Por SAMUEL ESCOBAR
¿NO SERA UNA COBARDIA, UN ESPEJISMO, UN OPIO?
"Y ahora, Señor ¿Qué esperaré? Mi esperanza está en ti." Estas
palabras eran la experiencia del salmista varios siglos antes de
Cristo. También son hoy la experiencia de millones de hombres en
las mas variadas circunstancias. Al pronunciarles el salmista se
hallaba pasando por un momento oscuro de su vida, porque líneas
más adelante le dice a Dios: "Estoy consumido bajo los golpes de
tu mano…Quita de sobre mí tu plaga".
Quizás precisamente porque
las palabras de esperanza le vienen al hombre cuando está en
medio del dolor o la angustia se prestan a la crítica. Esto de
vivir con la esperanza puesta en Dios ¿no será al final nada más
que una cobardía? ¿no será nada más que un espejismo, un opio
para sobrellevar el presente? ¿No será una forma de negarse a
cumplir con las responsabilidades de hoy?
Por momentos parece que hubiera base para esa crítica en la forma
misma en que la Biblia habla de la esperanza. "Si sufrimos,
también reinaremos con él"; el amor todo lo sufre, todo lo cree,.
todo lo espera, todo lo soporta".
Es decir, como decía un
comunista: Nosotros los cristianos le contamos a la gente del
cielo para distraerla y que no se ponga a molestar por sus
problemas en la tierra. Entonces la esperanza sería una forma de
escape para cobardes y débiles. ¿Será así? ¿Cuál es la base de la
esperanza cristiana?
Muerto Jesús, una tranquilad desesperación se apoderó de sus
discípulos. Una duda secreta evidenciada por el llanto y la
desilusión. El cuadro más elocuente es el de los discípulos que
van a Emaús hablando entre sí, tristes, con los ojos velados y la
noción de la derrota: "Le crucificaron; pero nosotros esperábamos
que él era el que había de redimir a Israel". En medio del mundo
antiguo, Israel era el único pueblo con esperanza : la esperanza
de que Dios intervendría poderosamente en la historia por Medio
del Mesías, para hacer justicia y traer la paz y el triunfo del
bien. Esa esperanza parecía esfumarse frente a la crucifixión.
Pero de pronto esos dos discípulos descubren que quien iba con
ellos era Cristo mismo, resucitado, viviente. Esta certidumbre
entonces se transforma y hasta les renueva el vigor físico para
correr la noticia. "Ha resucitado el Señor" vino a ser entonces
su palabra del triunfo. Es decir, hay esperanza; Dios ha probado
que su palabra es cierta. Ha tomado un camino diferente del que
pensábamos, pero ha cumplido. Cristo es el que dijo que era. La
batalla se ha ganado. Tiempo después el apóstol Pablo ratifica
que es precisamente la resurrección del Señor la piedra
fundamental de nuestra fe y esperanza. Si no es cierto que Cristo
resucitó -nos dice- "somos los más desdichados de todos". Pero
como es cierto, podemos esperar su manifestación final, cuando
establezca, a su modo y a su tiempo, el Reino que no tendrá fin y
en el que hallarán realización los mejores anhelos del corazón
humano. Así pues la historia del hombre no es la absurda
repetición de ciclos sin sentido.
Dios lleva las cosas hacia una
meta gloriosa que es nuestra esperanza final. La esperanza de los cristianos no parte entonces de sus buenos
deseos o de su búsqueda de consuelo. Parte de una realidad
histórica incontrovertible: la tumba vacía, el Señor resucitado.
Así el cristiano ve su propia vida y la historia del mundo como
una historia con un final glorioso, un triunfo ganado ya, aunque
por manifestarse plenamente.
La primera consecuencia de la esperanza es una vocación
diferentemente también es fuente de consuelo. La gran enemiga, la
muerte, ha sido vencida y el término de la vida terrena no nos
lleva a entristecernos como "los otros, que no tienen
esperanzas". Precisamente, porque se espera algo mejor uno no se
aferra con desesperación a lo terrenal, se disfruta con alegría
de las cosas que da la vida, pero por lo mismo que ellas no son
todo, se puede prescindir de ellas cuando el llamado puede
significar el fin de la vida terrena.
