EL AMOR EN EL CANTAR DE LOS CANTARES
por JAIME STUNT
«Qué hermosa eres, y cuán suave, oh amor deleitoso!» Cantares 7.6.
DESLUMBRADA por el tema, la versión Reina-Valera de 1960 se olvida aquí momentáneamente de la gramática. No obstante, ningún error comete. Precisamente está delante el amor deleitoso, encarnado según la gramática en forma masculina, pero de hecho, palpable y deliciosamente encarnado en forma de mujer de cuerpo entero.
Sí, el amor en el Cantar es este amor, amor erótico en el buen sentido, sensual y sexual, íntima expresión de dos seres que se aman. Siendo don de Dios, inspiración del Creador y cumbre de la experiencia humana (exceptuando la de la salvación) el amor conyugal recibe aquí el ferviente aplauso de la Biblia.
Vamos por parte. Por mal que les pese a muchos intérpretes del Cantar; el mismo texto no dice nada ni de Jehová e Israel, ni de Cristo y su Iglesia. Menos aún del Espíritu Santo y de la Virgen María. Con el Cantar sucede lo que nos ocurre respecto a algunas casas de campo, casas de payés como se dice en Cataluña.
Desde fuera parece más bien una casa sencilla y con entrada única. Pero si pasamos por esa única puerta que nos ofrece la fachada, nos encontraremos con una sorpresa: ¡la casa es enorme! El Cantar no nos ofrece más que una puerta, la del amor erótico. Algunos de los que desprecian este amor, tachándolo de antiespiritual, no sólo se han negado a entrar por la puerta única: han terminado subiéndose por las paredes.
¿Qué queremos decir? Que es necesario que comprendamos y disfrutemos del Cantar tal como es, poesía inspirada por Dios que canta la belleza del amor conyugal. El que pasa humilde pero confiadamente por esta puerta única encontrará luego grandes salas con magníficas vistas de otros campos de amor, también bellos, sublimes y divinos.
Hallaremos, desde luego, una rica base de ilustración para comprender el amor de Cristo hacia su Iglesia cuando hayamos comprendido a fondo lo que es el amor del esposo para la esposa en la realidad de la vida y en su más pura expresión; tal como Dios lo creó y deseó que fuera.
La comparación, por ejemplo, de Efesios capítulo 5 adquiere su justo valor cuando hemos comprendido lo sublime que pueden ser las relaciones entre esposos. Ciertamente, el Cantar provee una buena base para la ilustración del amor divino, pero no habla de esto en primer término.
En primer término es una descripción del amor erótico (en su mejor sentido) entre cónyuges, y lo máximo que podemos hacer después para sacar ilustraciones espirituales es usarlo como eso: como ilustración; y ya se sabe que ilustración no es alegoría, ni símbolo ni tipo.
Está diciendo algo muy sublime respecto del amor humano. Sólo habiendo entrado a fondo en la comprensión de la belleza de este puro amor humano tal como Dios lo concibió comprenderemos bien el por qué de la comparación de Efesios cap. 5 o de determinados pasajes proféticos que usan de la misma figura.
Entremos, pues, en la «casa». Hallamos que todo es sensual pero -¡oh grata sorpresa!- sensual y bueno, no sensual y malo. Naturalmente este paraíso del amor conyugal está delimitado como cualquier otra cosa creada, pero dentro de él -y para la pareja legítimanete colocada allí- «todo árbol es delicioso a la vista y bueno para comer» Génesis 2.9. El fruto apetecido no les es vedado. A este libro no le incumbe el señalar quiénes pueden entregarse al amor físico. Esto lo hacen otros pasajes de la escritura.
El horrible desliz y toda la pérdida que suponen las relaciones sexuales previas al matrimonio, por ejemplo, no quedan denunciados aquí. Y paradójicamente esta no-mención ha de mencionarse, porque si no muchos lectores del Cantar se preguntarán -extrañados cuando menos- si los dos seres que se quieren tanto son meramente amigos, o si son novios, casados o hasta exponentes del mal llamado «amor libre».
No se asuste el lector. Lea los ocho capítulos enteros, quitanto todo lo que otras personas han metido entre líneas, y verá que sus emociones quedan sensibilizadas, su mente purificada y su corazón alegre. El amor en el Cantar no promueve la suciedad, la despeja.
