El Congreso de Lausana marcó un hito en la evangelización de los últimos años. Extraemos para su publicación la referencia específica a la evangelización. Destacamos que en dicho congreso tuvieron un aporte destacado teólogos latinoamericanos enfatizando el aspecto social de la evangelización, entre ellos nuestros queridos colaboradores Samuel Escobar y René Padilla de quienes publicamos artículos en este número de COMPROMISO Cristiano.
Evangelizar es difundir la buena noticia de que Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de entre los muertos según las Escrituras, y que como Señor reinante ofrece ahora el perdón de los pecados y el don liberador del Espíritu a todos los que se arrepienten y creen. Nuestra presencia cristiana en el mundo es indispensable para la evangelización, y también lo es aquella clase de diálogo que se encamina a escuchar con sensibilidad para poder comprender.
Pero la evangelización misma es la proclamación del Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor, con miras a persuadir a las personas a que lleguen a él personalmente y así se reconcilien con Dios. Al hacer la invitación del Evangelio no tenemos libertad de ocultar el costo del discipulado. Jesús todavía llama a los que quieran seguirlo a que se nieguen a sí mismos, a que tomen su cruz, y a que se identifiquen con su nueva comunidad. Los resultados de la evangelización incluyen la obediencia a Cristo, la incorporación a su iglesia, y el servicio responsable en el mundo.
a. La definición de la evangelización
La palabra española “evangelización” se deriva de un término griego que significa “traer o difundir buenas noticias”. Es imposible, por tanto, hablar de la evangelización sin hablar acerca del contenido de la buena noticia. ¿Cuál es? En su expresión más simple, es Jesús.
Jesucristo mismo es la esencia del Evangelio. Si quisiéramos transliterar Hechos 8:35, tendríamos que decir que Felipe “lo evangelizó a Jesús”, es decir, le dijo la buena noticia de Jesús (cf. Romanos 1:1, 3). Pero ¿cuál es la buena noticia de Jesús? La afirmación del Pacto intenta resumir tal como fue expuesta por el apóstol Pedro en sus primeros sermones en los Hechos (especialmente 2:22 39) y por el apóstol Pablo en 1 Corintios 15:1ss.
El primer elemento está compuesto por esos dos acontecimientos ejes que son la muerte y la resurrección de Jesús. Los apóstoles también hacían alusión a su nacimiento y su vida, sus palabras y obras, su reinado y su retorno; pero se concentraban en la buena noticia de que Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de entre los muertos.
Su muerte y resurrección eran para ellos acontecimientos históricos verificables. Y eran acontecimientos significativos, porque Cristo murió por nuestros pecados, para soportar la condenación que ellos nos merecían y asegurar nuestra justificación, y resucitó para probar que su sacrificio por el pecado había sido aceptado, y que no había muerto en vano (Romanos 4:25; 1 Corintios 15:17 19).
El segundo elemento de la predicación apostólica primitiva del Evangelio tenía que ver con los testigos de esos acontecimientos, a saber, los profetas del Antiguo Testamento y la propia experiencia de los apóstoles como testigos oculares. Por consiguiente, seguían citando el Antiguo Testamento y seguían agregando que “nosotros somos testigos de estas cosas”. En resumen, predicaban la muerte y resurrección de Jesucristo según las Escrituras (1 Corintios 15:3,4).
Entre las varias reinterpretaciones populares que se hacen hoy de Jesús está Jesús como el revolucionario violento, Jesús como el payaso de circo (de la obra Godspell), y Jesús como la superestrella desilusionada. En contraposición a esas fantasías de la mente humana nosotros debemos ser fieles al Jesús auténtico, que es el Cristo histórico y bíblico (como se lo describe en la parte central de la presente sección), Jesucristo según las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento.
En tercer lugar, la buena noticia tiene que ver no sólo con lo que Cristo hizo una vez (cuando murió y resucitó de la muerte), sino también con lo que ofrece ahora. Porque ahora está exaltado a la diestra de Dios, y desde esa posición de singular autoridad como Señor reinante, promete a los creyentes arrepentidos dos dones preciosísimos: el perdón de los pecados (que remite nuestra culpa y nos coloca en el favor de Dios y en la familia de Dios) y el don liberador del Espíritu (porque el Espíritu Santo es dado a todos los que se allegan a Cristo y el Espíritu nos libera del egocentrismo para que vivamos para Dios y para los demás).
En cuarto lugar, a fin de recibir estos dones gratuitos los hombres deben arrepentirse y creer, convirtiéndose de sus pecados, mentiras e ídolos (arrepentimiento) y confiando en Jesucristo como el único Salvador (fe). Ambas cosas van juntas, porque “una fe sin arrepentimiento no es fe salvífica sino un creer presuntuoso” (Dr. René Padilla).