La segunda consecuencia es ética. Hay que esperar al Señor, pero
esperarlo despiertos, cumpliendo el deber, al pie del cañón.
Entre los Tesalonicenses a quienes Pablo escribió, parece que
algunos con la disculpa de esperar al Señor se dedicaban a la
vagancia y andaban desordenadamente. En ese contexto es que Pablo
escribe sus rotundas palabras: "Si alguno no quiere trabajar,
tampoco coma…" No os canséis de hacer el bien -dice en otra
parte.
Y este "hacer el bien" puede significar, por supuesto,
hacer lo que esté a nuestro alcance para que el mundo en que nos
toca vivir sea menos cruel, menos injusto e inhumano. ¿Acaso no
ha puesto Dios en nosotros "hambre y sed de justicia"? Sí de
Justicia en su dimensión divina y humana entrelazadas. ¿Cómo
puede el que sirve a un Dios justo despreocuparse de las
injusticias que la separación de Dios obra diariamente entre los
hombres? Y si sufrimos por hacer el bien o no llegamos a ver
realizada nuestra empresa, no nos desesperamos. Sacamos fuerza
del hecho de que Cristo ya ganó la batalla final, y aunque
nuestra batalla parcial parezca perdida, "reinaremos con él".
Todo esto está lejos, muy lejos de ser opio adormecedor. Al
contrario, cuando un hombre encuentra en Cristo su esperanza, la
vida suya y la de los que lo rodean sufre el impacto de la gracia
transformadora, la dinamita del evangelio.
El cristiano de hoy debe como nunca estar preparado para "dar
razón de la esperanza que hay en él". A la sociedad afluente de
Europa y los Estados Unidos la tiene embotada una terrible falta
de esperanza. La falta de esperanza lleva a las drogas, a las
experiencias más audaces de inmoralidad personal y colectiva, a
la crueldad gratuita de la guerra injusta, a las extravagancias
más costosas en el comer y vestir, al ocultismo, el crimen y la
demencia colectiva.
No hay en quien creer, no hay donde poner la
mirada. Como los personajes del cine y la literatura, o como los
ídolos de la TV: de fiesta en fiesta, de divorcio en divorcio, de
fracaso en fracaso, con una mueca de aburrimiento en medio de
tantra abundancia.
Por eso es fruto igualmente de la desesperación la ola de
agitación estudiantil y de anarquía con la que responden lo pocos
que se dan cuenta de las cosas…pero que tampoco tienen
esperanzas, tampoco tienen siquiera idea de una nueva sociedad
que van a poner en vez de la que quieren destruir.
¿Cómo se puede ver que los cristianos que viven en ese ambiente
tienen esperanza? ¿no aparecen por momentos demasiados
condicionados por la influencia material ambiente o por reacción
radical y anárquica? Como nunca se impone despertar, volver a
vivir con esperanza, a construir con entusiasmo pero con un
sentido de que por muy bello que sea, lo de aquí no es todo. Y a
veces lo cristiano es abandonarlo para vivir por Cristo luchando.
En otras partes del mundo ha prendido la falsa esperanza de
construir el cielo aquí y ahora. Ese humanismo marxista en todas
sus formas se ha introducido hasta en la teología de algunas
iglesias. Ya Cristo y su resurrección no importan, no interesan,
son apenas un mito. Los fuegos fatuos de esa "sociedad nueva" y
ese "hombre nuevo" que no se han visto todavía por ninguna parte,
han prendido en muchos corazones.
En el Tercer Mundo, la esperanza cristiana no puede ser opio que
nos mueva a cruzarnos de brazos y a anunciar solo un cielo lejano
a los hombres que sufren.
Seguimos anunciando el poder trasformador de Cristo resucitado.
