Jorge León
Es necesario evangelizar a cada generación, esa es la tarea que Dios nos encarga hoy. Las pautas para hacerlo las encontramos en Mateo 28:16 20. El Evangelio nos dice: “Pero los once discípulos se fueron a Galilea al monte que Jesús les había señalado”.
En el versículo 16 hay dos palabras para destacar: Galilea y Monte. En cuanto a la primera, llama la atención el hecho de que a pesar de que Mateo escribió con la intención de convencer a los judíos que Jesús era el Mesías prometido al pueblo que tenía su centro religioso en Jerusalén, presenta el único encuentro multitudinario del Resucitado con sus seguidores en la provincia de Galilea, y no en Jerusalén.
La segunda palabra que quiero subrayar es Monte. Un monte es el lugar ideal para predicar un sermón a 500 personas (1 Cor. 15:6), a fin de que todos puedan ver y escuchar al predicador. No es necesario colocarse en lo alto de una montaña para enseñar a 11 discípulos. Era necesario hacer el viaje hasta Galilea porque era allí donde se encontraban los que habían sido los más fieles seguidores. Es probable que haya sido el mismo lugar donde predicó el Sermón de la Montaña. El texto dice: “al monte que Jesús les había señalado”. Luego, habían sido convocados previamente. Él había señalado un lugar, no en una ciudad o aldea, sino en un determinado monte de Galilea.
Todas las apariciones a personas o a pequeños grupos en Jerusalén, no fueron más que encuentros preparatorios para la gran reunión con su rebaño, en Galilea, en su propia “patria”, el encuentro con el mundo de sus afectos. Deseaba reunir a todos los creyentes para darles la gran comisión. Mateo 28:17 nos dice: “Cuando le vieron le adoraron; mas algunos dudaron”. Aquí hay dos actitudes que deseo subrayar: Un acto de adoración y otro de duda. Lo que se traduce por adorar, en la lengua original, quiere decir postrarse. Se trata de un acto de sumisión para escuchar las órdenes del Rey. Pero llama la atención que se afirme que “algunos dudaron”.
¿Quiénes dudaron? No tiene sentido suponer que fueron algunos de los once que habían venido desde Jerusalén preparados para el encuentro. ¿Es posible postrarse para escuchar la voz del Señor y dudar después? Es de suponer que no. De todas maneras, alguna medida de duda es casi inevitable. Todos pecamos y el pecado nubla nuestra fe. Aunque la duda no esté, necesariamente, opuesta a la fe. Difícilmente podríamos dudar de lo que no existe. En la fe puede haber duda honesta. Quien nunca ha dudado nunca ha creído.
“Y acercándose Jesús, les habló diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra”. Nos dice Mateo que cuando el Señor terminó de predicar el Sermón del Monte, “las multitudes se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como uno que tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:28 29). En este momento histórico es Jesús quien afirma: “Toda autoridad me ha sido dada”: “Id, pues, haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.
Aquí hay un mandato a hacer discípulos y la manera de hacerlo es: bautizando y enseñando. En esta parte final del texto encontramos una exigencia, una gran comisión y una gran promesa.
Debemos destacar como frase muy sobresaliente: EN EL NOMBRE DE. Las palabras no son casuales. El nombre tiene el significado de la naturaleza personal. Cuando uno es bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es ofrecido tanto a la posesión como a la protección de Dios, al recibir los beneficios del acto redentor de Cristo en la cruz.
Conocemos a Dios a través de Jesucristo, en su encarnación, y a través de la obra del Espíritu Santo, por la cual nació la Iglesia. Por eso toda congregación cristiana es Pentecostal, porque todas tenemos nuestro origen en Pentecostés y porque seguimos bajo la conducción del Consolador que Jesucristo nos dejó: El Espíritu Santo.
El texto nos trae una gran promesa: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. “Todos los días” es una traducción literal del texto griego. Lo cierto es que vivimos en días y no sabemos lo que el día de mañana nos va a traer.
— Hay días cuando la fe reina en nuestras vidas.
— Hay días cuando la duda se anida en nuestros corazones.
— Hay días cuando el nacimiento de un niño nos trae alegría.
— Hay días cuando la muerte de alguien nos entristece.
— Hay días de paz y días de guerra.
— Hay días en que la vida es música y otros en que nos sentimos desolados. Pero lo más importante es saber que el Señor está con nosotros todos los días.
El Señor hoy no necesita enviarnos a predicar en tierras lejanas, porque el Evangelio ya ha sido extendido hasta lo último de la Tierra. Hoy Él nos invita a dar testimonio de nuestra fe en nuestros hogares, a nuestros amigos y conocidos, es decir, en el mundo de nuestros afectos.
Hemos escuchado muchas veces decir, como excusa, que nadie es profeta en su propia tierra. Recordemos que el Señor sí lo fue. No olvidemos que la única manifestación comunitaria del Cristo Resucitado fue en su propia tierra, en Galilea. Nosotros hoy, también, debemos evangelizar en nuestra “patria chica”, entre nuestros parientes y amigos. Debemos hacerlo en el mundo de nuestros afectos. Ese es el sentido contextualizado del mandato de Mateo 28:16 20.
La familia de Dios en el Estado de Mexico les saluda.
Y agradece sus envios a mi coerreo de sus meditaciones. son exelentes. Por lo demas mi deceo es que El Espiritu del Señor sea en vuestro espiritu, Amen.
todos los de Nezahualcoyotl, los saludamos con os
culo santo.
MARAVILLOSA ENSEÑANZA, REALMENTE HE QUEDADO SATISFECHA, A VECES DECIMOS SEÑOR QUIERO IR A EVANGELZAR A OTRO PAIS, Y NO NOS DAMOS CUENTA QUE ES EN NUESTRA PATRIA CHICA POR LA QUE DEBEMOS COMENZAR. Y AHORA QUE ESTÁ LA INTERNET PARA EVANELIZAR POR TODO EL MUNDO.
GRACIAS DIOS BENDITO.
Creo que la evangelización comienza en donde uno nace , y más tarde el Espíritu Santo habla donde y a quienes se les predicará ; el evangelio es como el agua en el desierto .
Gracias, por esta gran enseñanza. Durante algunos dias he estado trizte y he dejado de asistir a cultos pero Dios me hablo en esta enseñanza. Dios los bendiga grandemente.