por RICARDO ZANDRINO
PRIMERPARR.D = SOBRE la rama de un inmenso petiribí, dos monos
discutían acaloradamente en torno al tema de la vida eterna.
-Te digo que la vida eterna es como vivir en el agua. Los peces se mueven y respiran en ese medio, intercambiando el oxígeno, pero además adquirie allí el alimento, la protección, y el medio para desplazarse. Ya conoces la frase popular: "como pez en el agua", pues ahí tienes; para ellos el agua es todo.
-Está bien, lograste el punto al demostrar la importancia de vivir en su medio, pero… ¿qué tiene que ver un pez con la vida eterna?- respondió el segundo mono, mientras con la cola se aferraba al tronco, pues por la excitación y las gesticulaciones corría riesgo de caer al vacío.
-Como ahora verás, tiene mucho que ver. Para ellos el agua es toda su realidad, y además está la posibilidad de su trascendencia; allí se reproducirán y continuarán la especie.
Cada pez al mirar a su hijo y a su nieto seguramente podrá reflexionar sobre su condición, diciendo: "evidentemente somos eternos; en el agua estuvimos en el origen de la vida, y aquí perpetuaremos la existencia".
-No seas tonto- replicó el segundo mono -lo realmente trascendente es el aire: es cronológicamente posterior al agua en el proceso de la vida, y allí está el sol que calienta e ilumina, y el cielo azul que nos eleva en la imaginación. Si sacas un pez del agua ¿qué sucede?
-Y… rápidamente muere -respondió desalentado el primer mono.
-¿Y dónde está entonces tu trascendencia?
-Está bien, ya que eres tan sabio… ¿Dónde está la tuya?
-En las aves- respondió el segundo mono con total-convicción, haciendo un perfecto equilibrio entre las dos patas y-la cola, lo cual le permitía expresarse con comodidad.
-¿Y qué tienen que ver las aves con la vida eterna?
-Las aves viven en la tierra, allí comen, hacen sus nidos, tienen sus crías en los árboles o en las altas montañas, pero, y he aquí el punto fundamental, se desplazan por el aire… saltan y se transforman, y entonces se elevan al cielo- acompañando esta última frase, el segundo mono abrió ampliamente sus miembros superiores y trató de darle a su rostro un toque espiritual que confirmara su punto.
-Ya que eres tan inteligente te haré otra pregunta ¿Qué sucede si tomas un ave y la elevas unos kilómetros más alto que su vuelo habitual?
-Bueno… supongo que se moriría al quedar sin oxígeno.
-Ya ves, con semejantes limitaciones no podemos tampoco utilizar las aves para que nos ilustre sobre la vida eterna.
Ambos monos quedaron meditabundos y cabizbajos. Luego de un momento, el primer mono sugirió que bajaran a la selva a comer banana para ver si esto les levantaba el ánimo, lo cual pareció una buena idea al segundo mono. Comenzaron a bajar, y al llegar a tierra se encontraron con un viejo amigo sapo.-¡Heee…! qué cara de velorio que tienen, ni que hubieran perdido la cola. Díganme ¿Qué les sucede?
-Es que estamos en una gran discusión, y no logramos resolverla. Aunque no creo que sirva de mucho explicarte, tú no entiendes de estas cosas -dijo el segundo mono-.
-Bueno, no se pierde nada con explicarme de qué se trata.
El primer mono comentó entonces el tema y la interpretación fallida de cada uno de ellos. Al terminar, el sapo comenzó a reír feliz.
-¿Por qué te ríes?- preguntó el segundo mono mientras caminaban rumbo al bananal-.
-Porque yo tengo la respuesta, y ustedes que no creían en mí verán que el despreciado termina siendo quien resuelva el enigma.
-¿A ver?- dijeron ambos monos a una.
-Pues bien, la vida eterna se explica por la metamorfosis de los batracios como yo.
-¿Cómo es eso?- preguntó el segundo mono mientras terminaba de pelar una banana.
-Bueno, nosotros nacemos en el agua, y vivimos una experiencia semejante a la ya utilizada por uno de ustedes. Allí desarrollamos nuestra infancia; aprendemos a jugar, y nos divertimos a lo grande nadando con nuestra poderosa aunque flexible y versátil cola, que nos permite prácticamente cualquier pirueta. En el agua comemos, dormimos, y vamos madurando nuestro carácter. Pero atención que aquí justamente está la clave: en la maduración. En un punto determinado de nuestra vida se produce un cambio de mentalidad que traerá trascendentes consecuencias.
-Te escucho- dijo el primer mono semi-atragantado con media banana en la boca.
-Como les decía, de pronto sentimos un llamado poderoso en nuestras entrañas, un calor que quema nuestros instintos y nuestros intestinos, y que nos impulsa a dejar atrás el agua y salir al aire. Entonces no lo pensamos dos veces; tomamos un envión y nos sumergimos al fondo del charco, estanque o río, y desde allí aceleramos al máximo con todo lo que tenemos: patas, cola, brazos, y abriendo al máximos los dedos para que las membranas interdigitales ofrezcan mayor resistencia, y ¡¡¡ZUM!!!, salimos volando del agua y caemos en tierra seca.
Los monos continuaban el relato con ojos desorbitados.
-No les puedo explicar lo que significa el cambio- continuó el sapo con cierto aire de despreocupada superioridad -es como nacer de nuevo; amanecemos a una nueva vida. Respiramos de un modo diferente, nuestra piel se torna húmeda, perdemos la cola y nos desplazamos con saltos maravillosos que se asemejan mucho al volar.
-Y qué más?- preguntaron los monos, que habían dejado de comer para dedicarse a la meditación espiritual, en sintonía con las elaboraciones intelectuales del sapo y su análisis de lo trascendente-.
-Y falta lo mejor…, los días de lluvia, salimos felices a recordar nuestra antigua condición y las maravillosas excelencias del cambio. Para nosotros la lluvia es como la Pascua judía de los humanos; se recuerda el momento de la liberación de las ataduras de esclavitud para ir camino a una nueva tierra. Como les dije: la clave está en la conversión, en el cambio, en el nacimiento a una nueva vida.
Ambos monos estaban atónitos, con la boca abierta y las colas quietas, expresión corporal que traducía cuán profundamente habían calado las palabras del sapo.
– Realmente eres un genio, perdónanos por haber desvalorizado tu sabiduría.
-¡Baahhh! no es para tanto. Se trata de cosas de niños.
Y diciendo estas palabras, el sapo se alejó saltando alegremente, devorando aquí y allá algún desafortunado insecto que se cruzaba en su camino. De pronto dio un enorme salto y desapareció de su vista.
FIN
Dichosos los que han resivido la conversión y ese momento comienza la tarea de mover y remover el interior de los hermanos que como el sapo se les prepara el camino para llegar al cambio y comenzar una nueva vida
Excelente fábula que incita a la reflexiòn
Gracias por laparticipaciòn, que Dios los bendiga y estenuevo año sea de mucho amor y prosperidad.