Leyendo, percibimos que el amor en los amantes les despierta sensaciones de placer más agudas que las hasta entonces conocidas. Que festeje el buen vino al paladar, o el perfume al olfato: tal placer quedará por debajo de aquel que es suscitado por «tus amores»: «¡Oh si él me besara con beso de su boca!» Cantares 1.2-3.
El lenguaje es francamente sensual y sensual erótico. Al mismo tiempo está claro que las experiencias cumbres del amor permiten que ambos componentes de la pareja vivan la vida en mayor profundidad. Su conversación amorosa demuestra hasta qué punto se fijan en las cosas normales de la vida. Huelga una relación detallada de las referencias directas a la naturaleza que se encuentran en el libro: está lleno de ellas.
También los cielos, la joyería, la arquitectura, la vida militar, el comercio; todos ellos rinden su tributo y se prestan al servicio del amor. De ello se deduce que la bondad de estas mismas cosas a los enamorados no les ha pasado inadvertida. La experiencia del amor les ha aumentado su capacidad de vivir.
Si hoy en el mundo occidental nos encontramos bajo fuertes presiones deshumanizadoras, sepamos discernir como creyentes lo que puede el verdadero amor y no quedemos cortos en nuestra expectación a la hora de poner todos nuestros asuntos delante del Señor, incluso el del amor conyugal y sus concomitancias.
Observemos cómo se pasea ansioso por el libro el afán de la compañía: la del amado, la de la amada. «Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, dónde apacientas», pues ¿por qué he de estar yo metida en otra compañía ajena? Cantares 1.7-8. No es otro el tema de 2.8-14. En poesía lírica de insuperable belleza se oye la voz del amado -avalada por la naturaleza primaveral- implorando a su amada que le conceda su presencia, su compañía. «Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven». La soledad en la noche resulta insoportable; la cama matrimonial es para dos, es para compañía, es para entrega (3.1-5; 5.6-9 con 6.1-3).
No faltan en el Cantar las pinceladas necesarias para subrayar lo digno y majetuoso del amor, lo suntuoso y real. Véanse 1.4; 1.12; 3.6-11, etc. Hoy en día el verdadero matrimonio diseñado por Dios para el hombre y la mujer ha llegado a ser el blanco de despiadados ataques de parte del mundo y de parte del príncipe de este mundo. En el Cantar, por el contrario, recibe el homenaje que verdaderamente le corresponde.
En vista de que el tema todo del Cantar es, precisamente, el amor, alguien podría esperar que el presente artículo supusiera un comentario del libro bíblico. De hecho no es éste el propósito, pero no se puede evitar alguna referencia a cuestiones de la interpretación del texto, por muy breve que sea.
Para quien escribe hay varios versos que apuntan momentos cumbres del abrazo conyugal, por ejemplo, 2.16; 2.16-17; 3.4; 4.16 con 5.1, etcétera. De la misma manera se entiende que el «estribillo» de no despertar ni hacer velar al amor hasta que quiera se hace con referencia al dulce sueño de los esposos enlazados ya en el abrazo amoroso. Su privilegiada soledad y su mutuo disfrute han de ser respetados absolutamente. El desarrollo del amor erótico en el Cantar, bello y puro, es para un hombre y una mujer con exclusión de cualquier otro.
Conviene que conste: En algunas universidades en el extranjero ya existen dormitorios comunes para ambos sexos, trayendo su triste retahila de consecuencias lógicas. Algunos lectores pueden discrepar -naturalmente- en cuanto a los detalles de la interpretación del texto, aun dentro del campo literalista y sensual que nos ocupa.
Lo que no se puede negar es esto: que el recuento de los encantos físicos y eróticos del hombre y de la mujer proporciona gran parte de la fuerza de la poesía; y esto porque supone una parte grande en el amor conyugal. Esto a la vez nos lleva a otra consideración: aun en la parte más altamente sensual del cap. 7 no se hace mención alguna de la procreación.
