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Home » La Esperanza » Esperanza cristiana y desesperanza humana

Esperanza cristiana y desesperanza humana

By Administrator  Posted on agosto 29, 2008 In La Esperanza 1 Comment 
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 Por GILBERTO COLOSIMO

"Todo lo que pienso y todo lo que escribo y todo lo que espero

halla fundamento en el Señor Jesucristo, quien es la única

esperanza para nuestra humanidad descarriada".

                                         William E. Gladstone

Ciertamente nuestra esperanza cristiana está afirmada en el Señor

Jesucristo. El mismo constituye "nuestra esperanza" pues cuanto

él ha dicho la ha despertado y cuanto ha hecho le ha justificado.

Todos los creyentes, recordando su "vendré otra vez y os tomaré a

mí mismo" aguardamos ansiosos su regreso. Anhelamos impacientes

el día cuando "el Señor mismo con su voz de mando, con voz de

arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los

muertos en Cristo resucitarán primero. Luego… los que hayamos

quedado seremos arrebatados…para recibir al Señor en el aire, y

así estaremos siempre con el Señor" "Gemimos dentro de nosotros

mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo".

Nuestra salvación será consumada y comenzaremos a goar plenamente

la vida eterna,"la cual Dios, que no miente, prometió desde antes

del principio de los siglos".Esta vida se caracterizará tanto en

extensión como en calidad, se desarrollará en un ámbito diferente

y en condiciones distintas que no le es dado al hombre expresar.

Es verdad que los que hemos creído tenemos ya la vida eterna,

pero el disfrute cabal lo alcanzaremos cuando arribemos al

instante desde el cual "el tiempo no será más". Entonces la

esperanza que ha alentado nuestra vida dejará paso a la realidad

concreta, cuando habremos visto cumplidas todas las promesas de

nuestro bendito Señor. "Porque la esperanza que se ve no es

esperanza; porque lo que alguno ve ¿a qué esperarlo?". Entretanto

"esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos".

"Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a

cara. Ahora vemos en parte; pero entonces conoceremos como fuimos

conocidos". Mientras aguardamos el retorno del Señor, nuestro

espíritu descansa apoyado en los tres dones que Dios nos ha

concedido para ir anticipando lo invisible: "la fe, la esperanza

y el amor". La esperanza cristiana mira hacia el futuro. El

creyente observa cada acontecimiento con la convicción de que lo

acerca más al desenlace esperado (Lc.21:28-31).

El énfasis del

Nuevo Testamento es que debemos aguardar con expectativa el

regreso del Hijo de Dios. El Señor Jesús instó a velar "porque no

sabéis a que hora a de venir vuestro Señor". El Apóstol Pablo

declaró: "El Señor está cerca – el tiempo es corto – es ya hora

de levantarnos del sueño – porque ahora está más cerca nuestra

salvación que cuando creímos – La noche está avanzada y se acerca

el día".

Este espíritu de expectación constituyó la característica

dominante de la iglesia en sus dos mil años de historia. Nos han

faltado los escépticos y los burlones, pero la esperanza ha sido

una constante en el corazón de los cristianos de todos los

tiempos.

DESESPERANZA HUMANA  

No podemos soslayar, sin embargo, el grave conflicto ético que

nuestra esperanza cristiana confronta ante la desesperación

humana. La situación de nuestro pobre mundo es trágica. Conmueve

nuestro espíritu verlo sumido en densas tinieblas espirituales,

sujeto a la esclavitud del mal y dominado por el príncipe de la

potestad del aire.

Nuestros hermanos en la carne,"ajenos a los pactos de la promesa,

sin esperanza y sin Dios", padecen la angustia e incertidumbre de

su drama existencial. Acosados por intensa sed espiritual pero

alejados de la verdadera fuente, intentan calmarla "en cisternas

rotas que no retienen agua". Insatisfechos, desorientados,

resultan fácil presa de las utopías, de la superstición, del

nihilismo y la desesperación".

El Señor Jesucristo dijo que Dios ama intensamente a este mundo y

que por ese amor entregó a su Hijo. También enseñó a sus

discípulos que, además de amar a Dios debían amar al prójimo.

Lejos de aislarse los constituyó en luz del mundo y sal de la

tierra y los envió a pregonar el camino de la redención. La

misión encomendada por Jesús en sí misma vislumbra un rayo de

esperanza: ¿Tiene la esperanza cristiana algo que ofrecer para

remediar en alguna medida la desesperanza de buena parte de la

humanidad?".

