por SIDNEY ROOY
Ser mayordomo significa aceptar con seriedad la co-misión que Dios mismo nos ha encomendado. No se habla de la misión en la Biblia aparte de la co-misión (I Cor.9:17, Versión 1960). Esta comisión (oikonomía) se basa en el don (carisma) que cada creyente recibe por la gracia (caris, caritos) (I Pedro 4:10). Pablo subraya que cada uno tiene su don de Dios (I Cor.7:7). Las formas en que manifestamos estos dones y capacidades son llamados los dones (carismata) del Espíritu (Rom. 12:6, I Cor. 12:4).
Es claro que, nunca se reciben los dones para su propio beneficio. Los apóstoles reciben su mayordomía (oikonomía – Efesios 3:1-2, 7-9) del evangelio para «diakonarlo», ministrarlo (diakonar) «al servicio de los demás» (I Pedro 4:10). En el mismo sentido, Pedro aplica este ministerio a cada creyente en la totalidad de su vida. Somos todos mayordomos, administradores, intendentes (todas son traducciones de la misma palabra oikonomía) de la multiforme gracia de Dios por lo menos en tres sentidos: mayordomos de la creación, mayordomos del hermano y mayordomos del evangelio.
Un erudito define esta co-misión así: «El mayordomo es un empleado público de Dios, que en la tierra debe atender a los asuntos de su Señor y debe procurar que todo suceda conforme a la voluntad de Dios». Sobre nuestra mayordomía de la creación haremos tres afirmaciones.
1. La vocación cristiana incluye cada parte de la naturaleza.
Como base bíblica para esta sección podemos referirnos a Gen. 1:28. Dios, al crear al hombre y a la mujer, les dijo, «…llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves del cielo, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra» (véase también Gen. 1:26 y Sal.8:5-8). Entre los vss. 25 y 31 de Gén. capítulo 1, figura la palabra «todo» doce veces y en el Salmo 8 cinco veces.
Además, cuando en el Antiguo Testamento se refiere al mar, al cielo y la tierra juntos, siempre comprende toda la realidad creada. Igual en el Nuevo Testamento, cuando se habla sobre los cielos y la tierra, ésta comprende la misma totalidad.
Así se entiende esta misma realidad como en Gén.1:28 y Salmo 8:6-8 cuando Pablo testimonia que el propósito del Padre por medio de Cristo es «reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz» (Col.1:20).
Por lo tanto, como hablamos de los derechos humanos por el hecho que todo ser humano está hecho «poco menor que los ángeles» en la imagen divina, así podemos hablar de los derechos de la naturaleza y de todas las criaturas por haber sido puestas bajo el cuidado humano. Somos mayordomos de la creación, mandados a usar ella, no a abusarnos.
Me alegró mucho recientemente cuando un joven me confesó aspirar a estudiar la oceanografía. Lamentablemente muchas veces se estudia la tierra, los cielos y el mar para ver que más se puede sacar de ellos para un provecho egoísta. El propósito para los Reformadores era diferente: para Calvino, todo el mundo era el escenario sobre el cual Dios está actuando, también por medio de sus hijos e hijas; y para Lutero, este actuar se llamaba «la vocación sagrada» de cada creyente.
Con el paso de los siglos vino el proceso que llamamos «la secularización», o sea, la separación del control eclesiástico de las artes, las ciencias físicas y, al final, las ciencias humanas. Ha traído muchas bendiciones todo este desarrollo. Sin embargo, en la medida en que se separaba el impulso religioso y el carácter sagrado de toda la creación (cielo, tierra y mar) del mundo material, llegamos a fabricar ídolos nuevos y una religión que llamamos «el secularismo».
Lo religioso estaba progresivamente limitado a lo «espiritual», lo de la iglesia y la evangelización estrechamente concebido como la salvación de nuestras almas desencarnadas de este mundo pecaminoso y hostil. Nada menos que esto, y nada más.
Y en lo material aceptamos los mitos modernos de que a los fieles más fieles, Dios da más cosas precisamente por su fidelidad y confianza en Él. Así pues, el que tiene más, es mejor, porque Dios lo ha bendecido. Junto con este evangelio de la prosperidad, vivimos la mentira que la posesión de las cosas da felicidad y que el avance de la tecnología significa progreso moral.
Nada más lejos de la verdad. Todas la cosas en el cielo, la tierra y el mar pertenecen al Señor de la historia. Como mayordomos fieles recibimos la comisión, la vocación sagrada, de reclamar cada parte de la naturaleza en el nombre de este mismo Señor.
2. El señorear se basa en las normas de la creación.
No en la buena disposición del hombre. Señorear es ejercer la mayordomía de la creación. Podemos hablar bíblicamente de los derechos de los animales.
«No pondrás bozal al buey que trilla» (Dt.25:4).
