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Compromiso Cristiano

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Home » La Esperanza » La esperanza cristiana

La esperanza cristiana

By Administrator  Posted on septiembre 4, 2008 In La Esperanza 106 Comments
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Por SAMUEL ESCOBAR

¿NO SERA UNA COBARDIA, UN ESPEJISMO, UN OPIO?
 
"Y ahora, Señor ¿Qué esperaré? Mi esperanza está en ti." Estas

palabras eran la experiencia del salmista varios siglos antes de

Cristo. También son hoy la experiencia de millones de hombres en

las mas variadas circunstancias. Al pronunciarles el salmista se

hallaba pasando por un momento oscuro de su vida, porque líneas

más adelante le dice a Dios: "Estoy consumido bajo los golpes de

tu mano…Quita de sobre mí tu plaga".

 

Quizás precisamente porque

las palabras de esperanza le vienen al hombre cuando está en

medio del dolor o la angustia se prestan a la crítica. Esto de

vivir con la esperanza puesta en Dios ¿no será al final nada más

que una cobardía? ¿no será nada más que un espejismo, un opio

para sobrellevar el presente? ¿No será una forma de negarse a

cumplir con las responsabilidades de hoy?

 

Por momentos parece que hubiera base para esa crítica en la forma

misma en que la Biblia habla de la esperanza. "Si sufrimos,

también reinaremos con él"; el amor todo lo sufre, todo lo cree,.

todo lo espera, todo lo soporta".

 

Es decir, como decía un

comunista: Nosotros los cristianos le contamos a la gente del

cielo para distraerla y que no se ponga a molestar por sus

problemas en la tierra. Entonces la esperanza sería una forma de

escape para cobardes y débiles. ¿Será así? ¿Cuál es la base de la

esperanza cristiana?

 

Muerto Jesús, una tranquilad desesperación se apoderó de sus

discípulos. Una duda secreta evidenciada por el llanto y la

desilusión. El cuadro más elocuente es el de los discípulos que

van a Emaús hablando entre sí, tristes, con los ojos velados y la

noción de la derrota: "Le crucificaron; pero nosotros esperábamos

que él era el que había de redimir a Israel". En medio del mundo

antiguo, Israel era el único pueblo con esperanza : la esperanza

de que Dios intervendría poderosamente en la historia por Medio

del Mesías, para hacer justicia y traer la paz y el triunfo del

bien. Esa esperanza parecía esfumarse frente a la crucifixión.

 

Pero de pronto esos dos discípulos descubren que quien iba con

ellos era Cristo mismo, resucitado, viviente. Esta certidumbre

entonces se transforma y hasta les renueva el vigor físico para

correr la noticia. "Ha resucitado el Señor" vino a ser entonces

su palabra del triunfo. Es decir, hay esperanza; Dios ha probado

que su palabra es cierta. Ha tomado un camino diferente del que

pensábamos, pero ha cumplido. Cristo es el que dijo que era. La

batalla se ha ganado. Tiempo después el apóstol Pablo ratifica

que es precisamente la resurrección del Señor la piedra

fundamental de nuestra fe y esperanza. Si no es cierto que Cristo

resucitó -nos dice- "somos los más desdichados de todos". Pero

como es cierto, podemos esperar su manifestación final, cuando

establezca, a su modo y a su tiempo, el Reino que no tendrá fin y

en el que hallarán realización los mejores anhelos del corazón

humano. Así pues la historia del hombre no es la absurda

repetición de ciclos sin sentido.

 

Dios lleva las cosas hacia una

meta gloriosa que es nuestra esperanza final. La esperanza de los cristianos no parte entonces de sus buenos

deseos o de su búsqueda de consuelo. Parte de una realidad

histórica incontrovertible: la tumba vacía, el Señor resucitado.

Así el cristiano ve su propia vida y la historia del mundo como

una historia con un final glorioso, un triunfo ganado ya, aunque

por manifestarse plenamente.

 

La primera consecuencia de la esperanza es una vocación

diferentemente también es fuente de consuelo. La gran enemiga, la

muerte, ha sido vencida y el término de la vida terrena no nos

lleva a entristecernos como "los otros, que no tienen

esperanzas". Precisamente, porque se espera algo mejor uno no se

aferra con desesperación a lo terrenal, se disfruta con alegría

de las cosas que da la vida, pero por lo mismo que ellas no son

todo, se puede prescindir de ellas cuando el llamado puede

significar el fin de la vida terrena.

