por DAVID SOMMERVILLE
LOS EVANGELIOS relatan que, apenas iniciado su ministerio público, el Señor Jesús comenzó a elegir un grupo de personas que estarían identificados con él en su vida y en su obra. Los eligió "para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar", y con ellos pasó la mayor parte de su tiempo de allí en adelante.
No sabemos cuántos eran estos discípulos. Entre ellos había un grupo selecto de doce. En un momento envió setenta de ellos de dos en dos, invistiéndoles de su poder y autoridad. Y más de quinientos eran testigos de su resurrección.
El discípulo era común en el mundo. Todos los grandes maestros, tanto judíos como griegos, tenían su grupo especial de seguidores, su escuela. El concepto de la educación como algo de colegios y facultades, donde los profesores dictan materias y los alumnos rinden exámenes, es algo relativamente moderno.
En la antigüedad y en la Edad Media, y aún a veces en la Era Moderna, la persona deseosa de aprender, deseosa de descubrir los misterios de la sabiduría, deseosa de saber responder ante las grandes preguntas de la vida, buscaba y luego de juntaba a aquel maestro en quien creía ver esa sabiduría. Se adhería a él, le seguía, le imitaba. Vivía la vida del maestro, pensaba sus pensamientos, absorbía sus ideas, sus valores y su personalidad. Estaba convencido, era "creyente".
Se ponía bajo su autoridad, y su meta era llegar a ser como él. "El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su Señor. Bástale al discípulo ser como su maestro y al siervo como su Señor"; así lo expresa el Divino Maestro.
Como el maestro pensaba, razonaba, y reaccionaba, así pensaba, razonaba y reaccionaba su discípulo. Como amaba y odiaba el maestro, así amaba y odiaba el discípulo.
Las evaluaciones, los juicios, las aceptaciones y los rechazos del maestro eran obligatorios en el discípulo; primero, porque el maestro le imponía esa obligación, pero más aún, porque el discípulo se la imponía a sí mismo.
En todo aspecto de su vida física, anímica, y espiritual, y en toda esfera de su vida intelectual, cultural, social y religiosa, el discípulo se identificaba con el maestro. Se identificaba porque lo querría hacer, porque estaba convencido, porque creía en el maestro, y porque había llegado a la conclusión de que sin el maestro su vida perdía sentido.
Así era la relación de nuestro Señor con sus discípulos. Los amaba, le comenzaban a seguir, y se iban convenciendo más y más de que en él estaba toda la sabiduría, de que realmente hablaba con la voz de Dios. El maestro les explicaba sus parábolas. Los llamaba aparte para enseñarles las profundidades divinas de su persona y de su obra.
En su ejemplo y en sus palabras les iba enseñando más y más de la relación que él tenía con su padre, y la relación que ellos tendrían con el mismo Padre por medio de él. Les hablaba de la muerte que le esperaba, y que les exigía que se identificaran con él en esa muerte, renunciándolo todo y tomando su cruz.
El, por su parte, se identificaba tanto con ellos, que decía que si alguien les daba un vaso de agua fría, era como dárselo directamente a él. Les confería su autoridad, para tareas sencillas como el reparto de los panes y los peces entre la multitud, como también para demostrar su poder divino en la sanidad de los enfermos. Les hacía sentir su amor por ellos, y les decía que entre ellos debían tener ese mismo amor.
Y les advertía que como el maestro iba a sufrir, ellos también sufrirían.
Sólo cuando estamos completamente identificados con Cristo, sólo cuando pertenecemos en él como el pámpano permanece en la vid, seremos verdaderamente sus discípulos. "Identificación" esta es la palabra clave. Identificados con él porque tenemos su vida, la vida eterna. Identificados con él porque tenemos su mente, la mente de Cristo. Identificados con él porque tenemos su carácter, el fruto del Espíritu.
Nos hace poseedores de su amor, de su justicia, de su santidad. Somos una nueva creación. "Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". Cuando empezamos nuestra vida en el bautismo: morimos con Cristo, somos sepultados con él y resucitamos con él, para andar en vida nueva. Comenzamos a pensar como él, hablar como él, obrar como él. El gran anhelo que el Espíritu Santo pone dentro de nosotros es ser cada día más como nuestro Maestro. El Espíritu de Dios nos va santificando, formándonos más y más en la imagen de Cristo; y llegará el día de nuestra glorificación en el cielo, cuando se perfeccionará esa identificación.
A los primeros discípulos les pusieron el nombre de cristianos, porque esa identificación se veía claramente; eran "los de Cristo". Vieron la valentía de Pedro y Juan ante el concilio de los judíos, se maravillaron de que pudieran hablar como ellos hablaban, y "reconocían que habían estado con Jesús".
¿Esa misma identificación es evidente en mi vida? ¿La gente que me rodea se da cuenta de que soy discípulo de Cristo? ¿Les comunico los pensamientos y valores celestiales? ¿Ven en mí el carácter del Hijo de Dios? ¿Pienso como Cristo, hablo como Cristo, obro como Cristo?
Esta es la meta que Dios tiene para nosotros. Esto es lo que significa ser creyente, ser discípulo. Y no podemos estar satisfechos con menos.
Esta muy buena la pagina y bendecida, gracias por escribir y espero que netren en mi blog tambien http://www.elaula.veperu.com tambien es cristiana.
excelente artículo por eso siempre me gusta contar con ustedes y sus boletines.
La verdad muy buena pagina, agradesco a Dios por darles el privilegio de ser de bendicion para muchas vidas, El ser discipulo es labor que todo ser humano debe tomar en sus manos y caminar con paso firme dando un buen ejemplo y testimonio de que si Dios puede transformar al ser humano, Todos devemos conducir a una familia la cual Dios nos los a delegado para que con la palabra de el les inculquemos buenos principios y valores que reflejen el semblante de Cristo, Si tuviesen algun material con pasos especificos para formar buenos Discipulos y me los pueden proporcionar se los agradecere, saludos
Muy bien estas enseñanzas, que Dios siga bendiciendo sus vidas y sus ministerios en abundancia
muy buena la pagina que DIOS los Bendiga mucho, que bueno que nos puedan intruir sobre la palabra de Dios gracias…
hermanos gracias por todo lo que me mandaron
lo boy a estudiar y a retener y a vivirlo que Dios
les bendiga.
HERMANOS DIOS LE BENDIGA, MUCHAS GRACIAS POR SU ENSEÑANZA, Q EL SEÑOR JESUS LOS LLENES DE SABIDURIA Y ENTENDIMIENTO, Y QEL ESPIRITU SANTO ILUMINE SU MENTE, DIOS LE BENDIGA