La deleitosa exploración del cuerpo del otro -de la otra-, el proceso de la entrega, existe en primer término por y para los esposos en sí. El Cantar llama y provoca a los matrimonios a buscar un alto nivel de entrega y placer. Por otra parte la epístola a los Hebreos nos recuerda que el lecho es sin mancilla Hebreos 13.4.
Como muchos sabrán por observación de la vida, el amor tiende a exprimir las posibilidades para bien, allá donde existan. Agudiza la mente, suelta las ataduras de la emoción y embellece la personalidad toda.
Ello se ve también en el Cantar y algo se ha dicho ya en un párrafo anterior con referencia al despertar a la vida que el amor produce en los enamorados. Aquí ahora pensamos en los piropos. ¡Vaya piropos que salen! Por supuesto, siendo poesía oriental y de época lejana, los hay que nos chocan.
Uno tal se encuentra en 1.9 y otro en 4.4, pero esas son cuestiones de detalle para el exégeta. Lo importante es escuchar el alegre repiqueteo de las campanillas de amor. Los piropos callejeros no son para los redimidos. En cambio los dulces intercambios de esposos sí, legítimos, buenos y necesarios. Y como estas palabras llevarán la música del alma al otro, siendo luego respaldadas por la entrega total, el asunto tendrá beneficios más allá de la bondad del momento.
El matrimonio que conlleva estas experiencias con plenitud, con sinceridad y franqueza, cuidará luego de emplear frases altisonantes que carecen de respaldo. A tal tentación estamos expuestos los creyentes en las reuniones para la adoración. Posiblemente esta porción de la Palabra de Dios nos podrá enseñar cosas de gran valor cuyos resultados sean mucho más amplios que lo que parece a primera vista.
«De tal manera amó Dios que dio…» Juan 3.16. La yuxtaposición de los dos verbos no fortuita: indica exactamente la naturaleza misma del amor. El amor conyugal que admiramos en toda su belleza pristina en las páginas del Cantar, parte también del Creador, de la Fuente del Amor.
Es natural, pues, que encontremos en hermanable relación el amar y el dar en este libro; y así es. La poesía del amor sabe cotizar sus valores en monedas muy diferentes entre sí; lo que le permite comparar la belleza de la amada en términos de una yegua de los carros de Faraón, pensando -qué duda cabe- en el imponente aspecto de la caballería real adornada de gala y revestida de jaeces brillantes, 1.9-10. El símil es audaz, más no suficiente: el amor tiene que dar, por lo que leemos a continuación, «zarcillos de oro te haremos, tachonados de plata».
El corazón amante es también corazón generoso. En el camino real del amor los obsequios y los regalos van delante, pregonando la próxima llegada de la entrega total y encontrando en ella su razón de ser. «Te daré mis amores.
Las mandrágoras han dado olor, y a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado» Cantares 7.12b-12. Con triste frecuencia se oye de matrimonios donde se ha apagado el amor del todo. Habrá muchos más, aunque sean menos comentados, donde el amor arde humeando sin que se le vea llama alguna. Una lástima. ¡Sáquense las dulces frutas, nuevas y añejas… dar y entregar, amar y dar! Así es el amor en el Cantar.
Regalos, sí; compra, no. El amor no se compra, únicamente se da. Es tan imposible comprar el amor como lo es freír hielo. «Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían» Cantares 8.7.
Porque el verdadero amor es «fuerte llama», o como lo dice la Versión Moderna, «llama de Jehová». De él procede en último término. Por ello persevera; por ello no es negociable. Por ello también es intensamente personal. «Yo soy de mi amado, y mi amado es mío». «Ponme como un sello sobre tu corazón…». Permítase que los renglones de más hondo significado del libro traigan a su fin estas líneas meditativas sobre el amor en el Cantar:
«Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo, porque fuerte es como la muerte el amor; brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían» Cantares 8.6-7.
Jaime Stunt y su esposa Carmen, residen en Madrid, estando comprometidos con la literatura evangélica. Nos complace publicar este trabajo sobre el amor en el Cantar de los Cantares.
