Hablar de disciplinas espirituales o de espiritualidad cristiana implica tomar conciencia del costo del discipulado. Ser discípulo es estar ‘dispuesto’ o disponible a la escucha de la Palabra del Maestro. Las disciplinas espirituales tienen que ver con los esfuerzos conscientes que realizamos en nuestra interioridad para recibir la visita de la Trinidad.
La mayoría de nuestros aprendizajes están dirigidos a enseñarnos cómo comportarnos en público, por ejemplo: cómo desempeñarnos mejor en los grupos, cómo responder a las expectativas que nuestra presencia despierta en relación con nuestra identidad, profesión, estatus, afiliaciones, roles, etc. Pocos son en cambio los aprendizajes que adquirimos para comportarnos en la ‘intimidad’. La intimidad tiene que ver con la habilidad que desarrollamos para mantenernos en una proximidad que conserve a su vez una distancia en la cual el otro se pueda sentir libre. Es decir, podemos generar intimidad con otra persona y al mismo tiempo continuar siendo diferentes.
Con frecuencia, es en la intimidad que nos dirigimos a nuestro Dios, estamos a solas con él, cuando nadie nos ve (Mateo 6:6). Es en silencio, en simplicidad que surge nuestra actitud atenta, vigilante, reverente; es decir, en una pasividad activa. Esta conducta que describimos la mantenemos ante un Otro majestuoso, pero que nos mira con los ojos de un padre. Este Otro majestuoso, Señor de los cielos y de la tierra, está acompañado por su Hijo, el que tiene un cuerpo semejante al nuestro, con la diferencia que está transformado por la resurrección. Completa el grupo el Espíritu Santo, una presencia que despliega una impresionante fuerza creadora.
Las disciplinas espirituales son caminos milenarios que la piedad ha ido desarrollando para enseñarnos a estar despiertos ante la Divinidad. Para esto se ejercitan los sentidos, el gusto, el tacto, el olfato, la vista y en particular el oír. Este sentido, para estar en óptima capacidad de escucha, exige una total entrega a la persona, cosa o situación a la cual el individuo atiende. Pero también se trata de domar los instintos, el apetito, la sed, la sexualidad. Dentro de este orden se trata de adquirir destreza en el manejo de la frustración, las situaciones de incomodidad, la capacidad para soportar el dolor, la humillación, etc. En otras palabras, se ‘templa’ el carácter para que éste no sea un obstáculo durante la espera en la presencia del Señor de los Señores.
Las disciplinas espirituales nos preparan para ser obedientes al mandamiento “No te harás imágenes”. Tener imágenes es una forma de prejuicio religioso, en el caso de la fe cristiana es simplificar y reducir la hondura del misterio de la Trinidad. Lo que olvidamos con frecuencia es que todas nuestras “representaciones” son imágenes que utilizamos para dar a nuestro discurso una apariencia lógica. Cuando por ejemplo, el apóstol nos insta a meditar bajo la indicación de “Considerar a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores”, lo que nos sugiere es que abandonemos todo lo que hasta ese momento sabíamos y permitamos que Él nos visite, “venga a habitar en nosotros” y de ese modo tengamos una percepción nueva de Su Presencia.
Quisiera enfatizar la realidad de la vivencia espiritual. El hecho de ser interceptados, ser sorprendidos por la esperada/inesperada llegada del Señor a nuestra cotidianeidad. Esta aguda captación del que llega cuando desea porque está permanentemente invitado, sólo es posible adquirirla con entrenamiento. No es sólo una idea sino un comportamiento: “El que me ama sigue mis enseñanzas”. El amor aquí se entiende como un descentrarse de lo que uno imagina, para centrarse en el otro a quien uno libremente escogió amar; esta disposición conduce a la responsabilidad y por lo tanto a la madurez.
La espiritualidad procura hacer conscientes los diversos movimientos del alma en este proceso de “descentramiento”, es decir salir de mi egocentrismo. ¿Cómo paso a paso me voy dando cuenta de la diferencia entre fantasía e imaginación? Es decir, ¿cómo descubro que la realidad nada tiene que ver con mis fantasías, con “hacerme el bocho” con esto o con lo otro, que Dios es un ser real y que por lo tanto tiene una iniciativa diferente de la mía? Él considera mi deseo y las producciones imaginativas de ésta, pero Él las observa con una independencia que supera toda ocurrencia mía. Entre otras cosas porque Él conoce aspectos de mi persona que escapan de mi conciencia.
Luego, cuando leo la Palabra bajo la inspiración del Espíritu Santo y luego medito pasando un momento en silencio ante el Padre que está atendiéndome, en toda mi personalidad (cuerpo, psiquis, espíritu…) “acontecen” cosas diversas que me transforman. El modo como me doy cuenta de esto nuevo que sucede en mí, lo puedo captar únicamente si estoy disciplinado a la vida espiritual. Del mismo modo que puedo devolver una pelota por encima de la red si tengo alguna noción de Volley. O puedo hacer operaciones bancarias si conozco las reglas con las que esas entidades se manejan.
Sin embargo, con lo espiritual hay una cantidad de prejuicios que aprendemos en nuestros procesos de socialización. Lo espiritual tiene, o un ámbito de irrealidad, por lo cual no llega a nuestra conciencia, o lo ubicamos en el terreno de lo mágico con lo cual no es más que la proyección de nuestras fantasías. La espiritualidad nos ayuda a través de las diferentes disciplinas, a vivir la realidad de lo espiritual en la intimidad de nuestra propia personalidad, haciendo consciente el proceso de transformación que nos habla Pablo en Romanos (8.9 17).