 

La segunda consecuencia es ética. Hay que esperar al Señor, pero

esperarlo despiertos, cumpliendo el deber, al pie del cañón.

Entre los Tesalonicenses a quienes Pablo escribió, parece que

algunos con la disculpa de esperar al Señor se dedicaban a la

vagancia y andaban desordenadamente. En ese contexto es que Pablo

escribe sus rotundas palabras: "Si alguno no quiere trabajar,

tampoco coma…" No os canséis de hacer el bien -dice en otra

parte.

 

Y este "hacer el bien" puede significar, por supuesto,

hacer lo que esté a nuestro alcance para que el mundo en que nos

toca vivir sea menos cruel, menos injusto e inhumano. ¿Acaso no

ha puesto Dios en nosotros "hambre y sed de justicia"? Sí de

Justicia en su dimensión divina y humana entrelazadas. ¿Cómo

puede el que sirve a un Dios justo despreocuparse de las

injusticias que la separación de Dios obra diariamente entre los

hombres? Y si sufrimos por hacer el bien o no llegamos a ver

realizada nuestra empresa, no nos desesperamos. Sacamos fuerza

del hecho de que Cristo ya ganó la batalla final, y aunque

nuestra batalla parcial parezca perdida, "reinaremos con él".

 

Todo esto está lejos, muy lejos de ser opio adormecedor. Al

contrario, cuando un hombre encuentra en Cristo su esperanza, la

vida suya y la de los que lo rodean sufre el impacto de la gracia

transformadora, la dinamita del evangelio.

 

El cristiano de hoy debe como nunca estar preparado para "dar

razón de la esperanza que hay en él". A la sociedad afluente de

Europa y los Estados Unidos la tiene embotada una terrible falta

de esperanza. La falta de esperanza lleva a las drogas, a las

experiencias más audaces de inmoralidad personal y colectiva, a

la crueldad gratuita de la guerra injusta, a las extravagancias

más costosas en el comer y vestir, al ocultismo, el crimen y la

demencia colectiva.

 

No hay en quien creer, no hay donde poner la

mirada. Como los personajes del cine y la literatura, o como los

ídolos de la TV: de fiesta en fiesta, de divorcio en divorcio, de

fracaso en fracaso, con una mueca de aburrimiento en medio de

tantra abundancia.

 

Por eso es fruto igualmente de la desesperación la ola de

agitación estudiantil y de anarquía con la que responden lo pocos

que se dan cuenta de las cosas…pero que tampoco tienen

esperanzas, tampoco tienen siquiera idea de una nueva sociedad

que van a poner en vez de la que quieren destruir.

 

 

¿Cómo se puede ver que los cristianos que viven en ese ambiente

tienen esperanza? ¿no aparecen por momentos demasiados

condicionados por la influencia material ambiente o por reacción

radical y anárquica? Como nunca se impone despertar, volver a

vivir con esperanza, a construir con entusiasmo pero con un

sentido de que por muy bello que sea, lo de aquí no es todo. Y a

veces lo cristiano es abandonarlo para vivir por Cristo luchando.

 

En otras partes del mundo ha prendido la falsa esperanza de

construir el cielo aquí y ahora. Ese humanismo marxista en todas

sus formas se ha introducido hasta en la teología de algunas

iglesias. Ya Cristo y su resurrección no importan, no interesan,

son apenas un mito. Los fuegos fatuos de esa "sociedad nueva" y

ese "hombre nuevo" que no se han visto todavía por ninguna parte,

han prendido en muchos corazones.

 

En el Tercer Mundo, la esperanza cristiana no puede ser opio que

nos mueva a cruzarnos de brazos y a anunciar solo un cielo lejano

a los hombres que sufren.

Seguimos anunciando el poder trasformador de Cristo resucitado.

 

Ese poder transformador que se ve en las vidas de quienes por

aceptarlo no permanecen indiferentes frente al hambre, el dolor y

la injusticia y luchan de muchas maneras con esperanza no en el

triunfo que ellos puedan ganar, sino en el Cristo que ganó,

aunque ellos fracasen. Porque Cristo ha resucitado, esperamos una

nueva creación perfecta que él ha prometido. También porque él es

nuestra esperanza, no andamos desordenadamente, trabajamos y

estamos en contra de que ciertas clases "trabajen sin comer" y

otras "coman sin trabajar", y no nos cansamos de hacer el bien en

pequeña o en grande escala.