«¿Y no tendré yo piedad de Nínive donde hay…muchos animales?» (Jonás 4:11)
La norma de señorear no es, en primer lugar, la caridad, sino la justicia. Toda criatura en el universo tiene su lugar. Dios se preocupa sobre la suciedad del Riachuelo y de las playas. Sobre el petróleo que mata a los peces y el cáncer que hace lo mismo a los hombres. Dios ama a las gaviotas blancas y la ballena azul. Todavía cuida a los gorriones que caen. Los quiere a todos por lo que son y no por su valor comercial como comodidad. Toda planta, árbol, ave, bestia «…les serán para comer», pero no para destruir. Por esto hablamos sobre «los derechos de las criaturas».
Hay un principio subsidiario aquí. Dios da toda la creación para todos los hombres. Debemos notar cómo cuida Dios de los derechos de las viudas, los huérfanos y el extranjero, y establece leyes para protejer estos derechos. No es tanto que los diáconos deban tener misericordia de los probrecitos que les falta mucho o todo. Más bien, debemos compartir lo que tenemos porque una parte de la creación pertenece a ellos.
Así debemos comprender la equidad de la división de la Tierra Prometida entre los Israelitas. También las reglas para la restauración en el Año de Jubileo -¡borrón y cuenta nueva!- (Lev.25). La tierra nueva – Canáan – ¿no es acaso el tipo de los cielos y la tierra nueva prometidos?
3. La iglesia está llamada a consagrar toda la creación a los propósitos de Dios.
Aquí hablamos de los derechos previos del Creador, del Dueño, del Amo de todas las cosas. Es rasgo propio del mayordomo recibir lo que no es de él.
Los Padres de la Iglesia temprana tuvieron conciencia muy clara de esta realidad. Uno se pregunta por qué en el transcurso de la historia, tantas veces la iglesia perdió de vista esta visión y convicción de la comunidad de los bienes. ¿Es porque la iglesia primitiva estuvo bajo persecución, y ni sus propiedades ni la seguridad de sus vidas proveía muchas promesas para el futuro? Sólo la presencia del Señor y el amor con que se preocupaban de las necesidades humanas en su derredor los consolaban.
Pero, cuando llegó la seguridad por las alianzas políticas en el imperio y más tarde en las iglesias protestantes del estado, cuando llegó la riqueza y la opulencia a los monasterios y la iglesia colonial latinoamericana, cuando los cristianos occidentales se glorían en su conquista final de los socialismos orientales, escuchamos otro canto. El que no tiene, se dice, es probablemente haragán, borrachín y de escaso valor moral.
Escuchemos un par de citas de los primeros Padres de la Iglesia, escogidos de las numerosísimas afirmaciones semejantes:
Ahora bien: Dios creó el género humano para la comunión o comunicación de unos con otros, como que Él empezó por repartir de lo suyo y a todos los hombres suministró su Logos común y todo lo hizo por todos. Luego todo es común y no pretendan los ricos tener más que los demás. Así, pues, aquello de ‘tengo y me sobra, ¿por qué no he de gozar?’, no es humano ni propio de la comunión de bienes. Más propio de la caridad es decir: ‘Tengo, ¿por qué no dar parte a los necesitados?’ El que así asienta es perfecto, porque ha cumplido el mandamiento de ‘amar a su prójimo como a sí mismo.’ (Clemente, c.180 d.c. El Pedagogo, II, 12.)
No nos apropiemos de lo que nos ha sido dado para común provecho de nuestros hermanos, pues haríamos así inicua la riqueza por el hecho de retenerla, siendo, como es, cosa ajena. (San Cirilo de Alejandría, c.320 d.c., Comentario sobre San Lucas, XVI, 10.)
Ellos (los cristianos) se ufanan porque Dios indulgentemente les ha dejado la riqueza de la tierra; sin embargo si se mira el fin que Dios se propone, los ricos están puestos simplemente de mayordomos de los pobres. (San Cirilo, op. cit.)
Frente a la comunidad de bienes, para cada ser creado, el Creador impone sus obligaciones.
a. El Creador requiere fidelidad. Cuando Jesús exhorta a sus discípulos a la vigilancia en el cumplimiento de sus tareas, Pedro…¡siempre Pedro! pregunta si se refería sólo a los doce o a todos sus seguidores. Y Jesús no deja dudas: el dueño pondrá sobre todos sus bienes «el mayordomo fiel y prudente» (Lucas 12:42). Primero fidelidad. En el Antiguo Testamento la palabra «fe» es casi igual a «fidelidad». A veces creo que la palabra «fe» en el Nuevo Testamento la intelectualizamos como si fuera el paso decisivo, y la fidelidad viene como consecuente y secundario. Eso no es bíblico. La fidelidad marca, según el Señor, si uno pertenece a él o no.
b. El Creador requiere sabiduría, léase «prudencia». Dice el Señor: «…sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas» (Mt.10:16). Un amigo me dijo el otro día: «A veces me siento tan prudente como una paloma». Supongo que todos nos sentimos a veces como él, por los problemas y las tragedias que agobian al mundo moderno y a nuestras propias vidas. Pero de prudencia en el cuidado y uso de los bienes de nuestro Padre celestial, nadie se atrevería a acusar a esta generación.