Ese poder transformador que se ve en las vidas de quienes por
aceptarlo no permanecen indiferentes frente al hambre, el dolor y
la injusticia y luchan de muchas maneras con esperanza no en el
triunfo que ellos puedan ganar, sino en el Cristo que ganó,
aunque ellos fracasen. Porque Cristo ha resucitado, esperamos una
nueva creación perfecta que él ha prometido. También porque él es
nuestra esperanza, no andamos desordenadamente, trabajamos y
estamos en contra de que ciertas clases "trabajen sin comer" y
otras "coman sin trabajar", y no nos cansamos de hacer el bien en
pequeña o en grande escala.
Es bueno señalar aquí que quienes por su materialismo acusan más
a los cristianos de olvidar el presente en nombre del futuro,
están predicando ellos también una esperanza futura. Hacer creer
que las cosas no tiene arreglo y que en vez de componer las cosas
en necesario destruirlas para construir algo nuevo luego de la
destrucción, es también una ilusión, una forma de opio. El
despertar de ese sueño de opio suele traer una desilusión
dolorosa. Esas falsas esperanzas son infinitamente inferiores a
la esperanza cristiana.
Redescubrir la esperanza cristiana nos saca también del marasmo
espiritual. Nos damos cuenta de todo lo que significa "gemir
esperando la adopción, la redención del cuerpo". Es decir,
despertar y saber que no hemos llegado todavía, que estamos en el
camino, que proseguimos al blanco aunque sea a tropezones. Es
decir que no podemos contentarnos creyendo que tenemos la iglesia
perfecta o la forma cristiana de la vida perfecta, Lo tenemos
todo en Cristo, pero estamos a la espera de lo perfecto, de su
manifestación final. Y sabemos también que nada ni nadie nos pude
separar de él.
Puestos los ojos en Cristo, el cristiano de hoy no pone su
esperanza en ningún sistema político, en ninguna seguridad
económica, en ningún paraíso terrenal. Vive cada día haciendo su
parte y sembrando con esperanza, sin temor del futuro, seguro de
que Cristo murió ayer, vive hoy y vendrá mañana.
Hola! andres doy gracias por tu vida sos una bendicion,no dudo de lo que decis es una gran verdad por eso te apoyo y todavia sigo con ganas depoder conocerte DIOS TE SUPER BENDIGA. walter troncoso
Hola, Dios es tu inspiración
HOLA HERMANOS ESTE MENSAJE ES PARA DARLE LAS GRACIAS POR SUS EMAIL Y LAS PALABRAS DE ALIENTO QUE ME DAN CADA DIA LES DESEO DE TODO CORAZON QUE ESTE AÑO SEA CON MUCHA MAS BENDICION QUE EL ANTERIOR. ANDRES QUE DIOS TE BENDIGA Y TE SIGA USANDO AUN MAS Y QUE BENDIGA A TU FLIAS TAMBIEN. UN ABRAZO Y MUCHAS BENDICIONES NORA SANDOVAL MENDOZA ARGENTINA
Hola, es muy grato para mi haber encontrado una familia tan grande como ustedes, les agradezco por los mensajes que dejan en mi correo y las enseñanzas que en ellos encuentro. Les deseo que Dios los siga bendiciendo y que en este nuevo año su presencia los siga acompañando para que todos sus propositos en Cristo Jesús se cumplan como gran testimonio del amor que nos tiene y que aun vivirá con nosotros y por nosotros.
Andres, estoy confiado de que lo que está sucediendo con devoción total es una muestra para el que te esta corriendo del lugar, de que Dios te ama y te dará un mejor lugar, propio y más confortable, sigue animandonos como lo haz venido haciendo, que nosotros seguiremos orando por tí y los tuyos para que Dios los proteja y los bendiga. Felizzzzz año nuevo.
Que el Señor Jesucristo siga fortaleciendo sus vidas y siga abriendo puertas para que su palabra sea proclamada a todos los que tenemos necesidad de el. Sus palabras de aliento cada dia para mi son una gran bendicion, que el les bendiga y les guarde.
espectacular ,me encanto los felicito que el señor los bendiga grandemente me ayudo mucho en estos momentos de tristeza definitivamente nuestro señor es unico,le doy gracias por averlos escojido como instrumento lo hacen muy bien bendito sea el señor padre hijo y espiritu santo bendiciones para todos.