Una clave fundamental para la iglesia en nuestros días.
por JORGE TASIN
INTRODUCCIÓN
Las estrechas fronteras de un artículo no nos permitirán, seguramente, tratar a fondo un asunto como el de la autoridad congregacional, más aún cuando un tema de tamaña importancia intenta ser pensado de cara a la cultura que nos envuelve. Así como el mundo está viviendo un momento singular, la iglesia en el mundo atraviesa una instancia que invita a un replanteo de su tarea misional; replanteo que debería incluir una revisión de lo que se entiende por autoridad dentro del ámbito congregacional.
Creo que los cristianos nos estamos debiendo (al menos en Argentina) un debate honesto y profundo sobre el texto bíblico, referente al tema del liderazgo y la autoridad. Desde Jesucristo mismo, de él como persona y de los valores que se desprenden de sus enseñanzas, es desde donde debemos partir para comenzar a buscar las respuestas a nuestros interrogantes sobre la función de la autoridad en el marco de nuestras iglesias.
Empiezo este escrito presumiendo al menos tres cuestiones. Una se refiere al hecho que en nuestros días asistimos aún al predominio de un modelo de autoridad ya gastado, que tiene que ver con el paternalismo, con el personalismo, con el autoritarismo, y con la jerarquización y profesionalización de la autoridad eclesial, y no con un modelo verdaderamente bíblico.
La cuestión siguiente precisamente es la creencia personal en que el Nuevo Testamento nos provee una concepción de Iglesia -como parte integrante del proyecto inaugurado por Jesús-, que incluye fundamentos éticos, funcionales y estructurales sobre autoridad congregacional. Finalmente considero, desde una óptica pastoral, a este tema de la autoridad en la iglesia como un asunto sobresaliente en lo que hace a la sustancia de lo que la iglesia es y en cuanto a su misión en este tiempo.
UNA PREGUNTA: ¿EN QUÉ MUNDO VIVIMOS?
El pensamiento que más inquietud despertó en círculos políticos en estos años singulares fue, sin dudas, aquel del ya célebre Francis Fukuyama con su teoría del Fin de la Historia como un intento de explicar los sucesos políticos y socio-económicos de este tiempo. Este joven pensador norteamericano de ascendencia japonesa, no imaginó -según propia confesión- causar tamaño revuelo con sus ideas. Pero así fue. Fukuyama, se convirtió de la noche a la mañana en el portador del slogan político de moda de un mundo agitado por vaivenes capaces de producir vértigos. Un momento histórico -según presumen las usinas generadoras de explicaciones-, destinado a servir de bisagra entre lo aparentemente viejo y lo nuevo en clave de política.
En verdad tampoco es apropiado adjudicarle la paternidad de la teoría del Fin de la Historia a Fukuyama, por lo menos de manera exclusiva. En distintos términos y en otros ámbitos del pensamiento, ya se anunciaba la conversión paulatina del mundo en una aldea global con una idéntica forma de comprender la política, la economía, la cultura y los valores dominantes de la vida moderna.
Incluso la teología de nuestro continente anunciaba ¡ya a mediados de los años 70! que la sociedad que iba cobrando forma en el mundo entero y que América Latina copiaba fielmente, respondía a un fenómeno cultural a nivel planetario que se imponía sin respetar las fronteras ideológicas (1). Era ya una certeza desde la lectura de la teología cristiana, que las grandes ideologías iban cediendo espacio y significado frente al apuro de las élites gobernantes por construir una sociedad de «progreso, desarrollo y bienestar» en términos económicos y en línea con los parámetros de la sociedad industrial de consumo.
Con esto venía ya, formando un solo paquete, el asentamiento del pragmatismo como la sustancia política transformadora de la historia pasada, presente y futura. Las ideologías debían dejarle paso a la edificación de una nueva cultura mundial basada en la mecánica del Mercado, en el desarrollo tecnológico, y en el progreso permanente e ilimitado.
EN EL VELORIO DE LOS IDEALES.
Fukuyama cuando habló sobre el fin, se refería a la crisis ideológica (crisis de ideales) del hombre moderno. Hablaba de la ruptura de las líneas de pensamiento que se venían sosteniendo y oponiendo mutuamente desde, por lo menos, fines del siglo pasado. La historia que llegaba a su fin era la historia de los antagonismos sociales e ideológicos, el fin de los ideales que habían pugnado por prevalecer y que habían motorizado el espectro socio-político de este largo siglo que va terminando. Hoy el hombre, según esta teoría, ya no se interesa en los grandes ideales -en utopías- a la hora de soñar un modelo social.
Aparentemente ya ni sueña, y según parece ha dejado morir los ideales. A «las masas» ya no les quita el sueño la concepción del sistema social de la historia, de la economía o de la ética que tengan los políticos que eligen, sino las medidas que intentarán llevar a cabo y sobre todo, el efecto que ellas ocasionarán en su bienestar individual.
La hipótesis del confort anhelado se ha impuesto sin atenuantes sobre la fidelidad o no a la ortodoxia de una plataforma política. Ya el debate de los ideales estaría superado; ya las ideas no interesan en medida alguna, debido entre otras cosas a la uniformidad política derivada de la muerte de las utopías. El apasionado debate en la tribuna ideológica ya forma parte de un pasado que cuando mucho resulta romántico, nostálgico.