La agonizante muerte de miles de especies del cielo, la tierra y el mar; la creciente porción de seres humanos que no reciben su parte justa de los recursos de la creación; los gases e insecticidas que envenenan nuestros niños, levantan su clamor al cielo contra nosotros.
c. El Creador requiere responsabilidad. El mayordomo tiene que rendir cuentas. Así lo dice Jesús. Bienaventurado el siervo que su Señor encuentra fiel y prudente en el cuidado de sus bienes. Pero al infiel e imprudente «lo castigará duramente y lo pondrá con los infieles». Aparte de las grandes divergencias acerca de la interpretación de esta frase, una cosa está clara…tenemos que rendir cuentas.
Johann Huizenga define la historia así: «La historia es la forma espiritual en que una cultura rinde cuentas de su pasado». Podemos parafrasear: la historia de la iglesia es la forma espiritual en que los mayordomos rinden cuentas de su pasado.
¿No es esto lo que significa nuestra co-misión con el Señor? «Yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto y vuestro fruto permanezca» (Jn.15:16). Nuestro consuelo y esperanza es que no caminamos y luchamos solos: «He aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (Apoc.21:5). Podemos decir -toda la creación, por la que también murió Cristo.
Salí una mañana con nuestra perrita, Canela, al jardín de la Facultad de Teología (ISEDET). Canela ubicó de inmediato la palomita. La atrapó sin morderla. Su ala estaba herida y no podía volar. Pobrecita, con docenas de gatos que pernoctaban allí. La llevé arriba, la puse en una jaula con semillas y agua. Todos los días la tomé en mis manos, le hablé en voz baja y la acaricié. Después de diez días, la llevamos al mismo patio, la empujamos hacia arriba, y ella volaba hacia el cedro detrás de nuestra casa.
Dos días después estaba en la cocina lavando platos y ví la palomita caminando como medio dueña de la casa del living al patio trasero. Nos visitaba casi diariamente, durmió dos noches en mi escritorio y comía en la pieza donde la habíamos cuidado los diez días.
Entonces vino una de estas sudestadas sobre Buenos Aires, y nuestra amiguita no apareció más. A veces pensamos verla mirándonos con aprobación materna, desde un cable, arriba de nuestro balcón.
En la presión de nuestras vidas diarias, nos preguntábamos: ¿quién curaba quién?
soy pastora de una iglesia pentecostal, y me agrada recibir, los comentarios que otros hermanos en Cristo tienen para dar al pueblo de Dios; El les continue bendiciendo por e4sa labor preciosa!!!!Gracias
Estimada pastora, Dios bendiga tu ministerio. Comparto contigo un sitio donde puedes tambien ver otros estudios y comentarios. Ojalá te sean de bendición. http://estudiosbiblicoscristianos.net/profecias-biblicas/apocalipsis-introduccion-a-su-estudio-1.html
BENDICIONES MISQUERIDOS HNOS. PARA MI EL LEER ESTAS HERMOSAS ENSEÑANZAS HAN SIDO DE GRAN BENDICIÓN, HAN SIDO MUY OPORTUNAS PUEDO DECIR CON CERTEZA QUE EN NUESTRA VIDA NO HAY COINCIDENCIA NI CASUALIDAD Y CUANDO LEO ESTAS REFLEXIONES ME HAN AYUDADO Y ESTOY SEGURA QUE A MUCHOS DE LOS HERMANOS UE LAS LEEN, GRACIAS POR ESTE INSTRUMENTO PUES YO LO UTILIZOPARA EVANGELIZAR A OTROS….. ES MAS QUIERO CONFESARLES UE TENGO UN AMIGO SEMINARISTA CATOLICO Y SIEMPRE QUE PUEDO Y SE QUE UNA REFLEION LO EVANGELIZA DE MANERA ESPECIFICA SE LA TRASMITO.. MUCHAS GRACIAS POR DARNOS LAHERRAMIENTA SE QUE SU LABOR SERA RECOMPENSADA.
Es muy exquisitoleer material el fual Te transporta a una posicion de enteder o comprender los aspectos diarios de nuestro vivir, y comprender la imensa gracia de Dios, para que hombres y animales sobrevivamos en UN mundo de muchos conflictos, sociales amo a Dios por su perfecta y Santa voluntad y bendigo tu vida mi querido hermano por es articulo con mucho enfoque, Martin lutero dijo. Dios nos creo de la nada, y hasta que no seamos nada, Dios no podra hacer nada con nosotros.
Bendiciones
Hugo U.K