Quizá se debería mencionar también aquí el bautismo, pues es en este lugar donde los apóstoles lo mencionaban (p.ej. Hechos 2:38). Puesto que se administra “en el nombre de Jesucristo”, cuando menos manifiesta públicamente una fe penitente en el mismo Señor Jesús que previamente había sido repudiado.
Aquí pues, está el mínimo irreductible del Evangelio apostólico. Nunca debemos desviarnos de estos acontecimientos ni de sus testigos, ni del ofrecimiento que se basa sobre esos acontecimientos, ni de las condiciones de las que tal ofrecimiento depende.
b. El preludio a la evangelización
La verdadera evangelización nunca tiene lugar en el vacío. Presupone un contexto del cual no debe aislarse. Hay una determinada situación que la precede y ciertas consecuencias que la siguen. Al referirse a esto, el Pacto usa deliberadamente los términos presencia, proclamación, persuasión y diálogo, términos todos que han ocupado un lugar prominente en los recientes debates teológicos.
En esencia, insiste en que la evangelización… es la proclamación del Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor. Porque el único Jesús que hay para proclamar es el Jesús de la historia, que es el Jesús de las Escrituras, y que es “nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (p. ej. 2 Pedro 3:18). De manera que no tenemos libertad como para proclamar su salvación sin su señorío, ni su señorío sin su salvación. Escuchemos a Pablo: “nosotros predicamos a Cristo crucificado” (1 Corintios 1:23) y “predicamos… a Jesucristo como Señor” (2 Corintios 4:5).
Aún así, el preludio para la proclamación es la presencia. Porque ¿cómo vamos a compartir a Cristo como personas con quienes no tenemos ningún contacto? De ahí que nuestra presencia cristiana en el mundo es indispensable para la evangelización. La primera palabra de la Gran Comisión de Jesús no fue “predicad” sino “id”.
Porque no podemos proclamar a Cristo desde la lejanía, sino sólo a personas a quienes hemos acudido y con quienes hemos procurado identificarnos. Así que la presencia no es un sustituto de la proclamación (como sostienen algunos), sino más bien un preludio indispensable para esta última. Es en esta situación que el diálogo con los no cristianos es no sólo correcto sino que también (como la presencia) es indispensable.
Diálogo es una palabra que suele usarse mal. ¡Hay quienes la usan para describir una situación de componenda en que el cristiano renuncia a su propio compromiso cristiano y considera el Evangelio como algo abierto al debate! Esa clase de diálogo ya la hemos rechazado (en el párrafo 3) como “un insulto a Cristo y al Evangelio”. Pero, bien definido, el diálogo es una conversación en que ambas partes hablan en serio, y cada uno está preparado para escuchar al otro. Se encamina a escuchar con sensibilidad para poder comprender.
Esa escucha es un preludio esencial para la evangelización, porque ¿cómo podemos compartir la buena noticia de un modo pertinente si no comprendemos la posición y problemas de la otra persona?
c. Las consecuencias de la evangelización
Si bien la evangelización es en sí misma la difusión de la buena noticia, eso no quiere decir que no se interese por la respuesta de la gente al mensaje que escucha. Al contrario, la evangelización es la proclamación con miras a la persuasión. El Congreso Mundial de Evangelización en Berlín, en 1966, declaró que “la evangelización es la proclamación del Evangelio… con el propósito de persuadir a los pecadores condenados y convertidos de que pongan su confianza en Dios…”
De modo semejante, el Pacto de Lausana afirma que la evangelización es la proclamación de Cristo con miras a persuadir a las personas a que lleguen a Él personalmente y así se reconcilien con Dios. No cabe la menor duda de que el persuadir ocupaba un puesto prominente en la evangelización que realizaba la iglesia primitiva. Pablo resumió su ministerio diciendo “persuadimos a los hombres” (2 Corintios 5:11); y en Hechos, Lucas describe cómo es que Pablo hace eso (p. ej. Hechos 17:1 4; 18:4; 19:8 10, 26; 28:23, 24). Es claro que los apóstoles no consideraban que el discutir fuera incompatible con la confianza en el Espíritu Santo. Tampoco nosotros debemos hoy tener miedo de exponer el Evangelio y discutir con base en él.
Esta obra de persuasión debe ser franca y abierta. No tenemos nada que esconder. Por ejemplo, al hacer la invitación del Evangelio no tenemos libertad de ocultar el costo del discipulado. El mismo Jesús, lejos de ocultar nada, advirtió a los que manifestaban interés en seguirlo que, antes de comprometerse con Él, debían “sentarse primero y calcular los costos” (cf.Lucas 14:28, 31).
