Por C. RENE PADILLA
Hablar del problema del mal es hablar de uno de los problemas más sérios que encara el intelecto humano. Trátese del mal natural (las catástrofes causadas por fenómenos naturales, las enfermedades y la muerte física) o del mal moral (el pecado en cualquiera de sus formas y especialmente en términos de orgullo), el mal exige explicación, más cuando los que sufren sus efectos son personas (tal vez niños) inocentes.
A nivel filosófico, dentro o fuera del contexto cristiano, la pregunta es difícil:
Hay respuesta al problema del mal? A nivel teológico, la pregunta se torna acuciante: si Diso es bueno y a la vez todopoderoso.
¿cómo permite la existencia del mal?
Recuerdo que en la Secundaria un profesor de ética, hombre de tendencia marxista, nos planteaba el problema y se solazaba en nuestra incapacidad de darle respuesta. "Si Dios existe decía -decía- o no es bueno o no es todopoderoso, puesto que también existe el mal, en cuyo caso no es bueno, o es bueno pero no puede hacer nada para eliminar el mal, en cuyo caso no es todopoderoso".
Su argumento (que no era originalmente suyo, por cierto) me perturbaba porque en boca de aquel profesor tenía la intención de negar la validez de la fe en un Dios Todopoderoso y bueno: era un arma al servício del ateísmo.
Hoy, a muchos años de distancia de ese profesor, sigo pensando que su argumento es tal vez el más difícil que puede plantearsele a la fe, pero creo a la vez que el problema del mal no se resuelve negando a Dios sino afirmándolo y, más precisamente, confiando en El. Veamos.
El mal existe, sea que creamos o no en Dios. Es una realidad del mundo en que vivimos, realidad de la cual no podemos sustraernos.
Para comprobarlo, basta leer los titulares de la prensa con su interminable desfile de asesinatos, suicidios, secuestros, enfrentamientos armados, abusos de poder,injusticias, acciones terroristas, robos, adulterios, calumnias, por un lado, y de tornados, sequías, inundaciones, terremotos, epidemias, por el otro. Si para entender el mal en cualquiera de estas formas no existe un marco de diferencia teísta, ¿cómo se lo entiende? Las
alternativas no son muchas:
1. "El mal está en la estructura misma del universo, caso en el cual jamás será superado, no importa lo que haga el hombre". Esa actitud fatalista ni siquiera intenta responder al problema del mal: lo acepta como algo irremediable y se resigna.
2. "El mal es un problema propio de la presente etapa del desarrollo evolutivo del hombre, y algún día será completamente superado mediante la educación y la ciencia". Esta actitud optimista se basa en una ilusión: hace la vista gorda a esa tragedia que es la historia humana y consecuentemente proyecta hacia el futuro un sueño que no guarda relación alguna con la situación presente, marcada por el mal.
3. En verdad, el mal no existe como una realidad objetiva: lo que llamamos `Mal' no es otra cosa que al ausencia del bien. Admitamos que la tesis resulta atractiva desde un punto de vista intelectual y aún estético. Pero, ¿de qué le sirve a la mujer cuyo esposo ha sido asesinado, o al adolescente cuyo hogar ha sido destruido por el adulterio, o el agricultor cuyas cosechas se han hechado a perder por causa de una sequía? El orgullo, la ambición de poder, el odio, la mentira y todos los demás gérmenes que destruyen las relaciones humanas son tan reales como los gérmenes que afectan la salud física del hombre. E igualmente reales son los males naturales con toda su secuela de sufrimientos.
Ninguna de estas tres alternativas satisface las exigencias de la razón y menos aun las del corazón. Mientras la primera remueve toda base para la esperanza, la segunda propone una esperanza basada en una ilusión y la tercera cierra los ojos a la situación humana presente.
El cristianismo, por su parte, enfoca el problema del mal de manera absolutamente realista: no niega su realidad objetiva, pero tampoco adopta frente a él una postura fatalista u optimista. Lo ve a la luz de la revelación de Dios en Jesucristo, y por lo tanto entiende al mal como una realidad que no se puede negar pero que hay que encarar con la confianza en el Dios verdadero, todopoderoso y bueno.
En primer lugar, desde la perspectiva cristiana el mal no es en ningún sentido un elemento esencial del universo. Todo lo que Dios hizo, lo hizo de tal manera que la creación reflejara su bondad. La Bíblia no deja lugar para un dualismo que concibe el bien y el mal como dos fuerzas eternamente opuestas entre sí.
No:
el mal (respecto a cuyo origen último no se especula en la
Bíblia) no es parte original de la creación. En su estado actual, ésta no se encuentra en su condición normal, sino sujeta a frustración en relación a su verdadero propósito, bajo esclavitud de corrupción (Rom.8:19⌐23).
Si el mal fuese una parte constitutiva del universo, y no algo temporal, no habría esperanza de redención. ¿Qué sentido tendría entonces, la obra de Jesucristo? La muerte de Cristo, seguida por la resurrección, es la prueba más contundente de que la situación causada por el mal no es irremediable. La actitud del cristianismo frente al mal, consecuentemente, no puede ser fatalista.
En segundo lugar, el problema del mal está intimamente vinculado a lo que la teología denomina "libre albedrío" del hombre, es decir, a la posibilidad que Dios dios a éste de escoger entre servir a su Creador o rebelarse contra El. Dios en todopoderoso, pero El no usó ni usa su poder para anular la voluntad humana.
