DAVID SOMMERVILLE
"Nosotros tenemos la mente de Cristo", dice el apóstol Pablo; y estas palabras forman la base de la ética cristiana.
DIOS HIZO AL HOMBRE a su imagen, con su mente, para que pensara y sintiera con él, para que hiciera sus obras y hablara sus palabras. Pero esa mente <197>la mente que recibe, que analiza, evalúa, acepta, rechaza y determina<197> fue totalmente distorsionada por el pecado. Y como consecuencia, el hombre no piensa -ni puede pensar- con Dios.
Sin embargo creado para que su vida gire alrededor de Dios, el hombre es siempre consciente de que "no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda la palabra que sale de la boca de Dios". Aunque rechaza al Dios verdadero, siempre crea su propio dios y lo coloca en el centro de su vida. Y ese dios, ese ídolo -el dinero, la filosofía, la religión, la cultura, el nivel social, los amigos, las diversiones- dicta las obligaciones, la ética, que rige su vida. Su idea distorsionada del bien y del mal fija sus metas y valores.
En la boca de Isaías, Dios nos dice que sus caminos y sus pensamientos están tan lejos de los nuestros como el cielo está lejos de la tierra. Y veamos si no es cierto. El Señor Jesús dice que son bienaventurados los pobres en espíritu, los que lloran, los humildes, los que tienen hambre y sed de justicia, los que sienten compasión, los de corazón limpio, los que procuran la paz, los que son perseguidos por causa de la justicia. Pablo dice que el carácter de Dios ("Dios es amor") es paciente, bondadoso, no envidioso, no presumido, ni arrogante, no grosero ni egoísta, no irritante ni rencoroso, feliz con la verdad y con la justicia, sufrido, confiado y esperanzado.
¡Qué abismo hay entre esta ética y la ética del hombre! ¡Qué normas y criterios tan totalmente contrarios! ¿Quién desea ser pobre en espíritu? ¿Quién desea llorar? Los humildes brillan por su ausencia; y cuando los hay, inspiran lástima. Se admira al fuerte, al agresivo, al que "conoce su propio valor", al que impone su personalidad a los demás. La justicia y la compasión tienen vigencia cuando sirven para adelantar los propósitos particulares. ¿Perseguido por la justicia? Se huye de cualquier persecución, y los perseguidos son solamente los débiles y los faltos de inteligencia. Se admira a la persona que sabe lo que quiere y que agresivamente lo busca, cueste lo que cueste, y que sabe usar a otros para realizar lo que se ha propuesto. Se admira al que conoce y emplea su superioridad física, social, cultural y económica para lograr lo que repercute en su beneficio.
El mundo lo envidia, y desprecia al que queda abajo porque "le falta carácter". Ser paciente, manso y bueno; no enojarse ni jactarse ni sentir envidia; aguantar y ejercer dominio propio; todo esto va en contra del engrandecimiento del Yo. Y es el Yo que determina los valores y metas, que dicta las obligaciones, que define la ética de quién no conoce a Dios.
Pablo dice que para el mundo la predicación de la cruz es una locura; y sabemos que es cierto. Hay una diferencia radical entre la cultura cristiana y la cultura del mundo. Los cristianos tenemos otras normas, otras evaluaciones, otra manera de pensar y sentir. Vivimos en una cultura paralela a la del mundo. Igual que nuestro Señor Jesús cuando estaba en la tierra, estamos en un mundo al cual no pertenecemos; y Dios nos advierte que no podemos servir a dos amos, no podemos hacernos tesoros en el cielo y también en la tierra. Nos manda que no amemos al mundo ni a las cosas que están en el mundo. Las metas, los valores y la moral del mundo están diametralmente opuestos a la mente de Dios.
En los que hemos aceptado el señorío de Cristo, el Espíritu Santo ha iniciado un proceso de renovación: la renovación de nuestra mente. Dios nos coloca al lado suyo "en los lugares celestiales", para que veamos con sus ojos, pensemos con su mente, sintamos con su corazón y actuemos con su voluntad. Toma posesión de nuestra mente, y nos hace capaces de analizar, evaluar y determinar de acuerdo a sus metas y valores eternos. Escribe su voluntad, sus leyes, en nuestras, y la graba en nuestro corazón. Restablece en nosotros, todo lo justo, todo lo puro, todo lo digno de ser amado, todo lo honorable, todo lo que sea excelente y que merezca alabanza".
La mente de Dios se revela en su Palabra, y el Espíritu Santo emplea la Palabra para amoldar nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros hechos. Si no conocemos su Palabra, o si no permitimos que tenga efecto en nosotros, nuestra ética no será más que una versión mejorada de la ética del mundo, una ética quizás menos sucia y menos egoísta, pero no una ética totalmente distinta. Es trágico que muchos cristianos están satisfechos con esto. Con ser un poco más rectos, un poco más honrados, un poco más veraces, creen que están cumpliendo la voluntad de Dios. No miran con los ojos puros del Dios eterno e infinito, que odia el pecado y ama la justicia.
La ética de Dios nos transforma totalmente: la vida individual, familiar, social; el trabajo y las diversiones; lo físico, lo intelectual, lo cultural. Hemos resucitado con Cristo, para andar en vida nueva. Somos una nueva creación; las cosas viejas pasaron y todo ya ha sido hecho nuevo. Ya no vivimos, sino que Cristo vive en nosotros. La eternidad, que está en el corazón del hombre es una realidad que nos domina. Sabemos y sentimos que la aprobación de un Dios invisible es más real que todo lo visible que nos rodea; porque lo visible es temporal y lo invisible es eterno. Vivimos como viendo al Invisible, confiando en lo que no se ve y con la certeza de lo que se espera. Que esto sea una locura para los que no entienden, para los que no ven con los ojos de la fe, no nos mueve de nuestro lugar.
Esperamos el día glorioso de la venida de nuestro Señor Jesucristo, cuando esta creación distorsionada por el pecado será destruida, y habrá "cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia".
para mi es una bendicion poder suscribirme asu pagina acabo de hacerlo hoy 3 de septiembre todo lo que sea de bendicion para mi vida lo setare haciendo,bueno siempre y cuando sean cosas espirituales que edifiquen mi vida y la de otros.DIOS LE CONTINUE BENDICIENDO Y HACIA ADELANTE.