por RICARDO A.ZANDRINO
«¡Miren! Yo los envío a ustedes como ovejas en medio de lobos. Sean, pues, astutos como serpientes, aunque también ingenuos como palomas…» (Mt. 10.16)
Jesús cambia el concepto de la autoridad
«Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.» (Mt. 9.35)
Jesús revirtió el concepto de grandeza y autoridad: los fundamentos que él enunció enseñan que el liderato se halla en que uno llegue a ser siervo de todos. El poder se descubre en la sumisión.
La vida misma de Jesús fue revolucionaria en este aspecto, su sumisión lo llevó a la muerte de cruz para vencer por medio del sufrimiento, y Filipenses 2.6-8 nos habla de su progresiva entrega: «No utilizó su condición divina, se hizo hombre, se hizo siervo, fue obediente hasta la muerte… y muerte de cruz.»
Durante su vida Jesús enseño a sus seguidores: «si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.» (Mrc. 8.34)
Horas antes de su muerte, en la última cena con el grupo íntimo, lavó de rodillas los pies de sus apóstoles, para enseñarles luego que hubiera terminado: «Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.» (Jn 13.15)
Dios aprecia la sumisión en sus hijos, en una actitud de progresiva maduración y en un proceso en el que debe existir una decisión y una entrega voluntaria a Dios y a los hombres renovada cada día. El desea que nos neguemos sin que nos aborrezcamos. La negación significa comprender que la felicidad nuestra no reside en hacer siempre lo que deseamos, sino en disponernos a la felicidad y el bienestar de otros que nos rodean, que disponernos a servir al prójimo, aún a costa de nuestras propias necesidades, es el modo más eficaz de lograr la alegría de vivir.
Veamos los peligros
Pero debemos tener cuidado. Este es un tema peligroso. La iglesia a través de los tiempos cometió muchas injusticias y permitió que se las cometieran fuera de su seno, promoviendo una indiscriminada y mal entendida sumisión.
Apoderándose de la obediencia a ella, personas inescrupulosas, cometieron graves abusos contra sus semejantes. De modo que este mandato a ser sumisos debe confrontarse con otro que expresa que Dios ama a quienes tienen sed de justicia, y premiará a quienes la promuevan.
Jesús conoce el mundo en que nos toca vivir, sabe que somos ovejas en medio de lobos, por eso es que nos recomienda equilibrar la mansedumbre de la entrega en sumisión, con la astucia que nos permita discriminar (enfatizo esta palabra) cuándo y ante quién debemos cambiar la actitud de palomas en la de serpientes.
Juan el Bautista acusó con vehemencia a Herodes, Jesús jamás se sometió a los fariseos ni permitió que sus retorcidos argumentos lo confundieran, y Pablo hizo que las autoridades de vinieran a la cárcel donde había sido detenido injustamente para que se disculparan por tal proceder.
Podemos decir que Jesús llegó en su sometimiento a la cruz, condenado por gentes injustas y malvadas, pero recordemos que su entrega fue voluntaria, según el plan de su Padre al llegar «su hora», y sabiendo él mismo que era el dueño de la vida, la que podía dar y volver a tomar. Podría haber solicitado al Padre una legión de ángeles que lo defendieran, pero no lo hizo.
La paradoja de la sumisión
«El hombre cristiano es el señor más libre de todos, y no se somete a nadie; el hombre cristiano es el siervo más obediente de todos, y se somete a todos.»
Martín Lutero
Hace un momento mencionamos el proceso de sometimiento del Señor Jesús según Filipenses 2.5-7 El pasaje no termina, sino que dice «Por lo cual…», es decir debido a este modo de actuar, «…Dios lo exaltó hasta lo sumo.» Luego continúa el pasaje mencionando una lista de honores: el más alto honor, el más excelente de todos los nombres, ante el cual todos doblarán sus rodillas, reconocimiento por confesión de que es Señor, para honra de Dios.