ES BUENO YDE GRAN VENDICION ESTOS .TEMAS
YA QUE LA IGLESIA,NO QUIERE NI LOS PASTORE
S.TOCAR ESTE TEMA Y POR ELLO,HAY TANTO HO
GAR DESTRUIDO POR QUE LLEGAMOS INCLUSIBE
A PENSAR QUE AMAR Y ENTREGARCE MUTUAME
NTE ES PECADO.DENTRO LOPS ESTAMENTOS BIBLICOS,Y A UN PEOR,LOS JOVENES,NO TIENE
N NI IDEA DE MANEJAR ESTO POR QUE LESDA HASTA MIEDO PREGUNTAR AL PASTOR POR QUEYA SABEN LA RESPUESTA PECADO.
el sexo dento del matrimonio es algo sagrado y puro y todo lo que se haga en mutuo acuerdo de acuerdo a la palabra y cantar es la palabra de DIOS tambien ,entonces despues que se cierre la puerta de la recamara y halla mutuo acuerdo se acaban los tapujos; el señor nos diseño para esto tambien para disfrutarnos mutuamente.
GRACIAS DIOS POR DARNOS ENSEÑANZA PRACTICA PARA EL COTIDIANO VIVIR Y POR EL USO DE MIS HERMANOS EN LA FE, POR QUE LOS UTILIZAS PARA MOSTRAR LO PROFUNDO DE TU SABIDURIA MI SEÑOR Y DIOS, AMEN.
CONSIDERO QUE EL AMOR DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA SABIDURIA DE DIOS ES UNA ENTREGA TOTAL Y MARAVILLOSA, EN LA CUAL QUEDA DE MANIFIESTO EL HACER SENTIR A LA ESPOSA LO ESPECIAL QUE ES PORQUE DIOS NOS LA DIO, Y QUE EN ESOS MOMENTOS DE INTIMIDAD SE LE DEBE MOSTRAR CUANTOS SE LE AMA Y SE LE RESPETA A TRAVES DE UNA INTIMIDAD LIMPIA Y SIN MANCHA.
ESTOS TEMAS EN VERDAD PROVECHOSOS PERO QUIERO ACLARAR: PERTENESCO A UNA IGLESIA CRISTIANA Y ALLI SE HABLA MUY ABIERTAMENTE DE ESTO TANTO A JOVENES COMO A PAREJAS YA QUE DESAFORTUNADAMENTE LA IDEA QUE UNO TENIA ASERCA DEL SEXO ERA LO QUE UNO APRENDIA EN EL COLEGIO, PELICULAS, AMIGOS ETC. PERO NUNCA LO HABIAMOS VISTO COMO DIOS LO MANDA, CON REGLAS, Y SOLO CON EL CONYUGE
al leer esta literatura me doy cuenta que tan afortunado soy de tener una esposa a quien le voy a compartir los frutos frescos y deliciosos por el resto de mis dias
Reconocer que soy poseedor de una tierra fertil que vive dentro de mi y solo yo puedo hacer producir los frutos.
lean con la mente del corazòn para que entiendan la verdad de la palabra.
2 corintios 11-2,3,4
2El celo que siento por ustedesproviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo (esposo) , que es Cristo, para presentarselos como una virgen pura. 3 pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engaño a Eva, los pensamientos de ustedes sean desviados de un compromiso puro y sincero con Cristo. 4……el verso que sigue es para el autor de el escrito arriba citado. cantar de los cantares 2-15 proclama…….Atrapen a las sorras a esas sorraspequeñas que aruinan nuestros viñedos nuestros viñedos en flor……..cuidado Sr. Stunt
Doy gracias a Dios, por el esposo maravilloso que él a puesto a mi lado, para que sea mi compañía y mi soporte en este caminar y sobre todo porque juntos avanzamos en el mismo propósito de servir y alabar a Dios por siempre.
Gracias a ustedes por estas reflexiones, que nos hacen meditar en lo grandioso de la palabra de nuestro Dios.
Quiero felicitarlos por este estudio de Cantar de los Cantares.
Su servidor, soy pastor y a mis congregantes les hablo claramente del amor y la sexualidad desde lo que dicen las Sagradas Escrituras.
A veces nos pasamos màs tiempo condenando sobre los pecados sexuales. Y no digo que hay que ignorarlos.
En vez de hablar del plan perfecto de Dios para el hombre y su mujer. Creo que nos hace falta enfatizar màs lo Santo y sublime de este amor.
Que Dios los bendiga.