LA RESPUESTA
No nos cabe la menor duda que el bien fundamental que podemos

hacer a los desesperanzados es llevarles aquello mismo que nos

trajo esperanzas: las buenas noticias del Señor Jesucristo. El

evangelio contiene los elementos indispensables de los cuales

surgen seguridad y confianza y restablecen una firme esperanza

Jesús prometió a quienes buscan "primeramente el reino de Dios y

su Justicia" (obediencia al Señorío de Dios, salvación

espiritual, renovación moral, imperio de la justicia total) que

"todas estas cosas os serán añadidas" Refiriéndose a las

necesidades vitales y esenciales, como alimento, vestido, etc.

"La proclamación del evangelio debe destacar enérgicamente las

grandes verdades neotestamentarias de la salvación individual del

Hombre por la gracia de Dios, sobre la base de la obra expiatoria

de Cristo, mediante el arrepentimiento y la fe en Cristo, una fe

que obra por amor. La iglesia debe resaltar el carácter

sobrenatural y transcendental del cristianismo y ha de recordar

en todo momento que no sólo de pan (entiéndase progreso social)

vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios,

y de poco le aprovecha al hombre ganar el mundo si pierde su

alma.

Pero la Palabra de Dios nos enseña a considerar al hombre

en su totalidad, como un ser dotado de cuerpo y alma, inmerso en

la temporalidad, pero con un destino que penetra la eternidad. Ni

lo transcendental debe anular lo temporal, ni lo temporal debe

borrar lo transcendental. Los profetas del Antiguo Testamento,

inspirados por el Espíritu de Dios, no tuvieron problemas en unir

los dos elementos sin esfuerzo de ninguna clase.

En sus mensajes

se combinan admirablemente la escatología mesiánica y la denuncia

de los pecados cometidos en la sociedad de su tiempo, el

llamamiento a la reconciliación con Dios y el deber de vivir
conforme al principio de la Justicia" (párrafo de José Matinez en

Iglesia y Sociedad y Ética Cristiana', 1971. pág. 41-42).

La doctrina social del Señor Jesucristo es amplia e ineludible.

Como hombres de fe debemos llamar a los hombres al

arrepentimiento "porque el reino de Dios se ha acercado", pero

también debemos conocer, practicar, aplicar y difundir las leyes

del Reino, que incluyen amor, misericordia, justicia, y la

libertad.

 Nuestra palabra, acción e influencia deben hacerse

sentir en el lugar donde Dios nos ha puesto por testigos de

Jesucristo. Debemos recordar siempre que el "El que dice que

permanece en él, debe andar como él anduvo", "El que en mí cree

 (dijo Jesús) las obras que yo hago, él las hará también; y aún

mayores hará, porque yo voy al Padre". Nuestra fe debe mostrarse

mediante obras (Stg.2:14-22).

No estamos en tiempos de niñerías. Necesitamos profesar y exponer

un cristianismo de contenido sólido y pureza doctrinal fuerte y

coherente, que ofrezca respuesta a toda la problemática humana. Y

necesitamos practicar esa doctrina de manera que invada todos los

aspectos de nuestra vida social e individual, si esperamos que

quienes nos observan, jóvenes o viejos, tomen en serio nuestra

proclamación de la verdad.

Solamente así estaremos debidamente preparados "para presentar

defensa con mansedumbre y reverencia ante todo aquel que demande

razón de la esperanza que hay en nosotros".

Cuando seamos capaces de vivir hasta las últimas consecuencias

conformes a las demandas del Rey, podremos demostrar que "el

Reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder". Sólo

entonces nuestra predicación despertará una esperanza viva en el

corazón de quienes hoy nos oyen con indiferencia y desinterés.

Pie de Foto:
-¿Cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo van a

tener?…
-¿Cuando se siembra una semilla, esa semilla tiene que morir para

que viva la planta. Lo que siembra, no es la planta que va a

brotar, ya sea de trigo o de otra semilla. Después Dios le da a

esa semilla la forma que él quiere, y a cada semilla le da el

cuerpo que le corresponde. (1 Co.15:35-38)

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One thought on “Esperanza cristiana y desesperanza humana”

  1. maira alejandra mijares moreno dice:
    septiembre 17, 2008 a las 1:55 pm

    como dice la santa biblia de tal manera oma dios al mundo que entrego a su unigenico hijo(jusucristo)

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