 

Es bueno señalar aquí que quienes por su materialismo acusan más

a los cristianos de olvidar el presente en nombre del futuro,

están predicando ellos también una esperanza futura. Hacer creer

que las cosas no tiene arreglo y que en vez de componer las cosas

en necesario destruirlas para construir algo nuevo luego de la

destrucción, es también una ilusión, una forma de opio. El

despertar de ese sueño de opio suele traer una desilusión

dolorosa. Esas falsas esperanzas son infinitamente inferiores a

la esperanza cristiana.

 

Redescubrir la esperanza cristiana nos saca también del marasmo

espiritual. Nos damos cuenta de todo lo que significa "gemir

esperando la adopción, la redención del cuerpo". Es decir,

despertar y saber que no hemos llegado todavía, que estamos en el

camino, que proseguimos al blanco aunque sea a tropezones. Es

decir que no podemos contentarnos creyendo que tenemos la iglesia

perfecta o la forma cristiana de la vida perfecta, Lo tenemos

todo en Cristo, pero estamos a la espera de lo perfecto, de su

manifestación final. Y sabemos también que nada ni nadie nos pude

separar de él.

 

Puestos los ojos en Cristo, el cristiano de hoy no pone su

esperanza en ningún sistema político, en ninguna seguridad

económica, en ningún paraíso terrenal. Vive cada día haciendo su

parte y sembrando con esperanza, sin temor del futuro, seguro de

que Cristo murió ayer, vive hoy y vendrá mañana.

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La prueba final
La seguridad de la esperanza

106 thoughts on “La esperanza cristiana”

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Older Comments
  1. walter dice:
    enero 10, 2009 a las 2:05 pm

    Hola! andres doy gracias por tu vida sos una bendicion,no dudo de lo que decis es una gran verdad por eso te apoyo y todavia sigo con ganas depoder conocerte DIOS TE SUPER BENDIGA. walter troncoso

  2. Betty dice:
    enero 13, 2009 a las 5:27 pm

    Hola, Dios es tu inspiración

  3. Nora dice:
    enero 15, 2009 a las 2:49 am

    HOLA HERMANOS ESTE MENSAJE ES PARA DARLE LAS GRACIAS POR SUS EMAIL Y LAS PALABRAS DE ALIENTO QUE ME DAN CADA DIA LES DESEO DE TODO CORAZON QUE ESTE AÑO SEA CON MUCHA MAS BENDICION QUE EL ANTERIOR. ANDRES QUE DIOS TE BENDIGA Y TE SIGA USANDO AUN MAS Y QUE BENDIGA A TU FLIAS TAMBIEN. UN ABRAZO Y MUCHAS BENDICIONES NORA SANDOVAL MENDOZA ARGENTINA

  4. GUILLERMO dice:
    enero 15, 2009 a las 8:29 pm

    Hola, es muy grato para mi haber encontrado una familia tan grande como ustedes, les agradezco por los mensajes que dejan en mi correo y las enseñanzas que en ellos encuentro. Les deseo que Dios los siga bendiciendo y que en este nuevo año su presencia los siga acompañando para que todos sus propositos en Cristo Jesús se cumplan como gran testimonio del amor que nos tiene y que aun vivirá con nosotros y por nosotros.
    Andres, estoy confiado de que lo que está sucediendo con devoción total es una muestra para el que te esta corriendo del lugar, de que Dios te ama y te dará un mejor lugar, propio y más confortable, sigue animandonos como lo haz venido haciendo, que nosotros seguiremos orando por tí y los tuyos para que Dios los proteja y los bendiga. Felizzzzz año nuevo.

  5. Agripina Parra dice:
    enero 16, 2009 a las 12:48 am

    Que el Señor Jesucristo siga fortaleciendo sus vidas y siga abriendo puertas para que su palabra sea proclamada a todos los que tenemos necesidad de el. Sus palabras de aliento cada dia para mi son una gran bendicion, que el les bendiga y les guarde.

  6. MARIBEL HERNANDEZ O dice:
    febrero 14, 2009 a las 10:12 pm

    espectacular ,me encanto los felicito que el señor los bendiga grandemente me ayudo mucho en estos momentos de tristeza definitivamente nuestro señor es unico,le doy gracias por averlos escojido como instrumento lo hacen muy bien bendito sea el señor padre hijo y espiritu santo bendiciones para todos.

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