por JUAN CLIFFORD
El hombre anhela volver a tener la autoridad que tuvo sobre toda la creación, cuando Dios dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza y señoree…en toda la tierra…» (Gén.1:26), y por esto está frustrado viviendo las consecuencias de su propia y exclusiva necedad.
Trataremos este tema desde un punto de vista práctico y realista en lo que afecta al pastor y luego a la membresía de la Iglesia, aquella preciosa «familia de la fe» (¡hermoso título! Gál.6:10).
El pastorado es una de las mayores bendiciones que puede tener un creyente que ama y sirve a su Señor con toda devoción y humildad, pero también una gran responsabilidad como autoridad de la iglesia.
Por lo tanto, ¿cuáles son algunas de las condiciones para que el pastor tenga una auténtica autoridad?
En principio, el Señor debe agigantarse ante él ya que es el modelo al cual hay que aspirar, aquel de quien se nos dice que «enseñaba como quien tiene autoridad» (Mateo 7:29).
Se debe tener amor por las almas perdidas y en particular por sus hermanos -sin reservas, ni condicionamientos-, sobriedad, tolerancia, mansedumbre, templanza y sobre todo humildad.
Estas son condiciones pasivas de la autoridad pero, al parecer, en el ambiente cotidiano la autoridad pastoral se demuestra con órdenes, pisar fuerte, con aire de mandonear, etc. Nada más equivocado. El que obra así es un pastor con autoritarismo que no proviene de Dios. Sin embargo, la autoridad pastoral proviene de Dios, pero jamás destruye, por el contrario, edifica a la iglesia.
En cambio el autoritarismo proviene del otro, destruye y perturba a la Iglesia. Hay algunos pastores (por cierto los menos) que creen que para tener autoridad en la iglesia -al menos los domingos- tienen que usar saco, cinturón y gorra de comisario, cuando el pastor, con la verdadera autoridad bíblica, prefiere vestir el guardapolvo de fagina y servicio para ejercer su vocación entre sus amadas ovejas.
Hasta aquí la autoridad es «pasiva» como lo era la del Señor, quien cada vez que hablaba lo hacía «como quien tiene autoridad». Sin embargo, Jesús también dio un maravilloso ejemplo de autoridad «activa» cuando «entró en el templo de Dios y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo…» (Mateo 21:12).
Como diríamos hoy «había que salvar el testimonio de la Casa de Dios». Entonces podemos estar seguros que el pastor «pasivo» deberá ser también «activo» a fin de salvar alguna situación adversa para la buena marcha de la Iglesia y, el Espíritu Santo dará palabra, sentido común y fuerza para actuar.
Hace varias décadas, el que escribe estas líneas, ejercía el pastorado «pasivo» siendo a la vez Director de la Escuela Dominical, cuando una maestra cometió un acto que no coincidía con la conducta necesaria de una buena maestra cristiana.
Entonces «entré en actividad» y le dije que deseaba hablar con ella. Me contestó que no podía porque estaba ocupada. El domingo próximo pasó exactamente lo mismo. El tercer domingo la tomé del brazo diciéndole «acuérdate que estoy esperando que me des audiencia para hablar contigo». Me contestó: «A usted don Juan no le voy a dar audiencia porque no tengo interés en hablar con usted». Le contesté: «tenés razón. Ahora soy yo el que te doy audiencia a vos para mañana a tal hora y en tal lugar, pero ya no va a ser con tu amigo don Juan que te ha visto nacer, sino como parte del Consejo Pastoral de la Iglesia (éramos cinco) ante quien tendrás que dar razón de tu inexplicable conducta». Lagrimeó y me pidió permiso para que su mamá la acompañara. Fue complacida en su pedido.
La reunión se llevó a cabo. Un poco tensa al principio, pero pronto entre lágrimas y sollozos hubo un real arrepentimiento, pidiendo perdón por su falta. Prácticamente todos lagrimeamos y esa reunión terminó con besos y abrazos.
Más de una vez yo me he preguntado: si la autoridad no hubiera entrado en acción, ¿qué hubiera pasado? Posiblemente hubiera continuado una tirantez entre los maestros, a mí me hubiera quedado un sentir de estar vencido, y la Iglesia en nada se hubiera beneficiado.
Ahora viene una pregunta inquietante: ¿Puede un pastor perder autoridad? Lamentablemente debemos contestar que SI, con letras mayúsculas.