Al comenzar la cita (vs. 5) se nos dice que tengamos la manera de pensar de Jesús: si seguimos su camino en la entrega, seremos también como él exaltados.
Y este es el nudo de la paradoja: si obedecemos seremos libres, si nos negamos nos encontraremos a nosotros mismos y si perdemos la vida la encontraremos. Sólo si lo comprendemos, podremos poner en práctica el sometimiento. Quien no lo entienda, hará de esta práctica un acto compulsivo que sólo traerá sufrimiento e infelicidad a su vida y a la de los que lo rodean.
¿Cuál es pues la clave que hace posible esta paradoja? La presencia del Señor en nuestra vida, y nuestra entrega a él, que actúa en nuestra debilidad y aborrece nuestra fortaleza.
El autor George Matheson expresa este sentir en las palabras de su hermoso himno, que dice:
Cautívame, Señor
y libre así seré;
anhelo ser un vencedor,
rindiéndome a tus pies.
No puedo ya confiar
tan sólo en mi poder,
en ti yo quiero descansar,
y fuerte habré de ser.
Los límites de la sumisión
«Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch. 5.29)
Algunas veces es más fácil conocer los límites de la sumisión. Por ejemplo es sencillo comprender que no debemos estimular la sumisión de una mujer que es golpeada sistemáticamente por su esposo. También podemos comprender que aunque se nos pide someternos a las autoridades superiores (Rom. 13.1), no debemos hacerlos cuando éstas deliberadamente estimulan la injusticia y la desobediencia a Dios y eso es lo que hace el apóstol Pablo entre otros ejemplos, en Hechos 16.37.
La regla de oro del sometimiento es que el primer sometimiento al que nos debemos es a Dios. Pero cuidado, porque fácilmente podremos utilizar este principio para no someternos a nadie, y además de esto con una gran carga de soberbia.
No hay un libro de normas que nos indique los límites del sometimiento (por suerte); para ello deberemos depender del Espíritu Santo y su dirección. Y cuando esto ocurra, comprenderemos que en realidad no es tan difícil saber cuál es la voluntad de Dios.
es una gran bendicion el reconoser cuanto falta hase alta el sometimiento al señorio de cristo porque es la forma de ver nuestra vida realizada como verdaderos creyentes,, bendiciones
Cristo no puede ser salvador nuestro sin ser Señor nuestro primeramente. Si Él que es el maestro y Señor sirvió, ¡cuánto más nosotros! Reconocerlo como Señor implica servirlo, a Él y a sus propósitos.
¡Gracias por recordarlo! Dios lo bendiga…
muy bueno, gracias.
Bendiciones de Dios para usted
Gracias por tan linda refleccion, ruego a nuestro Padre celestial que cada dia nos dispongamos mas y mas a poner por obra su palabra, solo asi podremos tener una mejor calidad de vida. que nuestro amado Padre derrame abundantes bendiciones en sus vidas.
Gracias por tan linda refleccion, ruego a nuestro amado padre que cada dia podamos poner por obra su palabra. Que Dios les bendiga ricamente.
Doy gracias al Señor Jesucristo por esta maravillosa reflexión de hoy. Él es y será el Señor de mi vida a él debo obediencia pues es ejemplo de obediencia y amor.
nuevamente gracias .
tremenda predicacion Dios te bendiga mucho
Alabo al señor por tan bendecido ministerio, Dios les siga usando.
que dios los siga bendiciendo para que sigan con las enseñanzas diarias que ustedes nos muestran atravez de la palabra de dios y que el espiritu santo los siga guiando amen
EXCELENTE, gracias hermanos por su reflexion, DIOS los continue Bendiciendo y dando de su sabiduria. en el poderoso nombre de JESUCRISTO AMEN
La misma vida de jesúa fue revolucionaria…???. Fue el Sñor un revoñucionario? El lo dijo claramente en Mateo 5:17 «No penseis que he venido para abrogar la ley y los profetas, no he venido para abrogar,(como si fuera un revolucionario) sino para cumplir (para hacerla más pura, espiritual y perfecta).