Al crear al hombre, Dios tenía dos opciones: o crearlo libre y por lo tanto con la posibilidad de rebelarse contra El, o crearlo sujeto mecánicamente a El -una suerte de robot- y por lo tanto sin la posibilidad de amar, ya que el amor sólo es posible cuando hay libertad de amar o no amar.
Ahora bien, si Dios creó al hombre libre y el hombre siendo libre, se rebeló contra El, entonces el mal es el precio de la libertad humana. Podria objetarse que este argumento quizá sea válido en lo que atañe al mal moral pero pierde su validez en lo que respecta al mal natural.
Que quien abiertamente se rebela contra Dios sufre el castigo de su pecado, se entiende; pero ¿por qué tiene que sufrir el inocente? Está bien que Dios no quisiese violentar la voluntad humana y que eso hay abierto la puerta al mal moral.
Pero, ¿por qué tienen que verse afectados por el mal no sólo los malos sino también los buenos?: ¿qué sentido tiene toda esa aparente injusticia que hay en la distribución del dolor?
Planteada así la cuestión, nos encontramos frente a ese profundo abismo de misterio que es el problema del mal. Y al acercarnos para sondearlo, sentimos vértigo e intentamos varias respuestas.
Una sería que el sufrimiento no es necesariamente consecuencia directa del mal moral, pero es parte y parcel de un mundo caído y marcado por la rebelión primigenia del hombre cuyas consecuencias afectan a toda la humanidad y toda la creación.
Otra, que si toda virtud fuese premiada y todo pecadp castigado automáticamente, el mundo se parecería más a un jardin de infantes que a una escuela diseñada para templar el carácter mediante la pedagogía del sufrimiento, sin la cual quedaríamos privados de un bien mayor.
Otra, que el sufrimiento puede ser consecuencia indirecta de acciones erradas o imprudencias humanas, permitida pero no dirigida por Dios. Otra, que la vida presente sólo nos ofrece una mirada parcial del cuadro total del propósito eterno de Dios, y por lo tanto aquí y ahora no contamos con todos los elementos para entender todo el sentido del sufrimiento humano.
Otra, que el universo no es un sistema cerrado regido por "leyes naturales" establecidas por Dios una vez para siempre y consecuentemente todo sufrimiento nos plantea el desafío a luchar contra todo mal, causa del sufrimiento, puesta la fe en Aquél cuya voluntad es que el mal sea totalmente expulsado del universo.
Ensayadas todas estas respuestas, encontramos por fin que para el cristiano ninguna de ellas alcanza la altura ni la hondura de la respuesta última al problema del mal provista en el Evangelio.
¿Qué es el Evangelio si no es la buena noticia de que Dios, por su infinito amor, ha entrado en el cause de la historia y ha hecho suya la situación del hombre para encarar el Mal en todas sus formas? Conocer al Dios que se revela en Jesucristo es conocer a Dios como el Redentor que tiene el poder para librarnos del Mal y el Padre que en su amor no nos deja abandonados a nuestra propia suerte. Es confiar en El como el Dios que dispone todas las cosas para el bien de quienes le aman, a los cuales El ha llamado de acuerdo con su propósito.
Es saber que como dijera un gran cristiano "debajo y por encima de las armas movedizas del tiempo, las incertidumbres que obscurecen nuestros días, y las vicisitudes que nublan nuestra vista hay un Dios sabio y amoroso. Este universo no es un trágica expresión de un caos sin sentido sino una maravillosa exhibición de un cosmos ordenado".
Cuanta razón hay aqui…. el mal no es solo un acto, si no una raiz que corrompe la humanidad, y lo peor es que uno es el que tiene la libertad de elegir y elegimos lo malo, lo bueno es que como hijos de Dios tenemos este conocimiento, pero hay algo… como ya sabemos esto, pues se nos demandara mas… entonces debemos tener mucho cuidado para no cometer aquello que ya dejamos atrás y que era el mal del que no teniamos conocimiento, es el consejo que doy, y aun asi cayeramos en tentacion, Dios es muy grande para perdonar como en el principio todas nuestras iniquidades y tiene el poder para sanar todas nuestras dolencias, solo basta pedirle con toda el alma nos vuelva a purificar y hacerlo sinceramente e intentar no volver a fallar, por que por eso Dios es justo para perdonarnos, por que si hay un verdadero arrepentimiento entonces no lo volveremos a hacer, debemos demostrale al Señor que hemos pecado y no seguir con lo que haciamos para reconciliarnos con él y renovar nuestro pacto cada día y nuestro corazon estará enamorado de nuestro Dios y así cada vez será mas fácil vencer a la tentación con el poder y la edificación del Señor….
Dios los bendiga !!!
CRISTO VENCIÓ EL PECADO Y NOS DIO LA AUTORIDAD PARA HACERLO NOSOTROS TAMBIÉN CON SU PODER Y SU FORTALEZA…..
Hermoso lo que e leido y conmovedor es una realidad a la que no le podemos dar la espalda pero si debemos confiar en la grandeza del Senor y lograr que nuestros actos en esta tierra sean buenos y que agraden a nuestro Padre. Que Dios los vendiga a todos y podamos seguir leyendo cosas tan intructivas como esta.
cuando acepte a cristo transformo mi vida siendo mejor hombre pero el mal no desaparese de nosotros sino que el espiritu santo lo aprisiona y no lo deja salir en nosotros pero cuando aseptamos en haser lo malo aflora en nosotros el viejo hombre
que cada día esp.santo aprisione lo malo de nosotros y nos de la sabiduria de escojer lo bueno
DIOS LES BENDIGA