Tomemos por ejemplo el problema del adulterio (Marcos 10:19). Cuando un pastor desobedece este claro mandato, su caída es vertical y cuando llega al fondo encuentra que su «silla» en el Consejo Pastoral ya ha sido retirada. ¡Qué triste…! ¡Pobre Iglesia, pobre familia!
Ahora surge otra pregunta: ¿puede este pastor volver a tener autoridad en la iglesia y ocupar nuevamente su lugar en el Consejo Pastoral? Si hay confesión y un genuino arrepentimiento, puede ser restaurado, porque Dios es amplio en perdonar (Isaías 55:7). La herida se cierra, pero deja una cicatriz y, nunca faltarán algunos hermanos que, periódicamente, lo señalarán para un justificado dolor del pastor y su sufrida familia.
Ahora surge otra pregunta: ¿Hay otras razones por la cual el pastor puede perder autoridad?. Lamentablemente sí. Hay una que es muy triste y puede destruir su tarea. Cuando la esposa del pastor no sigue las enseñanzas de: a) Levítico 19:16, «No andarás chismeando entre tu pueblo». b) Efesios 4:25, «…desechando la mentira hablad verdad cada uno con su prójimo». c) Gálatas 5:26, «No nos hagamos vanagloriosos, envidiándonos unos a otros». Chismes, mentiras y envidias son utilizadas por Satanás para destruir la obra de Dios. Vemos entonces que la tarea del pastor no es fácil, ni tampoco la de su familia.
Hace algunos años estuve en una reunión donde había un buen grupo de jóvenes que expresaron su deseo de ser pastores algún día. Consultaron a un veterano y experimentado pastor que estaba presente, y les dijo que estaba bien su deseo y además era bíblico según 1 Tim.3:1: «Si alguno apetece obispado buena cosa desea» y agregó con una simpática sonrisa: «sin embargo muchachos yo les aconsejo que por algún tiempo sean inapetentes».
Ahora veremos algunas consideraciones acerca de la autoridad entre la membresía de la Iglesia, ya que no sólo existe la autoridad a nivel pastorado.
Citaré tan sólo tres porciones del Nuevo Testamento:
a) Marcos 3:15 – «y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades». El hermano que tiene esta autoridad (aunque son pocos) no debe negarse a ejercerla, pero el que no la tiene, como el que escribe este artículo, que se abstenga, porque no va a causar sino dificultades.
b) Marcos 6:7 – «…les dio autoridad sobre los espíritus inmundos…». Aquí cabe un comentario similar al anterior, pero estimo que debemos tener cuidado y reservas cuando surgen sanadores y expulsadores de demonios profesionales. El Señor nos dé gracia para analizar estas situaciones.
c) Mateo 28:18 – «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra…» (potestad, «eusosia» en el original, es autoridad). Aprovechemos toda esta autoridad para salir a hacer discípulos en todas las naciones. Un verdadero desafío.
Creo que no puede haber ningún creyente que no tenga algún tipo de autoridad, aun cuando no sea más que sobre sí mismo, poniendo en práctica 2 Tim.1:7 – «…Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio». Si todos nos domináramos, evitando excesos inútiles, qué bueno sería.
Termino con la autorizada palabra de un renombrado escritor sagrado y comentarista bíblico en Inglaterra a principio de siglo, el Dr.F.D.Marsh D.D.:
«Cuando estamos bajo la autoridad de Cristo tenemos toda su autoridad tras nuestro».
ES TRISTE PERO REALMENTE ES ASI LA MAYORIA DE LOS PASTORES PERDIERON AUTORIDAD Y RESPETO ,MUCHAS VECES LA SOBERVIA LOS HACE CAER Y SON ELLOS LOS QUE COMPITEN CONTINUAMENTE CON LOS DEMAS PASTORES Y NO SE DAN CUENTA QUE VAN EN CONTRA DE LO QUE PREDICAN
yo hos dijo…..es palabra del maestro al hablar, hablaba con tanta autoridad a los sacerdotes, escribas, rabinos, que quirian matarle,soy un mensajero de el, por lo tanto nos ha legado esa misma autoridad hermano.no demos dudar en ningun momento al hablar.acuerdate que el unje al humilde, yo soy su siervo el mas humilde, asi como David, que aun olia al campo y fue unjido por el profeta para ser rey.el no mira el exterior, sino el interior….
