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Compromiso Cristiano

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Home » La Madurez » Nacer para crecer

Nacer para crecer

By Administrator  Posted on agosto 25, 2008 In La Madurez 6 Comments
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 Por RAUL CABALLERO YOCCOU

"Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino

incorruptible, por la Palabra de Dios, que vive y permanece para

siempre…y esta es la palabra por el evangelio os ha sido

anunciada.

Desechando pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias

y todas las detracciones, desead como niños recién nacidos la

leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para

salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.

Acercándoos a él…sed edificados…para ofrecer sacrificios

espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo" 1 Pedro

1:23 a 2:5)

Para hablar de crecimiento y adultez en cualquier forma de vida,

no es posible hacerlo sin pensar previamente en el nacimiento.

Tal el planteo que hace Pedro en párrafo de su primera carta que

transcribimos arriba.

Las doctrinas de la fe cristiana están incluidas en esta

secuencia que va, desde el nacimiento hasta la culminación del

proceso: ofrecer sacrificios espirituales que sean aceptables a

Dios, por medio de Jesucristo. La figura bíblica de la madure

implica un crecimiento constante: en la fe (2 Ts.1:3); en la

gracia (2 P.3:18); en todas las cosas (Ef.4:15). Y esto presupone

alimentación bíblica metódica y planificada, que produce

ejercicio espiritual.

Hasta cierto punto la adultez en la vida humana es una figura de

la madurez espiritual, pero que llega hasta cierto punto, porque

la experiencia vivida en el Espíritu se sigue acrecentando y

consolidando hasta el fin de la vida no llegando nunca hasta la

madurez completa. ¿Cuando entonces podemos hablar con propiedad

de madurez espiritual? ¿En qué momento de la vida cristiana una

persona es madura? ¿Qué relación hay entre la edad y la madurez?

No apresuramos a decir que una persona puede ser mayor por los

años que hace que ha renacido espiritualmente, y aún estar con

los rudimentos de la Palabra de Dios. (He.5:12), y en cambio

puede tratarse de un creyente joven, que se conduce como un

hombre de Dios (1 Ti.6-11). ¿De que elementos disponemos entonces

para evaluar la madurez? Sugerimos seguir el orden establecido en

el párrafo que hemos transcripto de la carta de Pedro:

1-RENACIDOS. Sin haber nacido de Dios (1 J.2:29), sin la vida del

Espíritu (Ro.8:2-10), no hay ninguna posibilidad de incrementar o

perfeccionar una existencia espiritual que no hemos adquirido.

Pareciera innecesario mencionarlo en nuestra revista, pero

siempre consideramos la posibilidad de que una persona que no ha

nacido de nuevo lea la revista, debiendo entonces enfrentar el

desafío de la vida de Dios que plantean las Escrituras.

2-DESECHAR, incluye una firme resolución de cercenar

intrépidamente la vida carnal que está representada en 1 Pedro:

malicia, hipocresía, envidias y detracciones, es decir, elementos
de disolución y licencias que perturban el desenvolvimiento

natural de la nueva vida.

Si estos elementos se mezclan en la vida espiritual del

cristiano, representan una adulteración del alimento, que con su

toxicidad pueden deformar definitivamente el desarrollo espiritual

y el creyente continúa siendo un vasallo de la vieja vida con

todos los síntomas de la incredulidad. Estas cosas (repetimos:

malicia, engaño, hipocresía, envidias y detracciones) son el peso

del pecado que nos rodea, y debemos desecharlas.

Es el viejo

vestido rayado y sucio que ya no podemos vestir (Ef.4:22-23). El

viejo hombre tal como Pablo presenta en sus abundantes apologías

a la santidad es una personalidad irritante, un enemigo pródigo

en amenazas y fascinador por las tentaciones con apariencia

agradable e insinuaciones sutiles. Debemos adquirir un claro

conocimiento de cuál es la dieta correcta del cristiano: qué debe

recibir y qué en cambio rechazar.

