El poder del Espíritu Santo

 Por R.A.TORREY

* El Espíritu Santo tiene poder para revelar a Jesucristo y su gloria al hombre.

Cuando Jesús habló del Espíritu Santo dijo:
"Cuando venga el que ayuda y anima, el Espíritu de la verdad, que yo voy a enviar de parte del ¿adre, él hablara a mi favor (Jn.15:26). Y solamente por su testimonio de Cristo los hombres vendrán al verdadero conocimiento del Señor. Es posible enviar los hombres a la Palabra para que conozcan a Cristo; pero solamente cuando el Espíritu Santo tome la palabra y la ilumine, los hombres llegaran a tener un conocimiento vivo y verdadero de Cristo. "Ningún hombre puede llamar a Jesús Señor sino por el Espíritu Santo".

Si desean que los hombres obtengan un conocimiento verdadero de Cristo Jesús, un conocimiento tal que crean en él y lleguen a ser salvos, deben buscar para ellos el testimonio del Espíritu Santo. Ni el testimonio de los creyentes ni el de la Palabra sola serán suficientes aunque sean esos testimonios los que el Espíritu usa.
 

A menos que el testimonio de ustedes sea tomado por el Espíritu Santo y que él mismo testifique, ellos no creerán. No fueron las solas palabras de Pedro las que convencieron a los judíos en el día de Pentecostés. Fue el Espíritu mismo que estaba dando testimonio. Si desean que los hombres vean la verdad acerca de Jesús, no dependan de sus propios poderes de exposición y persuasión, sino confíen en el Espíritu Santo y busquen su testimonio por medio de la Palabra.

Muchos hombres han tenido una concepción doctrinal correcta de Jesús, por medio del estudio de la Palabra, mucho tiempo antes de que hayan tenido un verdadero conocimiento personal de Cristo por medio del testimonio del Espíritu viviente.
 

*El Espíritu Santo tiene poder para convencer al mundo de pecado. "Cuando él venga, va a convencer a la gente del mundo de que son pecadores, de que hay un camino de rectitud, y de que Dios los va a juzgar. Son pecadores porque no creen en mí; se darán cuenta de lo que es el camino recto, porque yo voy a donde está el Padre, y de darán cuenta del juicio de Dios, porque ya ha sido condenado el que manda en este mundo" (Jn.16:8-11).

Esto está estrechamente ligado con lo que precede; porque mostrando a Jesús y su gloria y su Justicia, el Espíritu Santo convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Noten por qué los hombres son pecadores: "Por que no creen en mí". Así sucedió en Pentecostés (Hch.2:36,37). Jamás podrán convencer a un hombre de que es pecador porque es es obra del Espíritu Santo. Podrán razonar y razonar, pero fracasarán.

El Espíritu Santo puede hacerlo muy prestamente ¿Nunca tuvieron esa experiencia? Mostraron a un hombre pasaje tras pasaje de la Escritura, pero el hombre quedó inconmovible; ustedes se preguntaron ¿Por qué el hombre no se habrá conmovido? De pronto recordaron la razón: no miraron hacia el Poderoso  Espíritu Santo para que convenciera de pecado a este hombre, sino que han estado tratando de convencerlo ustedes mismos. Entonces confiaron en el Espíritu de Dios para que él hiciera la obra y pronto el hombre fue convencido de pecado.

El Espíritu puede convencer al hombre más descuidado y pecador, como la experiencia lo ha demostrado una y otra vez.
Sin embargo el Espíritu Santo hace su obra a través de nosotros. Enviado a ¿edro fue quien redarguyó a los tres mil oyentes. Nuestro deber es predicar la ¿alabar y esperar que el Espíritu Santo produzca convicción (Hch. 2:4-37).

*El Espíritu Santo tiene poder para renovar a los hombres para regenerarlos.£ "Nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo bueno sino porque tuvo compasión de nosotros. Nos salvó por medio del lavamiento por el cual el Espíritu Santo nos hace nacer de nuevo y vivir una nueva vida" (Tit.3:5).

