Estimado director:
El tema de las disciplinas tiene muchas facetas y su abordaje no lo podemos llevar al terreno de las simplificaciones.
Por ejemplo nunca faltan aquellos a quienes les encanta la palabra “disciplina”, sobre todo, si tienen que aplicar mano dura a los demás. Entonces dicen con una sonrisa socarrona: “esto es para que aprendan de una buena vez”. Bueno, como usted sabe, la disciplina es un proceso paulatino que debe ir acompañando a una toma de conciencia, de modo que ese: “…de una buena vez” suena un poco fuera de lugar.
Hay otros que piensan que nunca se debe aplicar la disciplina, ni a ellos mismos ni a nadie. Dicen: “hay que manejar la vida con el ”dejalo ser», y confiar en que la experiencia lo es todo». Muchas veces detrás de estos argumentos esconden una incapacidad de poner límites a su propio actuar y al de los que están a su alrededor.
Entiendo que lo que usted propone es que hablemos de esa saludable necesidad de programar nuestros actos, de ser responsables de nuestras palabras, que cumplamos las promesas y que concurramos a las citas. Esto tiene que ver con la posibilidad de crecer en la relación con los demás y también, y sobre todo, con Dios.
Hay una famosa oración anónima que usted debe conocer que dice en un momento “sobre una sana disciplina, sé benigno contigo mismo”. Y esto tiene relación con el fruto del Espíritu Santo llamado templanza.
Ya me despido, y le recomiendo que usted no haga como un amigo obeso, que eternamente hacía dietas, pero que las suspendía durante el almuerzo y la cena. Una vez que terminaba de comer decía muy satisfecho: “bueno, luego de esta breve interrupción, ahora continúo con mi dieta”.
Su disciplinado amigo, Desiderio
gracias por ser de ayuda espiritual a miles de personas en el mundo ya que somos una sola familia la familia de dios mil bendiciones
DR