Nuestra salvación depende de la gracia de Dios. Las buenas obras no pueden salvarnos. Pero para que actúe en nosotros la gracia divina, debemos tener una actitud positiva hacia Dios, quien nunca violará nuestra voluntad. Obrará en nosotros si se lo permitimos.
Cuando un día al escuchar la predicación vinimos a Dios, él iluminó nuestro entendimiento por el Espíritu Santo, y pudimos comprender que Jesucristo podía darnos una nueva vida por la fe. Y la fe en Cristo es también un don de Dios: "nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo". Pero la gracia actúa con nuestro asentimiento.
De igual manera vivir la vida cristiana es obra de la gracia de Dios. Ese camino de perfección y de crecimiento hacia la madurez, es un proceso posible, cuando hay en nosotros una actitud responsable hacia Dios, una entrega al poder del Espíritu Santo, que realizará en nosotros su obra haciéndonos crecer en santidad. Siempre la gracia actúa con nuestro asentimiento.
Creo qiue la gracia de Dios no la mereciamos, pero El con su misericordia nos la ha regalado, por eso decimos que es un regalo, la fe es otro complemento muy importante porque como dice la escritura sin fe es imposible agradar a Dios, y para finalizar tenemos que vivir una vida en santidad para que logremos el proposito al cual Dios nos ha llamado, muchas gracias por esta reflesion que Dios los bendiga. Sonia
La Gracia de Dios es independiente de nuestra voluntad. Si somos muertos con Cristo y resucitados en él ya no nos pertenecemos y nuestra vieja voluntad deja de ser yá la que gobierna nuestra nueva mente. Por lo tanto, poco o nada puede añadirse desde nosotros mismos hacia esa obra soberana de Dios que es la regeneración. Cabe dejar claro que cuando podemos arrepentirnos de aquello que el Espíritu señala en nosotros como erróneo o malo y decidimos así rendirle a Él nuestra voluntad egoísta (lo que se conoce como «morir al yo»),no es porque lo decidamos nosotros así; es porque está actuando en nosotros, por la Gracia de Dios, la cruz de Cristo y la resurrección del Hijo de Dios.
(Gálatas 2:20-21).
Es un error creer que somos tan «importantes», y tan fuertes como para impedir que el plan de Dios se efectúe en nosotros.
Nuestra responsabilidad termina donde empieza la de Dios, quien ha decidido salvarnos, de pura gracia y eternamente.
Un saludo.
La Gracia de Dios siempre supera nuestras espectativas.
Él nos da de manera mucho más abundante de lo que pedimos o merecemos.
Donde abunda el pecado sobreabunda la Gracia.
La perfecta y completa Gracia es el sacrifício de su hijo el Señor Jesucristo. ¿Que más podemos pedir?