La regeneración es obra del Espíritu Santo. El puede tomar al hombre cuya meta es ciega a la verdad de Dios, cuya voluntad está en enemistad con Dios y dominada por el pecado, cuyos afectos están corrompidos y envilecidos, y transformar a ese hombre, impartirle la naturaleza de Dios, de manera que piense los pensamientos de Dios, desee lo que Dios desea y ame lo que Dios ama.

Yo nunca desespero de ningún hombre cuando pienso en el poder del Espíritu Santo para renovar como lo he visto manifestado abundantemente en los casos más desesperados y difíciles. Ninguna cantidad de predicación, no importa cuán ortodoxa sea, ni ninguna cantidad de mero estudio de la Palabra, regenerará a nadie a menos que el Espíritu Santo la haga viva y obre.

Así como dependemos completamente de la obra de Cristo para nuestra justificación, así también dependemos completamente de la obra del Espíritu Santo en nosotros para nuestra regeneración. Cuando uno es nacido del Espíritu, el Espíritu lo toma para morar en él (1 Co.3:16; 6:19). El Espíritu Santo mora en todo aquel que pertenece a Cristo (Ro.8:9). Puede ser que no hayamos rendido completamente nuestras vidas a ese Espíritu; puede ser que estemos muy lejos de estar "llenos del Espíritu"; puede ser que seamos cristianos muy imperfectos; pero si hemos nacido de nuevo, el Espíritu santo mora en nosotros.

Así como Pablo dijo a los Corintios, quienes estaban ciertamente muy lejos de ser cristianos perfectos, que el Espíritu Santo moraba en ellos. ¡Qué pensamiento tan glorioso! ¡El Espíritu Santo mora en mí! ¡Pero que solemne es! Pero si mi cuerpo es templo del Espíritu Santo entonces no debo contaminarlo como muchos cristianos profesos lo hacen.

* El Espíritu Santo tiene poder para dar satisfacción eterna al corazón. "El que beba del agua que yo le doy, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le doy brotará como un manantial dentro de él para darle vida eterna" (Jn.4:14). El mundo nunca satisface. De cualquier gozo mundano puede decirse: "El que beba de esa agua volverá a tener sed".

Pero el Espíritu Santo (ver Jn.7:37-39) tiene poder para satisfacer todos los anhelos del alma humana. Quien se entrega por completo al influjo del Espíritu Santo no tendrá "sed" jamás. Cesan los deseos mundanos y las apetencias carnales. La vida queda "llena de toda la plenitud de Dios".

* El Espíritu Santo tiene poder para darnos confianza en nuestro testimonio por Cristo. "Cuando acabaron de orar, el lugar en donde estaban reunidos tembló; y todos fueron llenados del Espíritu Santo, y daban con confianza el mensaje de Dios" (Hch.4:31).

Muchos creyentes son naturalmente tímidos. Desean hacer algo por Cristo, pero tienen miedo. El Espíritu Santo puede hacerlos atrevidos si esperan en él y si tienen confianza en que él lo hará. Fue el Espíritu Santo quien tornó al cobarde Pedro en el hombre que se opuso valientemente al Sanedrín y les reprochó sus pecados (Hch.4:8-12).

Dos cosas son manifiestas de lo que ha sido dicho acerca del poder del Espíritu Santo en el creyente: Primera, que dependemos completamente del Espíritu Santo para cada circunstancia de nuestra vida y servicio cristiano. Segunda, que la provisión que Dios ha hecho para la vida y el servicio es perfecta; y que se ha abierto una plenitud de privilegio para el creyente humilde, por medio de la obra del Espíritu Santo. No es tan importante lo que somos por naturaleza, ya sea intelectual, moral, espiritual o físicamente, sino lo que el Espíritu de Dios puede hacer por nosotros y lo que nosotros dejemos que él haga.