En los términos más claros expuso las condiciones que una persona debía cumplir, sin las cuales “no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26,27,33). Y Jesús todavía llama a los que quieran seguirlo hoy día, tal como lo hizo durante su ministerio público, a que se nieguen a sí mismos (poniéndolo a Él antes de su propio yo), que tomen su cruz (yendo en pos de Él hasta el lugar de ejecución, donde el yo es crucificado), y a que se identifiquen con su nueva comunidad (Marcos 8:34 38).
El objetivo de la evangelización es la conversión, y la conversión implica un cambio radical de modo de vida. Involucra al converso en por lo menos tres relaciones que son nuevas y que exigen el tener una conciencia clara: la relación con Cristo, la relación con la iglesia, y la relación con el mundo.
Porque los resultados de la evangelización incluyen la obediencia a Cristo (a quien se reconoce ahora como Señor), la incorporación a su iglesia (porque pertenecer a Cristo es pertenecer al pueblo de Cristo, Hechos 2:40 47), y el servicio responsable en el mundo (porque la conversión no significa nada si no produce como resultado un cambio del estar centrado en sí mismo hacia el servicio sacrificial, Marcos 10:43 45).
(Extractos del Capítulo II, págs.29 33 de “El movimiento de Lausana al servicio del Reino, Visión Mundial).
LA PROCLAMACION DEL EVANGELIO ES POR LO TANTO UN MANDATO PARA TODA LA IGLESIA DE JESUCRISTO ,ENTONCES NO DURMAMOS MAS Y MANOS A LA OBRA ,LA MIES ES MUCHA ,MAS LOS OBREROS POCOS ,ADELANTE IGLESIA POR TANTO ID OSEA TRABAJEMOS UNIDOS PARA ALCANZAR AL PRDIDO DEL MUNDO ,MUCHAS GRACIAS POR ALENTARNOS AMADOS HERMANOS EN CRISTO MUCHAS BENDICIONES
Ese es el verdadero mensaje que debemos llevar a este mundo que esta agonizando. Al Cristo que trascendio la eternidad y vino al planeta de los terricolas para mostrarnos el sistema de vida que Su Padre (nuestro Padre) espera de cada uno. Murio, resucito y vive para continuar si vida en cada uno de los que lo hemos recibido y confiado en El, de tal manera que ya no vivamos nosotros sino Cristo continuando su vida en cada uno. Dios les bendiga y gracias por compartirnos estas reflexiones.
Como soldados del ejercito de Cristo,debemos estar siempre preparados y dispuestos a seguirle,persuadiendo, predicando, llevando su palabra donde quiera que estemos,hermanos ya nuestro Señor y Salvador murio por nuestros pecados, y resucito para hacernos libres y ahora vive en cada uno,seamos dignos representantes de Cristo,que el amor fraternal y la obediencia , que nuestras vidas sean guiadas por EL,hermanos gracias por compartir esta reflexion conmigo,gracias a mi Señor,que Dios los bendiga
Deceo saber si está bien hacer reuniones sociales como café consert etc. en el templo que es la casa de Dios, para que despúes del espectaculo se invite a los inconversos a recibir al Señor Jesus.El expectaculo dura dos horas y el mensaje 3 minutos.
excelente escrito, esto refuerza nuestra fe. Nuestro Señor Jesucristo lo continue bendiciendo. saludos
EL MUNDO ESTA LLENO DE MALAS NOTICIAS
LOS PERIODICOS Y T.V. SE ENCARGAN DE PUBLICAR DIA A DIA LO MAS DESTACADO.
NOS TOCA A NOSOTROS ID Y ANUNCIAR LAS BUENAS NOTICIAS DEL EVANGELIO DE CRISTO
ESA PALABRA CLAVE»ID» NO QUEDARNOS QUIETOS..HE INICIADO A EVANGELIZAR Y ESTE MENSAJE ME FORTALECE Y GUIA,ME HE ENCONTRADO EN UN 95% ACEPTACIÓN A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO,CUANDO NO VOY EN MI AUTO ME SUBO A LOS CAMIONES Y HABLO,VOY POR LAS CASAS Y HABLO,ES INEXPLICABLE EL GOZO QUE EL SEÑOR PONE EN MI CORAZON AL HACERLO
GRACIAS QUE DIOS LES BENDIGA
La se siente vacía cuando nuestra fe ha decaído , ahí es cuando el maligno aprovecha y hace que nuestros pensamientos vuelen al espacio donde no hay asidero para sustentarlos . Pues la respuesta es clara el evangelio nos abre puertas para decidir acertadamente que debemos hacer y la fortaleza la encontramos en el gran abrazo de amor que Dios nos da. Bendiciones.
Gracias por los mensajes enviados , bendiciones .
Estoy aquí Señor , quiero predicar tu palabra .
Un abrazo para todos mis hermanos .