Hoy ya se asumió el dominio y el triunfo político de un específico modelo social: un modelo para ser vivido en cualquier lugar del mundo. Se ha impuesto una concepción determinada y todos los sucesos socio-políticos -parece que- deben ser visto como eventos constructores del acabado final de este modelo dominante. Es obvio que este modelo es el liberalismo (bien entendido, no a la criolla), y que su eje central reside en los códigos propios -y autónomos- del Mercado a nivel mundial.
¿NUEVO ORDEN O VIEJO DESORDEN?
No obstante, pese al mensaje homogéneo del sistema imperante, este nuevo orden no lo parece tanto. Ni tan nuevo ni tan en orden. Tal vez, la historia que ha llegado a su fin, sólo haya dejado espacio para una historia ya conocida; o dicho de otra manera, a una historieta que ya vimos antes. Es lo que algunos teólogos nos quieren hacer escuchar desde hace rato, que este fin no es sino el reciclaje de un capítulo ya repetido.
Hoy se habla con pompa de un Nuevo Orden, pero la «historia» (léase:lo que en verdad tiene relevancia y significado en el mundo de hoy en términos políticos y económicos), se desarrolla sólo en los países dueños (¿adueñados?) del desarrollo económico y el poderío tecnológico. En la «historia» ya no hay espacios para nadie más; no hay lugar en el Nuevo Orden para aquellas naciones no-desarrolladas, países considerados ya afuera de la historia.
Porque las cuentas de otro modo no cerrarían. Entonces el andar de este Nuevo Orden significará mayores diferencias aun en la brecha del distanciamiento tecnológico y económico, lo que causará tremendos problemas en el hábitat de todas aquellas personas que, en tales naciones subsisten -como gustan decir los encuestólogos- «por debajo de la línea de las necesidades básicas insatisfechas». Bah…se refieren a los pobres entre los más pobres, claro.
Y están señalando sin más, el auspicio de una vida en la miseria mientras en la otra faz del Nuevo Orden se celebran cantos a la libertad y al progreso, se festeja que la historia haya llegado a su fin. Se celebra el triunfo de un feroz salto hacia el progreso y el asentamiento de un sistema económico mundial, cuando del otro lado del mundo, hacia el sur y abajo, «cerca de las raíces» -en palabras de Mario Benedetti-, la contracara del sistema le responde a la fiesta con una epidemia de cólera, una reedición de la enfermedad de la pobreza.
De todas maneras, el mundo moderno ya estaría quedando armado. El fin de la historia abarca la descomposición de la URSS, las revueltas regionales del Este Europeo, las democracias a la latinoamericana, la agonía de la revolución cubana, el liderazgo productivo japonés, el acortinamiento fronterizo de Europa, la pronta domesticación del mundo árabe, los acuerdos para la desnuclearización y la paz, en fin, el mundo de hoy.
Un mundo en donde sólo se trataría de ajustar algunos tornillos menores de la estructura que aún están flojos. Un mundo que ha vivido un salto traumático hacia el progreso y el futuro. En donde se descalifica sin miramientos a todo aquél que balbucee alguna idea sospechada de intentar cambiar en algo el rumbo pragmático. Porque lo moderno hoy es no tener ideales sino metas en términos económicos.
Cualquier tipo de compromiso que no sea con uno mismo y sus anhelos individuales de progreso económico, es considerado una intolerable antigüedad. Un mundo que es patrullado por los países «líderes» a fin de que no desordene este Nuevo Orden. Pero, pese a todos los esfuerzos, aún puede uno arribar a la sorpresa de darse cara a cara con algún que otro anticuado.
Es la pura relaidad, el mundo tan cambiante y sus lideres solo hablan de un desarrollo economico, como bien dices se han antepuesto metas a ideales, es decir olvidar la escencia pura de la persona, que si se lograria trabajar en paralelo en forma balanceada, para lograr un desarrollo mas integrado
¿Y de qué nos extrañamos?
¿No debía cumplirse lo profetizado por el Espíritu Santo a través del apóstol Pablo?
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. 2Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, 3sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, 4traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, 5que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. 2Timoteo 3.1-5.
Pablo lo dice en menos tiempo, más claro, con menos palabras y sin tantos rodeos filosóficos. En varias de sus epístolas.
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 32quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican. Romanos 1.28-32.
Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, 2y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe. 3Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal. 4Y tenemos confianza respecto a vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado. 5Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo. 2Tesalonicenses 3.1-5.
Bendiciones
Hnos bendiciones hoy en dia han entrados muchos paternalistas y dictadores a las iglesias con el pretesto de que Dios le ha dado una visión que muchas veces son copiadas de otro minsterio y la aplican en las iglesias que estan pastoreando y si algún hno no comparte su visión lo marginan en la iglesia y no lo dejan participar se creen los unicos que se sienten en la mesa a comer con Dios y que reciben solo ellos revelación divina cuando un siervo comiensa atener gracia ante los hnos y es bien visto por la grey estos dictadores hacen lo posible por marginarlo y no dejarlo crecer en su liderazgo mucho cuidado con estos paternalistas que es han adueñado de las congregaciones son creadores de jerarquias para hablar con ellos hay que pasar un filtro mucho ojos hnos. Oremos para que Dios levante pastores conforme a su corazon