Ester Otero de Tejerina
Igual que la tumba del resucitado,
este cuerpo inmóvil
que los hombres velan…
ya está vacío;
el ser que guardaba
partió venturoso a su eterno destino.
este cuerpo inmóvil
que los hombres velan…
ya está vacío;
el ser que guardaba
partió venturoso a su eterno destino.
Pensando en la tumba del resucitado,
que hallaron vacía
algunos discípulos;
gustamos la muerte
como un necesario portal que se abre.
La vemos de frente.
Así, cual la tumba del resucitado
albergar no pudo
el cuerpo de gloria:
esta carne inerte
que hoy sepultamos,
dejó de ser templo,
dejó de hacer obras;
pues gracias al triunfo del resucitado,
el ser que le daba dinámica vida,
en un plano oculto de nuestra mente,
jubiloso habita en paz y armonía.
Nuestros ojos solo por la fe trascienden
el arcano eterno después de la muerte,
y ven deslumbrados
la final victoria del Resucitado.
En verdad debemos morir este cuerpo y resucitar en un nuevo espíritu, hacer morir la carne ya que no sólo de pan viviré, sino de toda palabra de Dios.
COMO DISE LAS ESCRITURAS CADA DÍA QUE VIVIMOS DEBEMOS MORIR PARA EL MUNDO Y CUANDO MUERAMOS VAMOS A VIVIR PARA CON DIOS