Es cierto que siente que su ser se consume, porque eso es propio de la criatura, un ser frágil y decadente («el hombre es carne»). Pero mientras su ser se consume Dios sigue siendo el mismo, El no cambia y la herencia que ha prometido a los que le son fieles es una herencia de eternidad mientras sostiene el corazón de Sus hijos que claman por su aflicción.
Lo mejor entonces, no es otra cosa que acercarse a Dios y agarrarse fuertemente de El como el único refugio que nos puede sostener en medio de la tormenta. La fe se tambalea cuando en lugar de afirmarse en Dios, se deja vencer por la adversidad, por más trágica y más cruel que ella resulte.
esta es una reflexion que nos insita a continuar en el camino de Dios, sin importar nuestros problemas ya que sabemos que al final recibiremos la recompensa del Señor.
Buena reflexion que nos sirve, para detener nuestros miedos, y envidias por los prosperos, que no conocen la palabra de Dios, y llenarnos de gozo en el quellena nuestro corazon de amor y esperanza Jesucristo, amen.
Es muy buena esta refelxión porque hace poco decía estas mismas frases que el malo prospera y que uno no, era referenta a un vecino que no es muy bueno,a veces uno piensa como humano, de la carne que somos, porque uno desea que las cosas sucedan ya, pero es verdad referente al Salmo los malos prosperan pero lo que vienen después para ellos, no desea uno vivirlo, y cada día la palabra de Dios es verdadera sólo que hay que saber esperar en él y confiar, la fe hay que vivirla sabemos que a Dios nada se le pasa. Gracias por este mensaje porque me ha servido de mucho y saber comprender lo que Dios quiere de nosotros. Alabo al Rey de Reyes, y Señor de Señores.
cuando en tu sentimientos,mente y acciones (alma) crees que todo te va mal Dios te hace recordar que te tiene en su mano pero depende de ti si la tomas o no es tu desicion no de El
GRACIAS POR ESTAS REFLECCIONES
No envidies al hombre injusto,
Ni escojas ninguno de sus caminos.
32 Porque Jehová abomina al perverso;
Mas su comunión íntima es con los justos.
33 La maldición de Jehová está en la casa del impío,
Pero bendecirá la morada de los justos.
34 Ciertamente él escarnecerá a los escarnecedores,
Y a los humildes dará gracia.
35 Los sabios heredarán honra,
Mas los necios llevarán ignominia.
Proverbios 3.31-35
porfavor q saben ustedes de la doctrina del g 12
Estimada Betza, ya le respondí en el tema La noche.
Considere lo que allí le escribí y siga los consejos que le dí sobre cómo recabar mayor información.
Basta escribir G12 en el buscador de Google para que le aparezca más información de la que tendrá tiempo de analizar.
Espero que no se trate sólo de provocar unh debate por que sí. Para eso ya hay otros foros.
Bendiciones
Reflexionemos hacerca de que si verdaderamente prosperan y nada les preocupa a los impios por asi llamar, no nos dejemos llevar por espejismos porque sabemos donde podemos hallar la verdad. No importa lo que se tenga o no se tenga cuando no se tiene a Dios, por que no hay satisfaccion duradera.