3-CRECER, con todas las capacidades con que hemos sido

investidos, con todos los recursos que ofrece la palabra de Dios,

con todo aquello que fortalezca la experiencia de la fe. En

Efesios 4:15 dice: "siguiendo la verdad en amor, crezcamos en

todo aquél que es la cabeza, esto es, Cristo". Solamente es

posible crecer mediante "la leche no adulterada" que

posteriormente tiene que ser reemplazada con "vianda firme" (1

Co.3:2). Parte de este tipo de alimento es el que recibimos por

la obra del Espíritu Santo iluminando al leer la Palabra de Dios

(1 Co.2:6-13).

Pero el solo hecho de ingerir un alimento más

sólido no significa necesariamente un proceso de maduración,

porque hay creyentes que saben bien las Escrituras, pero son

niños por las actitudes mundanas que manifiestan en la vida de la

iglesia, por ejemplo. La nutrición es necesaria para crecer, pero

la maduración espiritual evidenciará un progreso en la conducta.

En 2 Pedro 3:18 leemos de "crecer en la gracia y el conocimiento

de nuestro Señor y Salvador Jesucristo". Y en 2 Ts.1:3 agrega

Pablo: "Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros hermanos,

como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo y el amor de

todos y cada uno abunda para con los demás".

Cuando todo el mecanismo del crecimiento entra en acción, se

efectúan en el cristiano los procesos que la conducen a terminar,

cumplir, ajustar o concluir su ministerio de la manera en que

Dios lo ha determinado. Cuando hablamos de completar, nos

acordamos de las palabras del Señor: "mi comida es que acabe su

obra (del Padre)", o de las de Pablo: "que acabe mi carrera con

gozo y el ministerio que recibí del Señor Jesús (Jn.4:34 y

Hch.20:24). La madurez cristiana apunta decididamente a ese

ordenamiento espiritual que cumple y completa los propósitos

divinos en nosotros, tal es lo que leemos en 2 Corintios 13:9,

dice: "y aún oramos por vuestra perfección". Es parte de la meta

del crecimiento que todo ser espiritual se conduzca con

sentimiento adulto (Fil.3:15).

Hay numerosos recursos que se nos ofrecen para llegar a la meta.

Destacaremos solamente tres:

1-PARTICIPACION DE LA SANTIDAD "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas limpiémonos

de toda contaminación de carne y de espíritu perfeccionando la

santidad en el temor de Dios". (2 Co.7:1)

Con este versículo concluye la primera parte de la epístola,

cuyo contenido principal ha sido: la presencia de Dios en las

vidas de los cristianos como un verdadero estímulo a la santidad.

Las tres promesas con que concluye el capítulo 6 son:

a) Comunión "habitare y andaré entre ellos"
b) Protección "yo os recibiré" y
c) Hogar "yo seré para vosotros Padre".
Las experiencias que conducen a la santidad también nos conducen

a la madurez. La vitalidad que se necesita para cortar los lazos

con el mundo es sólo provisión de Dios. La santidad no es

meramente negativa, en el sentido de interrumpir el trato con el

enemigo, sino que es positiva porque desarrolla nuestra comunión

con Dios.

2-RECEPCION DE LA Enseñanza
"Y él mismo constituyó a unos apóstoles; y a otros profetas; a

otros evangelistas y a otros pastores y maestros; a fin de

perfeccionar a los santos" (Efesios 4:12)

Dios puso en la iglesia a hermanos con dones espirituales para el

crecimiento de los creyentes. Son distintos tipos de funciones y

oficios que pueden estimular el desarrollo de la vida. Pero la

enseñanza impartida por quienes tienen el don, debe ser

compartida por todos los miembros entre sí, porque el

perfeccionamiento de los santos es para la "obra del ministerio,

para la edificación del cuerpo de Cristo" (Ef.4:12-13). Si los

miembros no se nutren, no se edifican y en consecuencia jamás

alcanzarán la madurez de que estamos hablando.

Por medio de Pablo la iglesia de Efeso recibió abundante

alimento, de día y de noche, durante tres largos años de

ministerio allí, atento a entregarles todo el consejo de Dios y

alerta por la posible entrada de enemigos en la comunidad

(Hch.20:17-38).

3-EVIDENCIA DE LA COMUNION
"Os ruego hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo,

que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros

divisiones sino que estéis perfectamente unidos, en una misma

mente y un mismo parecer" (1 Co.1:10).

