Dr. Carl Armending
Es Rector del Regent College, Vancouver, Canadá. En el verano de 1977 visitó Argentina y dictó dos Cursos sobre Antiguo Testamento, uno en el Colegio Ward, Buenos Aires, y otro en la Escuela Bíblica Evangélica, Villa María.
Con respecto a la Profecía predicada en el Antiguo Testamento, dijo que: la predicción del futuro no es su principal interés. El profeta proclama la palabra de Dios preocupado por el aquí y el ahora, por la situación en que se hallan los destinatarios de la predicación. Pero siempre la palabra profética tuvo la potencia de cambiar el futuro. Jonás fué a Nínive para predicar la des¬trucción de la ciudad por el pecado del pueblo. Los ninivitas escucharon el mensaje y se arrepintieron: la ciudad no fue destruída. Si hubieran rechazado el mensaje, la destrucción hubiera sido inevitable. En ambos casos la predicación profética manifiesta ser Palabra de Dios, poderosa y verdadera. La Palabra de Dios sigue siendo el Poder de Dios que puede transformar nuestro presente y nuestro futuro, para bien o para mal, en razón de nuestra actitud hacia la palabra que nos habla hoy.
En ocasión de cumplir en este año de 1980, ochenta años de edad y cincuenta en el servicio del Señor en la Argentina, hemos pedido al señor Bevan que escriba un mensaje para los jóvenes cristianos. El mensaje, que está incluído en una breve nota autobiográfica, es una viva recomendación a la lectura y el estudio de la Biblia COMPROMISO cristiano recibe en sus páginas con gratitud las recomendaciones de un perseverante enseñador de la Palabra de Dios, al que respetamos como nuestro maestro. Las iglesias de todo el país se han enriquecido por su incesante ministerio. La Escuela Bíblica Evangélica lo tuvo como un distinguido profesor desde la primera actividad docente de la entidad: La Primer Semana de Meditación, en Octubre de 1960, sobre un tema: El Gobierno de la Iglesia. ¡Muchas Gracias, don Walter! Oramos para que Dios continúe bendiciendo su ministerio para la salud espiritual de Su Pueblo.
Un mensaje a la Juventud Evangélica Argentina
Por Walter Bevan
Daré un corto testimonio personal. Me convertí al Señor a los dieciséis años; mis padres no eran creyentes y nunca me llevaron a ningún culto religioso, por lo tanto, no tenía base bíblica alguna, como la tienen muchos hijos de creyentes al recibir a Cristo.
Eramos tres muchachos de la mismo edad los que nos convertimos juntos y enseguida nos dedicamos al estudi metódico de la Biblia. Durante el dia trabajábamos en las minas, era tiempo de guerra (1914-1918), y procurábamos reunirnos por las noches en una u otra casa para escuadriñar las Escrituras y tomar notas de lo que íbamos descubriendo. No faltábamos a las reuniones, y especialmente a la escuela bíblica que funcionaba en la iglesia los sábados por la tarde, a la que concurríamos con nuestras Biblias, cuadernos y lápices. Leíamos mucho la Biblia, libros enteros de una sola vez, de manera que pronto tuvimos un buen fundamento para estudiarla.
Con cada sueldo procurábamos comprar un comentario y otro libro de estudio, y siendo que el dinero no abundaba teníamos que elegir bien cada compra, que por lo tanto no era literatura superficial de fácil lectura. Pronto estuvimos en condiciones de tomar parte en reuniones de toda índole.
Nunca tuve oportunidad de asistir a ningún instituto especializado de estudios bíblicos o teológicos, así que todo el conocimiento bíblico adquirido, lo recibimos de trabajar con la Palabra de Dios, bajo la guía del Señor mismo. Así que puedo decir que no hay joven que no pueda llegar a maestro en la Palabra, si dedica su vida a ese propósito, con oración y disciplina en la lectura y el estudios perseverante.
La Biblia es útil para equipar o preparar enteramente. Representra el equipo tota, y no hay erudición que pueda suplir la falta de estudio bíblico. Nuestra diligencia pudiera llegar a ser grande, y nuestros sacrificios sinceros, pero si él corazón no se alimenta de la Palabra de Dios, nuestras propias palabras no tendrán poder. Sin saturarnos de la Biblia no puede haber un ministerio verdaderamente eficiente. Vayamos a nuestras Biblias con un nuevo amor.
Durante los veramos de 1956 y 1957 realizamos dos Cursos de Estudios Bíblicos de Ongamira, Córdoba, cada uno dos semanas de duración. Concurrieron como profesores especialmente invitados don Samuel Williams y don Walter Pender, don Samuel fue un elocuente predicador, para quien la proclamación del Evangelio era una verdadera pasión. Predicaba con fuego, y siempre recomen¬daba a los estudiantes: «Cuando prediquen a Jesucristo apunten directamente al tercer botón del chaleco», era su manera de decir que había que hablar al corazón. Don Walter en cambio era el estudiosos apasionado de la Biblia, el maestro sobresaliente aferrado al Mensaje. Su celo por la Palabra de Dios lo quemaba. Ambos gigantes rindieron sus largas vidas de servicio al Señor en nuestra patria. Damos gracias a Dios por ellos, por el predica¬dor, y por el maestro. Les pedimos entonces que grabaran un mensaje para la juventud argentina, que parcialmente reproducimos hoy.
Mensaje de Walter Pender a la Juventud
El viejo apóstol le recomienda al joven Timoteo: «¡Echa mano de la vida eterna!». Y yo me dirigo a la juventud argentina utilizando la misma frase: ¡Joven, echa mano de la vida eterna!
Es esa vida que Dios te ha dado por la fe en Jesucristo que debe ser una experiencia real y ardiente dentro de tí. Debe ser una vida abundante que como un rio ancho y torrentoso corra en tí y salte para vida eterna. Algo contagioso, que se trasmita a los demás, que como una fuente generosa salpique a los que están cerca tuyo. ¿Sabes? una vida así, llena del fervor que alentaba la vida del Señor Jesús, solamente se puede vivir con oración y constante lectura de la Palabra de Dios.
Mensaje de Don Samuel Williams a los jóvenes
Yo le recordaría a los jóvenes el texto de 2 Timoteo 16.17: «Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redarguir, para corregir, para instruir en justicia. Para que el hombe de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra».
Teniendo la Palabra de Dios todas estas virtudes, diría que las Sagradas Escrituras merecen toda su atención, de manera que las leas cuidadosamente y constantemente, y la estudies en profundidad. Leer y estudiar la Biblia debe ser tu principal preocupación si deseas servir con fidelidad al Señor y a tus hermanos. Ocúpate en estas cosas, con oración, que no te permitirán estar ocioso en la tarea de ser un fiel testigo de Jesucristo.
para mi es un anhelo escudriñarlas y aprender de las sagradas escrituras bajo la guianza del espiritu santo ,quiero ser maestro y predicador para gloria y honrra de mi señor.gracias por sus consejos.