Los viajes por Argentina
POR EL NOROESTE ARGENTINO
Cuando Guillermo Payne se separó de sus compañeros para ir directamente a la ciudad de La Rioja – después de haber soportado la gran tormenta en las cercanías de Patquía – adquirió un sulky para este tramo del viaje. Terminado el trabajo en Chilecito, Nicolás y Langran fueron al encuentro de Payne en La Rioja. Éste ya había tratado por una pieza en una fonda frente a la plaza principal, ya que tenían proyectado permanecer un mes trabajando en esta ciudad virgen en la predicación del evangelio.
Inmediatamente pusieron manos a la labor, repartiendo abundante literatura, y vendiendo Biblias y Nuevos Testamentos. Resultó notable el interés que despertaron los tratados, y la manera cómo lograban entablar animadas conversaciones con las gentes. En poco tiempo los tres eran bien conocidos en La Rioja, y realizaban reuniones de predicación en diferentes esquinas de la pequeña ciudad a la hora del atardecer, acompañados por grupos numerosos de personas que escuchaban con interés la predicación. Cuando abandonaron el lugar, quedaba un grupito de creyentes que constituían una iglesia naciente en la capital de La Rioja.
De aquí, Payne regresó a Córdoba, llevando el sulky en tren, mientras Doorn y Langran continuaban el viaje al Noroeste Argentino. Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy. Representó un largo y fatigoso itinerario para los dos misioneros. No se detuvieron mucho en Tucumán y alrededores, pues desde 1903 estaba radicada allí la familia Clifford realizando una intensa labor evangelizadora. Pero fue una reconfortante oportunidad la de encontrarse con los hermanos de allí.
La visita a los pequeños pueblos del camino era el objetivo constante de los esforzados viajeros, que después de tres meses más a lomo de caballo, arribaron a Jujuy completando la gira prevista. Solamente una parte de los resultados de este arduo trabajo habrá sido apreciado por los predicadores itinerantes, pero en la eternidad quedará en evidencia lo que lograron en tan sacrificado viaje.
Afrontaron muchas tormentas a campo raso, hallaron caminos interrumpidos por desmoronamientos o vados inundados por ríos torrentosos, o equivocaron la ruta en una encrucijada. Frecuentemente recibieron abrigo en los ranchos linderos al camino carril, o campo adentro, y fueron alojados y atendidos con amabilidad por criollos o árabes – los dos típicos habitantes de la región – a los que pudieron hablar de Jesucristo.
Cumplida la misión en Jujuy, vendieron los caballos y regresaron por tren a Córdoba, en cuya ciudad continuaron colaborando en la evangelización con todos los hermanos que en aquellos tiempos se hallaban activos en la difusión de la Palabra de Dios. Volvemos a mencionar a Daniel Hall, el brillante orador metodista y al joven Lisandro Mónaco, también un orador destacado, junto al cual Nicolás aprendió mucho en cuanto al idioma, ya que Mónaco era una autoridad en gramática y construcción castellana. Este joven uruguayo había venido a Córdoba por razones de salud, y pronto se recuperó. Fiel creyente, a través de una larga vida de servicio al Señor, fue hasta su muerte uno de los más fervientes predicadores del evangelio que conoció nuestro país. Anglicanos y miembros del Ejército de Salvación recibían indistintamente la ayuda del jovencito Nicolás, aún en las tareas más humildes, cuando se trataba de colaborar en la evangelización.
JORGE LANGRAN
Este viaje por el norte que realizó Nicolás con Langran, tuvo una importancia decisiva en su vida de servicio, porque su compañero por regla general nunca predicaba en público, sino que lo hacía en forma personal. Y el debió entonces asumir la tarea de predicador oficial. Lo que representó un bautismo de fuego para el misionero novicio.
Brevemente haremos la presentación de este personaje tan importante en la obra del Señor en aquellos tiempos, siendo su colaboración decisiva en el desarrollo de muchas iglesias que nacieron entonces.
Ya dijimos que era irlandés. Agregamos ahora su cuidado en la forma de vestir, y lo aferrado que era a su levita y galera. Pensaríamos de él como un excéntrico, si dijéramos que en estos viajes a caballo, no abandonó nunca ambas prendas. No es fácil comprender cómo la «pavita» no quedó totalmente deformada después del «rally» de cuatro meses. Al acercarse a un poblado, los viajeros debían hacer un alto para que Langran se colocara cuello duro, corbata, la levita y la galera. Por supuesto que sobre el pantalón, en las condiciones que estuviera, ya que enseguida montaban nuevamente e ingresaban a la población. A donde llegaran, causaba sensación. Por todas partes lo conocían como el extranjero con galera. Langran era sumamente amable y simpático y su sonrisa le permitía entablar conversación inmediatamente con la gente de cualquier condición.