Las divisiones, contiendas, murmuraciones y otras prácticas

semejantes, son propias de cristianos inmaduros, son el resultado

de infantilismo crónico que amenaza a las familias y a las

iglesias. "Hablar una misma cosa" es sinónimo de sentir lo mismo,

de tener la misma mente y objetivos.

Leemos es 2 Corintios 13:11

"Por lo demás, hermanos, perfeccionaos (es decir: completad

vuestro crecimiento, terminad vuestra función), consolaos, sed de

un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios de paz y de amor estará

con vosotros" Notamos que la madurez y perfección está unida al

gozo, la paz, el mismo sentir y la consolación, que son todos

atributos de la comunión fraternal en el seno de la iglesia

local.

Concluimos citando a Pablo en Efesios 4:16 que  expresa: "Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre

sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la

actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir

edificándose en amor".

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La Madurez Cristiana
La madurez cristiana: Perfección

6 thoughts on “Nacer para crecer”

  1. Luis Eibar dice:
    agosto 26, 2008 a las 12:21 am

    gracias por enviar cada dia estos mensajes llenan mi espritu de saviduria para segir adelante y mirar las cosas que el señor tiene para todos que el Señor los bendiga grandemente

  2. RAMIN GONZALEZ dice:
    agosto 26, 2008 a las 11:41 am

    Gracias Hermanos. Dios les bendiga. Es un tema muy hermoso y que nos hace reflexionar de como poder llegar a la madurez Espiritual y poder dar fruto y mantener la mente de Cristo.
    Esta debería ser nuestra oración cada día para que de esa manera, podamos ser de Testimonio en nuestra Iglesia y principalmente aquellos que no han tenido un encuentro personal con nuestro Señor Jesús y puedan venir a sus pies.

    Dios les bendiga.

    Hermano Ramón González

  3. Maria Sonia dice:
    agosto 26, 2008 a las 8:39 pm

    Maravilloso mensaje, porque nos recalca, que tenemos que actuar como adultos no como niños, que demostremos que somos cristianos con la mente de Cristo y que es muy importante vivir en santidad, para reflejar que somos testimonio vivo de Jesus, le agradezco por esta reflesion, se que me ayudara muchisimo, que Dios los bendiga y sigan adelante, hasta pronto. Sonia.

  4. GLORIA dice:
    febrero 9, 2009 a las 11:11 pm

    LES QUIERO DAR LAS GRACIAS POR TAN PODEROSOS MENSAJE, MI IGLESIA ESTA PASANDO POR UN MOMENTO DIFICIL DE CHISMES CONTAMINACION Y EL DIA MIERCOLES HABRA UNA REUNION PARA QUE SEA EL SEÑOR QUIEN DIRIJA PARA SOLUCUIONAR ESTE PROBLEMA LES QUIERO PEDIR QUE NOS AYUDEN EN ORACION

  5. Dave dice:
    agosto 2, 2009 a las 12:16 pm

    Wow!!! Maravilloso mensaje.

    Indiscutiblemente, este tema tan polémico en base a los herméticos prejuicios eclesiásticos, es una de las barreras que más deben ser derribadas, ya que habiendo tanto potencial en los nuevos creyentes, muchas de las veces, por falta de «años de conversión» se inhabilitan.

    Magnífica interpretación de la palabra hermano. Necesitamos madurar en el espíritu y así obtener las múltiples bendiciones que Dios ha preparado para nuestras vidas.

    Su servidor…

    Bendiciones!!!

  6. gerardo dice:
    noviembre 17, 2009 a las 2:21 am

    que bendicion tan grande es poder tener estos mensajes que nos hacen reflexionar en verdad cuanta falta hacen predicadores que se paren detras de un pulpito a declarar las verdades que hoy en dia no se dicen , por el temor que tienen ciertos pastores de que se les ballan familias ,pero hay las tienen mal acostumbradas ,y por eso padecen de anemia espiritual cronica que son altamente toxicos al media amviente espiritual ,,,y a la ves piedras de tropieso que declara la biblia ,,,,,

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