Al amigo Jorge Ayona: Primero hay que reconocerlo y aceptarlo a Jesucristo como Salvador y luego nuestro Señor. Sólo el que es salvo lo reconoce como Señor. Medita en Primera a Corintios 12:3b «…nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo»
Me parece que cuando no hemso nacido de nuevo la sumision es algo dificil para cualquier persona.pero cuando hemos nacido de nuevo la sumision es cosa facil la cuial nos facilitara el servicio a Dios en la iglesia y fuera de ella
No me extraña lo bello de las palabras del Hno. Zandrino, un maestro en la Palabra.
Encontrar el equilibrio, en los seres humanos que somos tan ambivalentes es dificil, pero tenemos el arma por excelencia, lo que nos saco de error y sigue perfeccionando, el Espiritu Santo y su Palabra, a Biblia. ¿Que mas nos hace falta?, quizas tener un oido mas fino, porque el Espiritu Santo no grita, susurra. Bendiciones
Dios les bendiga, debemos de tener una actitud de sercicio, en nuestro ambito laboral y familiar, todo lo debemos hacer como para el señor, hasta el dia de hoy no hay ningun hijo de Dios que mendigue pan. el te provee, y te multiplica al 30, 60, 90, 100 % PRUEBAME Y VERAS, DICE EL SEÑOR……BENDICIONES PARA TODOS….AMEN.
gracias por la palabra de alimento ,creo fielmente que nuestro señor jesucristo murio en el monte getsemani cuando acepto la voluntad del padre
nesecitas halgo mas que una rrespuesta para somerter te no lo hay es si o no pero aun que es muy dificil pero no imposible
Querido Hermano Juan Ocaña:
A ver a ver,
El problema es que muchos ven la fe como algo intelectual y/o emocional; como repetir (muchas veces de manera inducida por otros) una oración, y en ese momento se es «salvo».
uno no puede llamar Señor a Jesús si el Espíritu Santo no lo guia, es cierto, pero recuerde que el Espíritu convence de pecado, justicia, y juicio.
Uno obedece a quien acepta su dominio.
La obra del Espíritu en el inconverso es llevarlo a obedecer a Dios en reconocer su pecado, y aceptar a Cristo.
El pecador acepta lo anterior, entonces, por el Espíritu llama a Jesús Señor, en ese momento que tiene esa convicción -realmente- llama a Jesús Señor (reconoce el dominio de Cristo sobre su vida)
La Obra del Espíritu en el creyente es transformarlo a semejanza de Cristo produciendo el fruto del Espíritu. Pero contando con la obediencia del creyente; que no lo apague, resista o contriste.
Pero como el justo vivirá por la Fe, esa dinámica Fe-Obediencia, se manifestará continuamente en el creyente, quien vive del Espíritu.
El pecador para ser salvo debe obedecer, el creyente para permanecer en fe debe obedecer. Obediencia es sumisión a la Palabra, esto es, el Señorío de Cristo.
Recuerde el caso de Pablo… : «Señor, ¿Qué quieres que haga?».
Soteriológicamente, ser «salvo» es haber sido trasladado del reino de las Tinieblas al reino del amado hijo. Es ser libre del dominio de la práctica del pecado, como dice 1ra. juan.
Además:
Hebreos 11:8 dice «Por la fe Abraham siendo llamado obedeció…» Es un estilo de vida en que Jesús Reina sobre nosotros por su Palabra.
El que cree realmente, obra (Stgo. 2:17). Fe sin obras es presunción! ¿No será que muchos en las iglesias que han dicho la «oración del pecador» no han experimentado realmente la salvación? ¿Cuál es nuestra seguridad? La Obediencia. Y esta a su vez, es reconocer el Señorío de Cristo.
Fe es la respuesta de obediencia a la verdad – la única respuesta válida ante el mensaje del evangelio, e implica conversíon.
Dios lo bendiga.
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