Fue en este viaje, en Tucumán, cuando se encontró con un borracho perdido llamado Pedro Suárez. Entabló amistad con él, y logró que concurriera a la reunión de predicación de don Jaime Clifford. Y Suárez se convirtió a Cristo en una reunión pública. Por supuesto que Langran había conversado mucho del evangelio con Suárez, y éste decía que él era un hombre que se convirtió por una sonrisa. La sonrisa simpática y atractiva del extranjero con galera. Pronto Pedro Suárez llegó a ser, en la escuela de Jaime Clifford, un valioso y valeroso colportor que a lomo de mula distribuía la Biblia por todo el norte.
Oportunamente nos ocuparemos con más detenimiento de la personalidad de Langran, ahora sólo queremos señalar la importante contribución en la compra de terrenos, construcción de salones y de bancos para iglesias. No es que él tuviera dinero, pero sí se ocupó de gestionar fondos para lograr estos objetivos cuando comprendía que para el progreso de la obra, era necesario tener un lugar apropiado para la iglesia. Generalmente viajaba a Gran Bretaña, y de allí traía los recursos, cuando no también locales prefabricados que se instalaban en terrenos adquiridos, como solución provisoria. Esto, unido a su don tan sobresaliente en la obra personal, hizo que Langran fuera un valioso colaborador en el trabajo pionero de la evangelización en aquellos años. Lo destacamos ahora, ya que dijimos que por regla general no predicaba en público, y pudiera quedar la impresión de que actuaba simplemente de acompañante en los viajes. Otra virtud de Langran, fue su capacidad en la organización metódica, imprescindible en la realización de largos viajes.
DE CÓDOBA A ROSARIO
A mediados de diciembre de 1906, Payne, Langran y Doorn iniciaron este viaje en sulky, con el propósito de predicar en todos los pueblos del trayecto. Cuando llegaron a James Craick, Payne comprendió que sus conpañeros ya eran suficientemente hábiles como para seguir solos, de manera que tomó el tren de regreso a Córdoba, mientras el dúo de la cabalgata por el Noroeste, continuaba la marcha hacia Rosario, ahora en sulky. Llegaron a Villa María un atardecer, y se dirigieron a orillas del Río Tercero para pasar la noche, a la vez que compraban provisiones en las cercanías. Como de costumbre, el extranjero de galera y el rubio holandés llamaron la atención. Por la mañana, cuando se habían levantado y se disponían a tomar el desayuno, comenzó a llegar gente que quería conocer a los ingenieros que estaban haciendo los estudios de la canalización del Tercero. Ni qué insistir, que muy pronto ambos estaban conversando animadamente de Cristo con las personas que los rodeaban. Como continuaba llegando gente, Nicolás aprovechó la oportunidad para predicar el evangelio a viva voz, al grupo grande que se había formado. La experiencia recogida en el viaje al Norte, le fue muy útil. Adquirió fluidez y naturalidad al predicar, y algo muy importante que conservó toda su vida: un lenguaje claro y una notable capacidad de decir cosas profundas al alcance de todo público.
Lo de la canalización del Río Tercero, fue un proyecto de estudio para verificar la posibilidad de convertirlo en una útil vía de agua, en una época en que los caminos carriles eran deplorables, y dado que este río desembocaba en el Paraná, su canalización hubiera representado la obtención de un valioso medio de comunicación con el interior de la provincia de Córdoba. La presencia de estos jóvenes extranjeros hizo pensar a la gente en un proyecto que esperaban se hiciera realidad, pero que para entonces, ya había sido descartado.
Lentamente continuaron el camino haciendo escalas en todas las localidades. Bell Ville llamó la atención de ambos viajeros, a quienes agradó el lugar y las personas con quienes alternaron. Cuando llegaron a Cañada de Gómez, Langran decidió regresar a Córdoba en tren y Nicolás continuó hasta Rosario también en tren, después de haber dejado el sulky en Cañada de Gómez, en casa de una familia creyente, los Villarnovo.
La estada en Rosario fue muy importante para Nicolás, pues allí se relacionó con la familia Spooner, y conoció a Jorge French y a Federico Coleman. Con el tiempo, French, Coleman y Doorn contraerían enlace con tres señoritas Spooner.
excelente nota y relato de las vivencias de estos predicadores, me bendice mucho ya que su labor fue realmente admirable. Dios bendiga a todos los misioneros que van por las naciones.
Dios te bendiga…
que bendicion!!!!!!!!ellos no tenian auto e ygual se movian, eso es lo que hubiera querido JESUS ,ahora si no tenemos auto,parece que no es lo mismo,muy bueno de imitar….BENDICIONES
Hombre de valor necesita Dios que amen el misterio, wque no pongan resistencia al llamado, que maravillosa enseñanza esto nos motiva a serguir adelante y hablar lo que hizo Jesus por nuestras vidas, gracias a Dios por estos hombres, gracias por esta reflexion, son de mucha utilidad para mi vida, muchas gracias y sigan adelante, hasta pronto.