Por MIGUEL ANGEL ZANDRINO
Este es uno de los pasajes de la Biblia que más luz arroja sobre el misterio de la muerte y la resurrección. Y todo el desarrollo gira en torno a la muerte y la resurrección de Jesucristo, como el fundamento de la fe cristiana. Es que la resurrección del cuerpo no tenía cabida en el pensamiento griego, y es evidente que los creyentes corintios estaban desorientados.
Para los judíos en cambio, la resurrección era un concepto naturalmente aceptado, puesto que provenía del pensamiento hebreo del Antiguo Testamento. Ya la esperanza del creyente del Antiguo pacto se basa en la resurrección. Isaías 25:8 dice: "Destruirá la muerte para siempre y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros, y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra".
En Isaías 26:19 agrega: "Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! Porque tu rocío es cual rocío del hortalizas, y la tierra dará sus muertos". Oseas 6:1-2 afirma: "Venid, volvamos a Jehová. Nos dará vida después de dos días; en el tercero nos resucitará y viviremos delante de él". Y Daniel 12:2 diáfanamente plantea la resurrección: "Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua".
Pero este concepto no cabía en la cultura helénica, que tenía una imagen dualista del hombre, como formado por dos elementos separables: un alma inmortal, habitando un cuerpo mortal que la aprisionaba. El cuerpo como todo material, era malo. Mientras que el alma era pura y quedaba libre de la esclavitud el cuerpo malvado por la muerte. De manera que la muerte era una liberación para el alma, que destruida su prisión, podía volar a la morada de los dioses.
Lógicamente los creyentes de Corinto estaban tan familiarizados con esta forma de pensar, que no lograban fundar su esperanza en la resurrección del cuerpo. Porque en el pensamiento bíblico el cuerpo no es naturalmente malo. Por el contrario, como hecho por Dios, es bueno. Y cuando el pecado entró en el mundo, contaminó al hombre total.
Siendo el hombre del Antiguo como el del Nuevo Testamento, una unidad indivisible: cuerpo, almo y espíritu. No como tres elementos independientes sino como una entidad que necesaria e inevitablemente debe constar de la triple realidad. No puede morir el cuerpo, sin que muera el hombre. No hay en el pensamiento bíblico tal cosa como un alma inmortal habitando un cuerpo que muere.
La muerte incluye al ser total. La afirmación bíblica es terminante: el alma que pecare, esa, morirá. Pero tenemos que aceptar que no alcanzamos a discernir el significado de la expresión muerte. La Biblia proclama que el único que tiene inmortalidad es Dios (1 Ti.6:16). Pero agrega que nuestro Señor Jesucristo sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio (2 Ti.1:10). De manera que inmortalidad, no es atributo del alma, ya que el pecado ha decretado su muerte. La inmortalidad es sólo atributo de Dios, y puede ser compartida por quienes reciben la vida de Dios, por la fe en Jesucristo.
Lamentablemente el pensamiento griego de un alma inmortal habitando un cuerpo que muere, ha penetrado profundamente en la "teología" del catolicismo medieval. e inexplicablemente aun persiste en el mundo cristiano moderno. Esta herencia del escolasticismo hace que muchos, aún entre los evangélicos, piensen en términos de dualismo helénico, en un concepto totalmente extraño al que hallamos en el Antiguo o en el Nuevo Testamento.
Es por esto que 1 Corintios 15 permanece como una exposición de gran actualidad para iluminar con la luz de la
Revelación, lo que Dios ha querido que lleguemos a captar del misterio de la muerte, en particular, en relación con el creyente. Aun cuando la muerte biológica sea para el cristiano una dura experiencia, significa dormir en el Señor, disfrutar la bienaventuranza de estar con Cristo, y aguardar la gloria inefable de la resurrección. "No queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanzas" (1 Te.4:13).
¿QUE SIGNIFICA MORIR?
En realidad, es algo que inevitablemente está más allá de nuestro entendimiento. En el Antiguo Testamento se hable del Seol, palabra hebrea que significa sepulcro, y por extensión, el reino de la muerte. En los Salmos y en Job se habla de este reino, utilizando figuras tomadas del sepulcro a las que se otorgan un sentido trascendente.
