por MIGUEL ANGEL ZANDRINO
El tema que enfocamos en este número es quizá uno de los menos atendidos. Casi todos los cristianos se sienten discípulos, pero ¿realmente lo son? ¿qué características tiene el discipulado? ¿qué demandas plantea? ¿cuál es la meta? ¿qué riesgos implica? ¿de qué modo los creyentes lo encaran? Estas y muchas otras preguntas de no fácil respuesta, muestran hasta qué punto es importante reflexionar sobre el tema.
El artículo de Sommerville «Ser Discípulo de Jesucristo «, hace resaltar la total identificación que debe haber entre el maestro y el discípulo. Y destaca el ejemplo del discípulo clásico, que se ponía bajo la autoridad de su maestro «y su meta era llegar a ser como él». Y «como el maestro pensaba, razonaba y reaccionaba, así pensaba, razonaba y reaccionaba su discípulo».
Caballero Yoccou analiza en su trabajo la función rectora del maestro, quien debe encargarse en su propia experiencia de la enseñanza que luego habrá de impartir. También señala las características del discípulo y las condiciones que muestran las evidencias del discipulado.
«La importancia del Discipulado «, enfatiza que «la finalidad del discipulado es equipar al discípulo con los conocimientos y capacidades del hombre nuevo» y busca «adecuar la personalidad del hombre… a la personalidad de Jesucristo». De allí que el discípulo conozca y practique «las normas y filosofía de vida del hombre nuevo».
Zandrino nos entrega dos trabajos: en «La Razón del Discipulado «, demuestra que la «predicación del evangelio incluye enseñar el contenido total de las buenas nuevas de Dios», por ello el Señor Jesús ordenó «Id, y haced discípulos». También analiza la función reprodutora del discipulado, según emerge del concepto paulino: «Lo que has oído de mí… esto encarga a hombres fieles… para enseñar a otros.
En «El Discípulo y el Mundo «, Zandrino previene del peligro «de ser tentados a vivir cómodamente… sin entrar en conflicto con el mundo». Y exhorta a «no conformarnos a este mundo, sino transformarnos… entregándonos como lo hizo el Señor».
En «El precio del Discipulado «, Cotton ubica al sufrimiento en una categoría pocas veces considerada: «un acto de gracia». Y nos brinda un cálido trabajo apoyado en citas bíblicas tan bellas como emotivas: «Os es concedido… que padezcáis» y «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame».
Young presenta en «Hacia la Madurez » varias figuras dinámicas del discipulado. Afirma que la vida cristiana no es un estado sino un proceso; y que el creyente, al igual que un árbol, echa raíces y crece; cual un viajero transita por el Camino, y como un niño nace y progresa hacia la madurez.
Haroldo St. John fue un hombre excepcional. Siempre sentimos por él profunda admiración y lo hemos considerado como uno de los siervos de Dios mejor dotados que jamás hayan pisado nuestra tierra. Su calidad cristiana, su carácter santo, su erudición bíblica y su pensamiento crítico eran extraordinarios.
Alejandro Clifford nos obsequia una hermosa semblanza de la sobresaliente personalidad de St. John. En «La Crisis del Discipulado: El Sectarismo «, de la pluma la pluma de St. John, ponemos un broche de oro al presente número.
estan muy buenos los articulos
muchas gracias y bendiciones que sigan adelante
Los felicito por estos estudios biblicos ya que me han fortalecido en mi primera predicación tomando como tema central lo referente al discipulado.DIOS LOS BENDIGA
buena enseñanza pero no te dice nada que el ser discipulo tambien vas a recibir la cobertura el respaldo y la bendicion de Dios, solo hablan de los contras pero donde estan los Pro, Dios siempre es fiel, y siempre va a apoyar sus ministerios.