La vida de discípulos de Jesucristo es un permanente deslumbramiento, donde sólo transcurren “acontecimientos”, es decir eventos, novedades, situaciones inesperadas, lo que provoca una contínua ruptura de esquemas, patrones, formulaciones acabadas. Por otra parte, todas estas situaciones que vienen al hombre son iniciativas de la Gracia, son sincronías que únicamente las podemos captar si estamos despiertos, deseando al “Deseado” de toda la creación, y que por otra parte es El que origina todo deseo, en su Palabra: “Cómo he deseado estar con ustedes”. Es decir las disciplinas espirituales no tienen tanto que ver con la doctrina, en tanto formulación conceptual sino que tienen que ver con las habilidades y destrezas para desenvolvernos en el deseo de encontrarnos con nuestro Dios.
Todas las disciplinas espirituales, como un mandala, giran en torno a una ceremonia central, ceremonia que por otra parte es el eje desde el cual surgen todos los acontecimientos, del mismo modo que la flor a través de su tallo aflora. Y esta ceremonia es la Santa Cena o Eucaristía. Podríamos pensar también en la Eucaristía como un holograma, es decir, es un instante que vivimos que condensa toda nuestra existencia junto con la promesa de eternidad para nuestra identidad. Existencia y eternidad conforman una secuencia que el ritual descubre como esencia de la vida.
Del mismo modo que en la Eucaristía en el instante en que se parte el pan experimentamos una ruptura de una imagen o representación. Imagen o representación quebrada que en un nuevo instante es restaurada, transformada en la mano del Señor resucitado. La alegría desbordante de este milagro que percibimos conforma las emociones con las cuales recibimos en nuestros labios la “copa” y sorbemos el vino de la redención. La forma adecuada, reverente y responsable con la que asistimos a esta ceremonia es una disciplina espiritual. Luego, las disciplinas espirituales nos permiten experimentar “la novedad de vida”.
Recomiendo la lectura del libro de Richard Foster, Alabanza a la disciplina, editado por “Betania”, y propongo su lectura y práctica en grupo.
hola, dios los bendiga
La opinion sobre la buena enseñanza que dejaron es esta:
La verdad es muy buena y sirve para reflexionar en espesial sobre todo en la calidad de la vida espiritual en que cada cristiano tiene que aprender a llevar.
Y sobre todo para las personas que todavia no tuvieron una experiencia con el espiritu santo. Es un mensaje muy especial
HOLA! QUE CONTINUE SIENDO BENDECIDO ABUNDANTEMENTE. MUCHAS GRACIAS POR SUS PUBLICACIONES Y COMENTARIOS. ES MI DESEO DE COLABORAR CON SU MINISTERIO, LO ANHELO, AUNQUE EN ESTOS MOMENTOS NO PUEDO POR CIERTAS SITUACIONES FINANCIERAS, CREO QUE ESTO PASARA, LO CREO, LO CONFIESO Y LO PROCLAMO, Y ENTONCES ME HARE PRESENTE. SON DE GRAN BENDICION DIA A DIA, Y OTRA VEZ MUCHISIMAS GRACIAS Y PROSPERIDAD. CARLOS GARCIA
Dios les Bendiga
buenisimo, porque muchos no desean someterse y vivir en esa disciplina espiritual, para ser transformados.
Excelente entendimiento de la disciplina espiritual solo los que la practican reciben transformacion en la intimidad de la presencia del señor y que todos aprendamos a pagar el precio para sintonizarnos y experimentar la novedad de vida en Jesucristo, es muy claro me motiva a ser disciplinada.
la diciplina espiritual me ayuda cuando mis fuerzas ya no puden mas o cuando dejo toda mi comfianza a mi creador jehova el tiene el poder de mandar su espiritu santo para cambiar todo mi ser y me hase ver mi estado carnal, que no importa lo que me este sucediendo o este pensando El cambia todo y me hace renacer de nuevo en la vida que tiene diseñada parami desde el principio es maravilloso poderoso y nunca medeja cuando el sabe cuando mi corazon es cinsero y clamo sus bendiciones. tambien es importante dar nuestro testimonio como agradecimiento a nuestro padre jehova. que dios mande su espiritu santo y fluya en sus corazones paz y bondad hermanos.
creo que si buscáramos con una frecuencia considerable predicaciones cristianas, no importa si en la radio, la tv, Internet, en libros y las pusiéramos en práctica, tendríamos mejores vidas. Pensemos
HERMANOS DIOS LES BENDIGA, HAY QUE ABRIR NUESTROS LABIOS EN TODO MOMENTO, LE COMPARTO ESTO; EN EL LIBRO DE PROVERVIOS DICE QUE SI BUSCARAMOS COMO EL QUE BUSCA UN TESORO, QUE SI ESCUDRIÑARAMOS COMO EL QUE BUSCA LA PLATA. ENTONCES ENCONTRARIAS EL CONOCIMIENTO DE DIOS. PERO ESTO IMPLICA DICIPLINA.HACEMOS TODO ESTO PERO PARA NUESTRO PROPIO INTERES. RECUERDEN NUESTRO REINO NO ES DE ESTE MUNDO. NO SE TRAE NADA AL NACER Y NADA PODREMOS SACAR DE AQUI.LES AMO.