Al autor, gracias por su meditación sobre un tema tan delicado. Ha sido medida por cuanto n o ha ahondado en la antítesis, y ha expuesto bien la tesis. Además invita a la reflexión. Gracias.
A Silvia, corregirte con todo respeto. Es cierto que muchos pastores han perdido autoridad, y otros muchos, jamás la tuvieron, por cuanto no fueron llamdos y capacitados por Dios, sino por los hombres, o aún peor, por sí mismos. Pero no es menos cierto que aún existimos muchísimos pastores que amamos a Dios con toda nuestra alma, mente y corazón, y no ejercemos el autoritarismo, sino la autoridad delegada de Dios para la edificación, como muy bien decía el autor.
Las generalizaciones siempre son malas, o cuando menos, injustas.
A Efraín, lo que el Gran Maestro nos ha legado, no es su autoridad mal entendida, sino una gran responsabilidad. Es en el cumplimiento de esa responsabilidad que él se encarga de otorgarnos autoridad ante los demás. El Señor dejó clara la cuestión.
Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad. 43Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 44y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. 45Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10.42-45.
Así, pues, es el cumplimiento de nuestra responsabilidad que recibimos dicha autoridad, y sólo para edificación y no para destrucción 2ª Corintios 10.8.
Quien no cumple con su responsabilidad no tiene ningún derecho a reclamar autoridad.
Quien reclama autoridad es que no tiene mninguna. Pues, la autoridad emana, como he mencionado antes del cumplimiento de su responsabilidad. Cuando un siervo de Dios hace lo que tiene que hacer, jamás debe preocuparse porque reconozcan su autoridad. Los demás lo harán de mutuo propio. Pero cuando un pastor es negligente en el cumplimiento de su labor, ya puede vociferar reclamando toda la autoridad que quiera, nadie se la reconocerá.
Pero lo que los cristianos en general debemos buscar no es autoridad, sino servir. Porque es en el servicio sincero y eficaz que los demás reconocen la obra de Dios en nuestras vidas.
Bendiciones
Soy hijo de pastor. Mi padre cumplió el 26 de Abril de 2010, 29 años en el ministerio.Soy el mayor de seis hermanos y admiro a mi padre por su ejemplo de padre y de ministro, siempre fue consecuente en casa con lo que predicaba en el púlpito y visceversa.Ese ejemplo inspiró en mí el deseo de imitarle, de ser igual a él,tanto como padre de familia (tengo tres hijas) y como siervo de Dios.Coincido plenamente con el compartimiento del hermano , en cuanto a autoridad pasiva y autoridad activa.¡muy bueno el estudio!¡me resultó de mucha bendición!
Pésima interpretación… «El pastorado es una de las mayores bendiciones que puede tener un creyente que ama y sirve a su Señor con toda devoción y humildad» – Totalmente de acuerdo.
…pero también una gran responsabilidad como AUTORIDAD? de la Iglesia. Que barbaridad… no lo digo yo, sino la Palabra, Col 1, 18: “Él es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia” la autoridad de la Iglesia es Cristo, no un miembro del cuerpo con un don pastoral, la Iglesia es una entidad teocrática no democrática en donde uno o algunos imponen su deseo o parecer. Se debe permitir que Dios muestre el camino no imponerlo con la «Autoridad» pastoral. Voy más con lo que dice el Pr. Nicolas Garcia, la autoridad se gana en el testimonio del caminar en el Espíritu, vivir en el Espíritu, en el poner en practica la fe y no en ensenorearse y golpear a los consiervos mientras que el Senor vuelve. Recuerden, somos consiervos, la obra es de la IGLESIA y no del Pastor. En la iglesia hay quien tiene ministerios o dones los cuales se deben administrar cada uno conforme lo que le fue dad0, pero en ningun lado dice que el don Pastoral se impondrá a los demás o a la Iglesia misma. La Biblia habla de ancianos, diáconos y obispos ministrando en conjunto al cuerpo de Cristo, confesando los pecados unos a otros, amandonos unos a otros. La autoridad esta en la Iglesia no en el pastor, claro, la autoridad que se gana por el testimonio Dios la respalda, pero… se practica en humildad, amor, mansedumbre, paciencia no en Prepotencia y no en la fuerza de la carne.