Es como un pozo profundo, oscuro, silencioso, un lugar húmedo, desordenado, de angustia y terror. Todo lo que sugiere el sepulcro con la corrupción repulsiva que encierra, se atribuye al reino de la muerte. Es la morada de los que habiendo muerto en sus pecados, sufren la muerte, con una, para nosotros inexplicable conciencia de muerte.
La muerte es terrible porque está directamente relacionada con el mal. Y esta verdad está presente en toda la escritura, desde que se pronunció la sentencia por la desobediencia y rebeldía del hombre. Por eso, a medida que la luz de la Revelación se hace más intensa, el hombre descubre que Dios no quiere su muerte, y que hay un destino diferente para los justos.
Pero los justos en el Antiguo Testamento no representan a los que no han realizado el mal, sino a quienes habiéndolo hecho, sienten el peso de su culpa y buscan la misericordia y el perdón de Dios. Por eso el salmista, exclama: "Porque este Dios es Dios nuestro, eternamente y para siempre; él nos guiará aun más allá de la muerte" (Sal.48:14).
En Hechos 24:14-15 Pablo expresa su fe, de acuerdo con lo que está escrito en la ley y los profetas, y dice: "teniendo fe en Dios, la cual ellos también abrigan, de que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos", resumiendo en este pasaje la fe del Antiguo y del Nuevo Pacto.
La simplificación a que estamos acostumbrados en la explicación que suele hacerse de la muerte como una separación del cuerpo y el alma, representa precisamente el concepto griego del hombre que Pablo quiere desterrar de la mente de los Corintios. No es lo que la Biblia dice, porque nos lleva pensar en un cuerpo abrigado un alma inmortal.
Y la Escritura enseña que el pecador inevitablemente morirá: el alma que pecare, esa morirá. El alma no es un elemento separable del hombre, sino que el hombre es cuerpo, alma y espíritu. Y cuando muere el cuerpo, muere el hombre total, y el alma inevitablemente sufre la muerte. Lo que como decíamos antes no podemos explicar, es lo que significa "sufrir la muerte".
En cambio los que han recibido a Jesucristo por la fe, tienen vida eterna: la vida de Dios, participan de su inmortalidad, y su destino no es el Hades (palabra griega equivalente a la hebrea Seol), o reino de la muerte, sino que ellos dice la Escritura que duermen, que están con Cristo, pero siempre queda pendiente la resurrección como la meta final del hombre.
En realidad, tal como Jesús lo afirmó, todos los muertos habrán de resucitar: unos para condenación, y otros para la vida eterna (Juan 5:29).
Por supuesto que no pretendemos en estos párrafos explicar lo inexplicable, sino solamente destacar algunos pasajes calves que rotundamente descartan el concepto griego del Hombre y de la muerte, que habiendo entrado en la teología popular cristiana, están en flagrante contradicción con la afirmación bíblica de la muerte y resurrección del hombre.
El destino inevitable del pecador es la muerte, mientras que el creyente participa de la inmortalidad que Jesucristo sacó a luz por el evangelio, y que tiene vida eterna. Esto es, que la muerte biológica no podrá afectar al elemento divino que le ha sido provisto, y que en lugar de sumergirlo en el que han muerto en el Señor (Apocalipsis 14:13).
Permaneciendo el Hades (Seol en el Antiguo Testamento) o reino de la muerte, como el estado de muerte en el que sufren los que están bajo la condenación del pecado. De alguna manera cono lo podemos concebir, esto no representa la aniquilación del Ser, sino algo muy terrible: un horrendo estado de muerte con una inexplicable e incomprensible conciencia de muerte. Y para estos también hay resurrección: para verguenza y confusión perpetua.
excelente mensaje,creo que hoy he podido aprender algo mas de la hermosa palabra de mi DIOS. gracias y que DIOS te siga bendiciendo.
exelente estudio solo le falta unas palabras de aliento al final de mensaje q dios los bendiga